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¿CÓMO COMBATIR LA ANSIEDAD QUE HA GENERADO LA PANDEMIA?

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En la actualidad son muchas las personas que está padeciendo de ansiedad por todo lo que está atravesando la sociedad con la llegada de la pandemia, hoy más que nunca es momento de buscar todas las herramientas y ayudas necesarias para que no quedarse en ese estado, sino seguir adelante ante las adversidades.

Los problemas familiares, las dificultades económicas y las situaciones nuevas generan habitualmente como un “estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo”.

Para combatir esa ansiedad adaptativa los especialistas proponen las siguientes pautas de estilo de vida:

  • Ejercicios de relajación (respiraciones, yoga…) y mindfulness, que “va muy bien para la ansiedad”.
  • Practicar ejercicio físico regular, que es un “ansiolítico natural”.
  • Cuidar la alimentación.
  • Dormir bien.
  • Saber poner límites, lo que se traduce, entre otras cosas, en “no excederse en el terreno laboral y no llevarse trabajo a casa”.
  • Saber pedir ayuda, ya que “tendemos a cargarnos con demasiadas tareas”..
  • Aprender a identificar los pensamientos negativos y cuestionarlos.
  • Cuándo acudir a un profesional

Los expertos recalcan la importancia de distinguir la ansiedad como síntoma del trastorno, que según explica Seguí es “una patología diferencial, más estructurada y con unos criterios diagnósticos claros”. Los trastornos de ansiedad “afectan al 15-20% de la población en algún momento de la vida” y suele tratarse en atención primaria, derivándose los casos más graves a unidades de psiquiatría.

La ansiedad normal o fisiológica se diferencia de la patológica en los siguientes aspectos:

Ansiedad fisiológica

Es un mecanismo de defensa frente a amenazas de la vida diaria, es una reacción a una circunstancia ambiental, tiene una función adaptativa, mejora el rendimiento, es más leve, tiene un menor componente somático y no genera demanda de atención psiquiátrica.

Ansiedad patológica

Puede bloquear una respuesta adecuada a la vida diaria, es desproporcionada a la circunstancia que la ha desencadenado, tiene una función desadaptativa, empeora el rendimiento, es más grave, tiene un mayor componente somático y genera demanda de atención psiquiátrica.

 

La ansiedad puede manifestarse en forma de ataques de pánico. Las crisis se presentan súbitamente con taquicardia, sudoración, dificultad para respirar, dolor de cabeza, mareo… “La persona que las sufre se siente como si se fuera a morir y acude al hospital”, señala Pascual. Esa angustia puede surgir de forma aislada o asociada a una situación. En este segundo caso se debe a una fobia, que puede ser a los espacios cerrados o abiertos, a los aviones, a los perros, a las aguja.

Estas crisis son mucho más frecuentes en las mujeres y “tienen una base hereditaria bastante importante”, precisa Seguí. “El perfil más habitual es el de una mujer joven, entre 20 y 30 años de edad”. Es una enfermedad que interfiere de forma muy significativa en el día a día de quienes la padecen. “El 70% de los pacientes, conocedores del riesgo de experimentar crisis, pueden tender a evitar situaciones como coger el coche o el metro”, relata el psiquiatra. “En los casos más graves hay pacientes que no pueden salir solos de casa”.

Trastorno de ansiedad generalizada

Otra entidad distinta es la ansiedad generalizada, que no siempre se desarrolla cuando la ansiedad debida a un proceso adaptativo se alarga. “También existe una predisposición asociada a una personalidad preocupada”, describe Seguí. El psiquiatra ha bautizado este tipo de ansiedad como la hipertensión psicológica, ya que afecta a “personas aceleradas, inquietas, con constantes palpitaciones”.

En estos casos no se producen crisis de angustia. Los afectados pueden sufrir “ataques de ansiedad de tanto en tanto”, pero que se manifiestan de una forma menos dramática. Estos pacientes también se benefician claramente del tratamiento farmacológico y psicológico.

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