Si bien es cierto que la urticaria por estrés puede también ser una manifestación de reacciones alérgicas, en la mayoría de los casos estas no son su origen. Cuáles son sus posibles causas y la importancia de llegar a un diagnóstico correcto. En numerosas oportunidades los pacientes con urticaria son derivados a un consultorio especializado con el diagnóstico de “alergia”, siendo este erróneo en un alto porcentaje y anticipando una causa que no es tal.
Lo primero que debemos aclarar es que no todas las reacciones cutáneas que aparecen en nuestra piel y generan picazón son una expresión de procesos alérgicos.
La urticaria por estrés es una afección frecuente de la piel no contagiosa: una de cada cuatro personas la padece al menos una vez a lo largo de su vida, pudiendo presentarse a cualquier edad y con mayor tendencia de aparición en adolescentes y adultos jóvenes.
Se manifiesta con lesiones en la capa superficial de la piel en forma de ronchas ligeramente elevadas que pueden desaparecer en horas sin dejar rastros y surgir nuevamente en otras áreas del cuerpo. Dichas lesiones pueden ser de tamaño variable y resultan molestas debido a que suelen ocasionar una intensa picazón.
Entre un 40% y un 50% de los casos se encuentra asociado a edema (hinchazón) de párpados, labios, mejillas y/o genitales, entre las zonas de exposición más frecuentes. Esta manifestación se denomina angioedema. Si bien no es demasiado usual, resulta peligrosa cuando compromete la laringe, provocando un edema de glotis y consecuentemente insuficiencia respiratoria alta.
Posibles causas de urticaria
Los cuadros de urticaria de corta duración y generalmente autolimitados, denominados agudos, frecuentemente son originados por alimentos o conservantes de los mismos, medicamentos e infecciones agudas virales o bacterianas, entre otras causas. En relación a estas últimas y sólo en algunos casos, el tratamiento con antibióticos podría conducir a un falso diagnóstico de alergia al agente antibacteriano.
En cambio, cuando una urticaria se produce en forma continua o recurrente durante seis semanas como mínimo, con una frecuencia semanal de aparición de dos o más veces, se califica como crónica. Esta situación debe ser motivo para solicitar estudios de laboratorio y, eventualmente, estudios “in vivo”, como test cutáneos con alérgenos sospechosos.
Sin embargo, la realización de múltiples estudios no garantiza poder establecer la causa de la urticaria. Esto ocurre en la mayoría de los pacientes, cuyo diagnóstico termina resultando «urticaria crónica idiopática», es decir, de causa no establecida.
Causas de la urticaria por estrés
En los casos crónicos, sobre todo si se trata de jóvenes o adultos, menos del uno por ciento es causado por alergia a proteínas alimentarias. Si bien este origen sólo se presenta en niños pequeños, los conservantes o aditivos utilizados en la industria alimentaria y en establecimientos gastronómicos deben considerarse como probabilidades.
Existen alimentos o bebidas que se recomienda que el paciente con urticaria evite, aun cuando no se conozca la causa. Uno de ellos es el alcohol, por su acción vasodilatadora en la piel, como así también bebidas con colorante, frutos secos, chocolates, pescados y mariscos, quesos estacionados, comidas preparadas comercialmente y alimentos y/o medicamentos que surjan como sospechosos por haber sido ingeridos previo a episodios de exacerbación.
A su vez, las urticarias crónicas pueden ser inducibles, es decir, provocadas por estímulos que a la mayoría de la población no le genera reacciones cutáneas, tales como el frío, el sol, el calor, el agua, la presión o el contacto físico, por ejemplo.
El dermografismo es la urticaria crónica inducible más común. En estos casos, ante una raspadura o rasguño aparecen líneas rojizas y ronchas elevadas. Cuando las lesiones desaparecen espontáneamente en dos horas o menos sin dejar secuelas, y no se acompañan de angioedema, se trata de una afección no grave y no contagiosa, cuyo pronóstico es bueno y en la que, probablemente, no se llegue a un diagnóstico causal, aun realizando estudios específicos.
Cómo diagnosticar la urticaria por estrés
El elemento diagnóstico más importante, tanto en la urticaria aguda como en la crónica, es la historia clínica, la cual permitirá conocer la frecuencia y gravedad de los brotes, su evolución natural y una primera aproximación a los agentes desencadenantes.
En las urticarias crónicas, además de una historia clínica detallada, se deberán tener en cuenta ciertos parámetros de laboratorio que el especialista solicitará cuando lo considere oportuno, tales como la citología sanguínea o los marcadores de inflamación. Además, pueden requerirse estudios de función hepática, tiroidea, renal y de parásitos u hongos en materia fecal.
Existen numerosos factores que no deben olvidarse al momento de la evaluación de un paciente que padece urticaria, entre ellos el estado emocional y el estrés, razón por la que es importante establecer la afectación de la calidad de vida con un interrogatorio basado en test específicos para tal fin.
Tratamiento para la urticaria por estrés
El tratamiento principal de la urticaria por estrés son los antihistamínicos de segunda o tercera generación. En algunos casos, es necesario sumar glucocorticoides en dosis antiinflamatorias altas por períodos breves. Para los casos más resistentes, afortunadamente minoritarios, se utilizan inmunosupresores y tratamientos biológicos.
La urticaria puede desaparecer totalmente por períodos prolongados o de forma definitiva, y hasta expresarse en brotes separados por períodos asintomáticos. Si se encuentra presente el factor emocional, la reaparición de los síntomas está generalmente relacionada a momentos de mayor estrés.
En conclusión, resulta un error establecer que quien padece urticaria por estrés tiene “una alergia”. Se trata de una afección cutánea que sólo pocas veces es consecuencia de un mecanismo alérgico.
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