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Después de cuatro meses de un severo cierre de fronteras que incluso impide a los chilenos salir libremente de su país, la administración de Sebastián Piñera optaría por no renovar más la restricción el próximo 26 de julio. Se trata de una eventual decisión que se da en medio de las fuertes críticas al gobierno por tener a Chile en la paradoja de ser uno de los países líderes en tasa de vacunación, pero uno de los líderes en restricciones a su población.
Sin embargo, la medida no será para todos y tampoco será total, es decir, no implicaría un retorno a la normalidad previo a 2019 como gradualmente ocurre en otras partes del mundo. El beneficio estaría dirigido principalmente a los chilenos y extranjeros residentes en el país que posean su esquema de vacunación completa (es decir dos dosis, más su respectivo periodo de inmunidad de 14 días, excepto aquellos inoculados con la vacuna de Cansino que requiere una dosis).
Asimismo las personas completamente vacunadas podrían acceder a viajes sin solicitar permisos gubernamentales en la Comisaría Virtual y a su regreso no tendrían que realizar estadía en los cuestionados hoteles sanitarios de tránsito cuyas reservas pasan a través de dos agencias de viajes: Turismo Cocha y Travel Security y cuyos costos desde US$400 por persona están a cargo del viajero. A cambio, deberán realizar una cuarentena en el domicilio y el Estado confinará también a los residentes de ese lugar, lo que se traduce en un nuevo castigo a las personas por ejercer su libertad de desplazamiento y viajes.
El medio de prensa asegura que Ministerio de Salud dispondrá de una “fuerte fiscalización”. En los últimos días, el propio titular de la cartera, Enrique Paris, señala que las personas que no cumplan con lo dispuesto por la autoridad sanitaria se le podría quitar el Pase de Movilidad, condicionando su libertad, además de cumplir con los castigos en multas que establece la normativa. Algo similar menciona la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, quien confirma que trabajan en un “protocolo” para abrir las fronteras hacia fin de mes y que sería dado a conocer dentro de esta semana.
Una de las posibles exigencias sería mantener el requisito de prueba negativa PCR obligatorio para ingresar a Chile, independiente si las personas están o no vacunadas. Sin embargo, quitaría el testeo que se realiza en el aeropuerto de Santiago a los pocos viajeros calificables para ingresar a Chile, esto con el fin de eliminar los cuellos de botella que generan los trámites y se traducen en tiempos de espera en fila de entre tres a seis horas. Es decir, un pasajero puede pasar más tiempo en una fila en el aeropuerto de Santiago a la espera de ser atendidos para los trámites político-sanitarios que en el viaje en avión.
Quienes no estén vacunados continuarían sometidos al confinamiento en el país. No podrán salir a excepción de que se acojan a las cuatro casuales que el gobierno de Piñera permite para viajar: motivos de trabajo esencial para el país (sujeto a la arbitrariedad del Estado), razones humanitarias, viajes por motivos de salud y viajes de no retorno a Chile.
Respecto a ingresos de los extranjeros, no está definido lo que genera más incertidumbre y menores expectativas para propiciar un retorno de la demanda. La industria turística es la más afectada por su gran dependencia de los visitantes desde el extranjero. De continuar prohibido el ingreso de extranjeros, podría contradecir las iniciativas de promoción que Chile buscaría realizar para aprovechar la demanda de viajeros que buscan lugares al aire libre para vacacionar.
Los anuncios representan un primer paso para la restauración de los viajes internacionales, pero todavía no es suficiente para asegurar una verdadera reactivación. La imposición de cuarentenas obligatorias es un desincentivo a viajar, mientras que el confinamiento de los residentes impone un “castigo directo al viajero” sólo por el hecho de ejercer su libertad de desplazarse. De aplicarse una medida de esas características, por ejemplo, impediría a los residentes de un hogar trabajar o realizar trámites sólo por el hecho que otro miembro del entorno realice un viaje al extranjero. La mantención de la prohibición a la llegada de los extranjeros, así como la discriminación hacia las personas no vacunadas tampoco es un retorno a la normalidad y limita las oportunidades de reactivación.
Las opciones que se exploran en el Gobierno de Chile tampoco están en línea con los nuevos lineamientos que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el retorno de los viajes internacionales. El organismo dependiente de Naciones Unidas establece que los países deben eliminar medidas como pruebas y/o requisitos de cuarentenas para los viajeros que estén completamente vacunados o no exigir de manera obligatoria un comprobante de vacunación para salir o entrar del país, por mencionar algunos.
Desde la industria aérea, llaman a los Gobiernos a cumplir con estas recomendaciones para propiciar el retorno de los viajes internacionales y la reactivación de las industrias de la aviación y el turismo, así como de los empleos. “Las recomendaciones de la OMS están basadas en el riesgo y son de sentido común. Si son seguidas por los Estados, permitirán que se reanuden los viajes aéreos internacionales mientras se minimiza la posibilidad de importar COVID-19”, dice Willie Walsh, director general y CEO de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA). Agrega que los pasajeros internacionales no son un grupo “de alto riesgo” como quieren hacer ver algunas autoridades.