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¿Cómo teletrabajar sin engordar?

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Trabajar en casa dispara el riesgo de obesidad, hipertensión y diabetes tipo 2 si no se controlan los buenos hábitos

El teletrabajo ha generado enormes expectativas que ven en este nuevo modelo no pocas ventajas como la mejora de la conciliación familiar, la reducción de desplazamientos, del tráfico, de la contaminación, ahorros de tiempo, más calidad de vida. Sin embargo, el teletrabajo y el cambio de hábitos que supone, puede tener unas consecuencias dramáticas en la salud de millones de españoles según el doctor Nicolás Romero, especialista en nutrición y autor del libro “Comer bien para bien estar”, publicado por Ediciones Martínez Roca.

“El teletrabajo -explica el doctor Romero- puede alterar significativamente los hábitos saludables del trabajo presencial y disparar los factores metabólicos de este colectivo que, en muchos casos, ya tiene un perfil de riesgo asociado al sedentarismo y la edad. Al trabajar en casa es fácil que no se respeten las pausas reglamentarias de descanso, que se salte la hora de la comida, que fume, que se coma a deshoras o que se beba alcohol mientras se teletrabaja.”

Consecuencias para la salud
En una parte muy importante del colectivo de trabajadores remotos, se pueden adelantar enfermedades como hipertensión, diabetes tipo 2, síndrome metabólico, cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular, además de propiciar de trastornos de ansiedad y depresión, cefaleas, sarcopenia, y dolor lumbar y cervical, que acortarían la esperanza de vida sana.

El perfil de riesgo de muchas personas que teletrabajan se debe a que tienen profesiones sedentarias y muchas han superado la edad media de la vida, dos factores de primer orden para que hagan su aparición o se agraven los trastornos metabólicos más frecuentes en las enfermedades crónicas como las cuatro “hiper”: hipertensión, hiperglucemia, hipercolesterolemia, e hiperadiposidad asociada en muchos casos con un elevado índice de masa corporal (IMC), que caracteriza a la obesidad.

En el teletrabajo se pueden desarrollar dificultades para la desconexión laboral y tecnológica, no respetar los horarios de inicio y fin de jornada, no hacer paradas ni descansos para dar un paseo, o saltarse las pausas del desayuno, comida y merienda habituales. Se ha identificado cierta tendencia a comer cualquier cosa, a cualquier hora, y de cualquier manera en las personas que teletrabajan.

Se sabe que tomar cada día, a la misma hora, el desayuno, la comida principal y la cena se relaciona con menor incidencia de las cuatro ‘hiper’ de las enfermedades metabólicas, de obesidad y de depresión. Nuestro metabolismo necesita estabilidad para mejorar el rendimiento físico y mental. Cuando se come al tiempo que se trabaja, la sensación de saciedad tarda más en llegar y se ingieren más calorías. Además, aumenta el hambre emocional por la ansiedad anticipativa de la nueva situación laboral. Al no existir contacto físico con compañeros y jefes aparece una sensación de aislamiento y se abren muchas incertidumbres sobre su trabajo.

“El hambre “de verdad” es el apetito -explica el doctor Romero- y el apetito se sacia, pero el hambre emocional suele ser insaciable y recurre muy frecuentemente al consumo de alimentos y bebidas ultraprocesadas y ultracalóricas. A veces es difícil distinguir cuando es picoteo y cuando es una comida. Cuando nos alimentamos sin saber qué comer, ni a qué hora, la dopamina cerebral actúa para resolver las incertidumbres. Nos habituamos a comer mediante pequeñas recompensas inmediatas, perdemos el control de nuestra alimentación, y propiciamos las relaciones adictivas con los productos ultraprocesados que están diseñados para actuar como recompensa”.

Al romper la separación entre la vida personal y la laboral y eliminar los horarios de comida, no se planifica la compra, ni se programan los menús semanales. La consecuencia es el abandono de la dieta mediterránea en favor del consumo de productos preelaborados fáciles de preparar, y de la comida a domicilio. Además, en muchos casos el teletrabajo propicia las dietas restrictivas, por miedo a engordar, que pueden provocar trastornos del comportamiento alimentario como anorexia, bulimia o conductas de atracón. Se puede favorecer el consumo de productos energéticos. Además de consumir cafeína, se recurre a bebidas energéticas, complejos multivitamínicos, ginseng y jalea real.

¿Cómo teletrabajar saludablemente?
En el teletrabajo es necesario reforzar la motivación, el autocontrol y la toma de decisiones para mejorar el autocuidado. Un bajo consumo de alimentos saludables provoca un deterioro nutricional mayor que comer alimentos poco saludables: si duplica el consumo de vegetales, se reduce el impacto negativo de tomar una alimentación poco adecuada.

  • La dieta para el teletrabajo, debe tener una matriz fija de origen vegetal cuya ingesta diaria es indispensable, y otra parte variable compuesta por alimentos vegetales o animales, cuyo consumo se ajustaría a cada persona en función de su edad, su sexo, el peso corporal, la tasa metabólica basal y la actividad física diaria. La máxima variedad posible de verduras, frutas y hortalizas, suministran distintos tipos de vitaminas, minerales, fibra soluble e insoluble, fructosa, glucosa, almidón y también algunas grasas beneficiosas como las del aguacate.
  • Los cereales de la dieta serán siempre integrales, y que sean apropiados para quien los vaya a tomar, bien por preferencia, tolerancia al gluten, cultura o lugar de residencia. Arroz, trigo, maíz, cebada, avena, centeno, incluso quinoa, que funciona como cereal. Con ellos obtenemos un buen aporte de energía con carbohidratos complejos, algo de proteínas, minerales, vitaminas y fibra.
  • Se reducirá el consumo de platos a base de arroz, pasta y patatas que aportan demasiadas calorías, que no se necesitan en esta etapa.
  • Es muy importante elegir una grasa de calidad proveniente de aceites vegetales donde sea mayor la proporción de ácidos grasos monoinsaturados que de poliinsaturados. La primera opción será el aceite de oliva -mejor prensado en frío como el virgen o virgen extra-, seguido en este orden por el aceite de canola, los aceites de semillas —avellanas, almendras, cacahuete, sésamo—, el de maíz, el de girasol y el de soja. Estos aceites proporcionarán ácido oleico, ácidos grasos esenciales, como los omega 3 y 6, y fitoquímicos bioactivos antioxidantes y antiinflamatorios como la vitamina E. Cuando no dispongamos de una grasa saludable para aliñar y cocinar en crudo, no hay que recurrir al aceite de coco o de palma por su alta proporción de ácidos grasos saturados. Aportaríamos estos nutrientes por medio de pescados, frutos secos, semillas y soja, como hace la dieta tradicional japonesa.
  • A partir de la edad media de la vida -cuarenta años-, se reducirá el consumo de platos que contengan demasiadas grasas saturadas como carnes y embutidos. Los productos lácteos serán desnatados. No se debe renunciar nunca a una grasa saludable para guisar o aliñar porque es muy importante para el buen funcionamiento del organismo.
  • Completaremos la base vegetal de la dieta con más grasas saludables y proteínas vegetales provenientes de legumbres, nueces y otros frutos secos, y semillas. Estos alimentos aportan proteínas que son imprescindibles a cualquier edad hacer las reparaciones en los órganos y mantener la aptitud física.
  • Si se opta por una alimentación más vegetariana, incrementaremos las fuentes de proteínas de la dieta con frutos secos, germinados de semillas y legumbres, y derivados de la soja. Aquí será necesario introducir probióticos como la col fermentada, hortalizas encurtidas y otras preparaciones similares para reforzar la microbiota intestinal.
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