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Herta Müller fue acosada por la Securitate en Rumania porque escribía lo que no estaba permitido. En 1987 llegó a Berlín Occidental, y en 2009 recibió el Premio Nobel de Literatura.»En la locura del totalitarismo, una joven no quiere renunciar a ser feliz». Con estas sencillas pero acertadas palabras, la editora que publicó la traducción rumana de una novela de la autora alemana y Premio Nobel de Literatura, Herta Müller, introdujo el volumen «Hoy preferiría no haberme conocido». Ella, la autora nacida en el Banato rumano, no quiso entregarse a la locura del totalitarismo. Ni siquiera cuando fue acosada, hostigada y espiada por la policía secreta comunista Securitate. Y ni siquiera cuando gente de su propia comunidad de suabos del Banat la insultó y la acusó de «traición» porque escribía sobre la violencia doméstica, sobre la arrogancia y la hipocresía, pero también sobre el pasado nazi de una parte del mundo pueblerino en el que creció, incluido su padre.
Idioma, silencio, culpa
Herta Müller nació el 17 de agosto de 1953 en Nitzkydorf, en Banat (al oeste de Rumania), en el seno de una familia que había perdido los bienes ganados con esfuerzo por su abuelo al ser expropiado como gran terrateniente y «partidario de Hitler» por el régimen prosoviético que se instaló en Rumania tras la Segunda Guerra Mundial.
Herta Müller escribió en alemán, su lengua materna, lo que la convierte en una escritora alemana. Pero sin la vida en Rumania, con los traumas sufridos, con la traición de los amigos que la denunciaron a la Securitate, con los sacrificios asumidos, sin las mentiras y el miedo al sistema, la fuerza de sus escritos, en gran parte autobiográficos, probablemente no habría sido tan contundente.
Expulsión y exilio
Los últimos meses en Rumania se convirtieron en un calvario psicológico: innumerables acosos, más de 50 interrogatorios en los calabozos de la Securitate, humillaciones a la espera de salir del país.
«Lo recuerdo bien», escribe el periodista y diplomático rumano Emil Hurezeanu en un ensayo para DW, «fue en el invierno de 1987, cuando llegó a la estación de tren de Berlín con su madre. Hacía un frío glacial. Eran los mensajeros de una travesía forzada, más que liberadora, del Telón de Acero. Humilladas en casa, expuestas a los riesgos de un totalitarismo vengativo, estaban allí ante una libertad aún desconocida».
Costurera de las palabras justas
Se cuenta que Herta Müller dijo una vez que no quería ser escritora. De niña soñaba con ser costurera. Empezó a escribir por miedo. Y «tradujo» la sastrería en literatura: en libros en collage en los que escribía sus poemas, creados a partir de palabras recortadas de periódicos y enlazadas en un caleidoscopio lírico.
Poco antes del cumpleaños 70 de la autora, la editorial muniquesa Hanser-Verlag publicó un nuevo volumen: «Eine Fliege kommt durch einen halben Wald». El libro incluye artículos, ensayos y discursos de los últimos 20 años. También esta vez es evidente que Herta Müller sigue siendo fiel a sí misma. «En el corazón de todo lo que escribió y sigue escribiendo hay una convicción absolutamente simple: basta con que se cometa una injusticia contra una sola persona para que toda la humanidad se vea afectada. Todo ser humano debe ser consciente de esa injusticia», explica a DW el escritor Ernest Wichner. «Y como no hay Estado ni religión en todo el mundo que luche contra tales injusticias, que se multiplican y agravan hasta llegar a la guerra y el genocidio, necesitamos personalidades como Herta Müller».
(gg/cp)