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Casi la mitad de los jóvenes se ven afectados por problemas psicológicos en España. ¿Cuáles son las causas y qué habría que hacer para ayudarles? Un análisis de Chloé Tamames, estudiante de secundaria en España.En España, los problemas de salud mental entre los adolescentes preocupan cada vez más. La presión académica, el uso intensivo de las redes sociales y los cambios propios de esta edad están contribuyendo al aumento de la ansiedad y la depresión. Así lo confirman las estadísticas sobre salud mental en menores de la Asociación Española de Pediatría.
Cuatro de cada diez jóvenes de entre 15 y 29 años se ven afectados por problemas psicológicos en el país. Sin embargo, muchos no buscan ayuda especializada por dos razones principales. Por un lado, sus familias no pueden permitirse acudir a un psicólogo privado, pero en la sanidad pública no hay suficientes psicólogos. Por otro, el estigma social provoca vergüenza en ellos.
Esta situación refleja la necesidad urgente de ofrecer más apoyo y recursos en la sanidad pública, reconoce el informe sobre «La situación de la salud mental en España» en 2023, de la Confederación Salud Mental España y la Fundación Mutua Madrileña.
España: uno de los países más preocupados
En el estudio «Global Health Service Monitor 2023», realizado por la consultora Ipsos en 31 países, España aparece como el tercer país del mundo y el segundo de Europa más preocupado por la salud mental, solo por detrás de Suecia y Canadá. En España, un 61 por ciento de la población considera la salud mental como el mayor problema de salud a enfrentar.
La pandemia de COVID-19 ha sido otro factor significativo que ha intensificado esta preocupación. Según la Asociación Española de Pediatría, la pandemia provocó un alza del 47 por ciento en los trastornos de salud mental en menores. Este alarmante aumento reafirma lo frágil que es el sistema de apoyo psicológico actual y la necesidad de fortalecerlo.
Otra pandemia del siglo XXI
Muchos psicólogos se refieren a los trastornos de ansiedad y depresión como otra pandemia del siglo XXI, debido a su aumento en los últimos años. Pero, aparte de los efectos de la pandemia de COVID-19, ¿por qué han aumentado tanto estos trastornos?
El entorno digital, que domina gran parte de la vida de los adolescentes, juega un papel muy importante. El uso excesivo de las redes sociales se ha vinculado a una mayor incidencia de problemas de salud mental. La exposición constante a contenidos que fomentan comparaciones sociales negativas, el ciberacoso y la falta de interacción cara a cara son factores que contribuyen significativamente a la ansiedad y la depresión entre los jóvenes, coinciden los expertos españoles.
Barreras económicas y sociales para recibir ayuda
Una de las barreras más significativas para que los adolescentes reciban la ayuda que necesitan es el costo de los servicios psicológicos.
Según un informe de la Confederación Salud Mental España, en el sistema de salud pública hay solo 6 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, muy inferior a la media europea de 18.
Esta falta de psicólogos en la sanidad pública empeora el acceso a los servicios de salud mental, dejando a muchos adolescentes sin la ayuda que necesitan, por no poder acceder a ella en el sector privado.
El estigma y la vergüenza como obstáculos
Además de las barreras económicas, el estigma asociado con los problemas de salud mental sigue siendo un gran obstáculo. Muchos adolescentes sienten vergüenza de admitir que necesitan ayuda, temiendo ser juzgados por sus compañeros y familiares. Esta visión negativa de la salud mental hace que los jóvenes eviten buscar la ayuda que tanto les podría ayudar
La falta de educación y concienciación sobre la salud mental contribuye a mantener este estigma. Es fundamental incluir programas educativos en las escuelas que normalicen la conversación sobre la salud mental y animen a los estudiantes a buscar ayuda sin miedo al juicio social.
Hacia un futuro con más apoyo y recursos
Está claro que España necesita aumentar mucho los recursos para atender la salud mental de los adolescentes. Esto incluye aumentar el número de psicólogos en la sanidad pública, facilitar el acceso a servicios asequibles y combatir el estigma social, a través, por ejemplo, de campañas de concienciación.
Invertir en la salud mental de los jóvenes es invertir en el futuro del país. Proveerles el apoyo necesario no solo mejorará su calidad de vida, sino que también reducirá el riesgo de problemas de salud mental crónicos en la edad adulta. Las políticas públicas deben enfocarse en prevenir problemas, intervenir temprano y garantizar que todos tengan acceso a los servicios de salud mental.
Chloé Tamames, estudiante de secundaria en España, de 15 años de edad, trabajó como practicante en nuestra redacción, en las últimas dos semanas.
(rml)