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Casi treinta años después de la muerte de Pablo Escobar, sus huellas siguen en Colombia, este es un problema no relacionado con las drogas ni con el narcotráfico: los hipopótamos invasores ponen en peligro los ecosistemas locales, las especies nativas, e incluso, en casos extremos, pone en peligro a los habitantes locales. Los expertos dicen que es necesario erradicar la especie para acabar con este problema. Debido a la falta de medidas de control para prevenir la reproducción, la falta de restricciones de movilidad y la dificultad para reubicarlos en otros lugares (como zoológicos) e incluso regresar a África, la población de hipopótamos en Colombia ha crecido exponencialmente en las últimas décadas.
En un estudio publicado en la revista Biological Conservation en enero, los expertos recomendaron que se sacrificaran entre 65 y 80 hipopótamos que actualmente se estima que hay en el área para evitar efectos negativos a largo plazo, pero también para evitar que sigan deteriorándose. La reproducción se debe a que el hábitat es propicio para su supervivencia.
En la década de 1980, Pablo Escobar importó un macho y tres hembras de hipopótamo como parte de su colección de vida silvestre, la cual se encuentra en Antioquia, Magdalena, parte del zoológico privado de Napoleón, la famosa hacienda de Puerto Triunfo. Según este estudio, los animales exóticos de otras especies fueron reasentados después de la muerte, pero los hipopótamos permanecieron porque eran difíciles de capturar y transportar. Los hipopótamos pronto comenzaron a extenderse, pero después de una protesta pública que involucró a un hipopótamo llamado Pepe, los esfuerzos de eutanasia del gobierno se detuvieron, y el juez se pronunció al respecto, a favor de prohibir la caza de estos animales en 2012.