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¿Puede el servicio militar obligatorio mejorar la conducta y ofrecer más oportunidades a los jóvenes?

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La diputada provincial argentina Amalia Granata abogó por el regreso del servicio militar obligatorio en su país, con el que se podría “encaminar” a los jóvenes para facilitarles un “estilo de vida”.La diputada por la provincia argentina de Santa Fe Amalia Granata abogó por el regreso del servicio militar obligatorio en su país, derogado en 1994, con el que se podría “encaminar” a los jóvenes para facilitarles un “estilo de vida”.

Granata basó su propuesta en el modelo que vio en una una visita a Israel, donde “se vive muy bien, las cosas funcionan y la educación es modelo”. También sostuvo que se debe seguir “ejemplos de países que funcionan y no de países como Venezuela”.

En Argentina, “hay cada vez más pobreza, hay cada vez más chicos que salen de secundaria sin comprender un texto”, algo que no se puede abordar con solo ofrecerles empleo, explicó la diputada, ya que “primero necesitas generar una conducta en la persona”. Un servicio militar en el que “tengas una conducta, te levantes a las 6:00 a.m., estudies, hagas ejercicio, te enseñen un oficio”, defendió Granata.

Servicio militar obligatorio y su rol parcialmente “civilizatorio”

El origen del servicio militar obligatorio en Latinoamérica se remonta a la época de la colonia española, cuando los países de la región buscaban independizarse de la Corona, precisa el coronel retirado del ejército de Colombia John Marulanda, en entrevista con DW. Luego, en Colombia y otros países los “terratenientes reclutaban a sus empleados para que formaran parte de los ejércitos para pelear entre ellos”.

Con respecto al uso del servicio militar obligatorio como sistema para conducir a los jóvenes a un futuro profesional exitoso, Marulanda señala que esto podría funcionar parcialmente. “En el caso de la experiencia colombiana, quienes pagan el servicio militar obligatorio son los muchachos de las familias con menores recursos económicos, y muchos de ellos van al cuartel sin saber leer ni escribir”, apunta. Para esta población, “el ejército cumple una buena labor de alfabetización”.

Sin embargo, ve “difícil” que “la disciplina que la diputada (Granata) manifiesta sea la generadora de una nueva juventud”, aunque no es “improbable”. En el ejército colombiano, los soldados “después de un año y medio salen con costumbres de aseo, de disciplina”, algo que se puede encontrar en otros jóvenes “que no han pasado por el cuartel”.

Marulanda pone el ejemplo de Colombia para sostener su teoría. “Colombia es el único país de América Latina que lleva más de 60 años en conflicto. Entonces, los soldados van al cuartel no a culturizarse”.

“El soldado común y corriente que va al cuartel no es un soldado que va a aprender a ser mejor ciudadano”, aunque sí a ser “disciplinado” y “respetuoso”, ya que “básicamente va a aprender el uso de las armas para la defensa de su patria”, explica sobre en caso colombiano.

En lo que se refiere a Argentina, el historiador Mariano Nagy indica en conversación con DW que el servicio militar fue “pensado a fines del siglo XIX y a comienzos del siglo XX como herramienta de transformación, civilización y educación”; un papel “de orden” que va a perdurar en Argentina “básicamente hasta el fin de la última dictadura militar” en 1983, lo que trajo como consecuencia que el “rol” de las Fuerzas Armadas quedara “dañado y su función civilizatoria y educativa comenzara a ser cuestionada”.

Nagy sostiene que “en sectores de la derecha hay como una cierta nostalgia y añoranza por esos tiempos y se vuelve a colocar al servicio militar con esta función que tenía a fines del siglo XIX”.

¿Es Israel un modelo a seguir en América Latina?

Marulanda destaca que en América Latina las “circunstancias cambian mucho”. En el caso de Colombia, estas “son muy diferentes a las de Israel”, en el contexto de décadas de conflicto interno en la nación suramericana. En el caso de Argentina, “un país que el último conflicto que tuvo fue con Inglaterra por las Malvinas”, quizás “podría aplicarse” lo que Granata propone, pero el experto militar lo pone en duda debido “a lo que estamos viendo del ascenso de la izquierda al poder”.

Para Nagy, Granata está extrapolando la situación israelí, tomando “un dato suelto” para “decir que en Israel no hay pobreza”. En este sentido, resalta que “para llegar a la misma conclusión que la diputada”, podría considerarse que “Israel invierte 11 % de su PIB en ciencia”, lo que “es muchísimo más de lo que invierte Argentina”. Si el país suramericano destinara los mismos fondos que Israel, “Argentina tendría tecnología de punta” y “mucho más trabajo”, lo que permitiría a este país salir de la pobreza.

Asimismo, el historiador expresa que es “cruel” comparar a Argentina e Israel, ya que este último “tiene un Estado militarista”. “De hecho, en los últimos 20 años del siglo XXI, Argentina no ha participado en conflictos internacionales ni fronterizos; en cambio Israel tiene tres operaciones militares, con bombardeos incluso”.

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