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Se trata de algo más que un brazalete

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La polémica sobre el brazalete One Love es un ejemplo de todo lo que no hay en la Copa del Mundo: diversidad, tolerancia y libertad de expresión, dice Olivia Gerstenberger.¿Qué valor tiene una campaña si se retira bajo amenaza de sanciones? ¿Qué valor tienen las campañas que se llevan a cabo, pacífica y unánimemente en países democráticos, es decir, en la zona de confort, pero no donde realmente importa?

Siete equipos nacionales de fútbol quisieron dar el ejemplo, representando valores «occidentales» en el Mundial de Qatar: la selección de los Países Bajos, que lanzó la campaña, junto al respaldo de Inglaterra, Gales, Bélgica, Suiza, Dinamarca y Alemania.

Para ello impulsaron la iniciativa del brazalete «One Love», que llevaron algunos capitanes de equipo. Una importante contribución; dijo en su momento el capitán de Alemania, Manuel Neuer. Un brazalete con un colorido corazón a rayas y con las palabras «One Love», en señal de rechazo a la homofobia, al antisemitismo y al racismo. Y, por el contrario, en favor de los derechos humanos.

Pero las siete selecciones de fútbol dieron pie atrás en el último momento. ¿Por qué? Porque temen las consecuencias.

Demostración de poder de la FIFA

¿Sanciones deportivas como una tarjeta amarilla por brazalete? ¿O incluso la exclusión del torneo? Es una locura, pero en realidad es posible, porque el brazalete de la FIFA es considerado parte de la vestimenta oficial, según el reglamento de la Copa del Mundo. Llevar ropa «incorrecta» puede ser sancionado deportivamente por el árbitro.

La FIFA ha dejado claro que los capitanes podrían incluso ser obligados a abandonar el terreno de juego, según un comunicado conjunto que emitieron las siete federaciones, que recomendaron a sus capitanes a no llevar el brazalete, para no poner en riesgo al resto de los jugadores. Aunque recalcaron, luego, sentirse frustrados por esta decisión sin precedentes.

Miedo al brazalete inclusivo

¿Sin precedentes? ¡Seguro! Y tenemos que volver a reiterarlo claramente: no se trata del brazalete arcoíris. Ni siquiera aparece el arcoíris como símbolo del movimiento LGBTQI*. Se trata de un brazalete en forma de corazón, bastante discreto, con un simbolismo totalmente reducido.

Y, sin embargo, este trozo de tela ha causado tal revuelo en la FIFA que han reaccionado con su propia campaña de «no discriminación». En los brazaletes oficiales de la FIFA de los 32 capitanes de los equipos se pueden ver ahora diversas frases, desde «Proteger a los niños» hasta «Salvar el planeta». «One Love», por supuesto, no aparece. Una jugada inteligente de la FIFA que parece haberse impuesto con toda su fuerza.

El deporte y la política no pueden separarse

Pero ¿qué dice de las siete selecciones de fútbol haber echado pié atrás? «Solo quieren jugar fútbol», ya no puede ser un argumento. El deporte y la política no se pueden separar, aunque la FIFA y el Comité Olímpico Internacional (COI) lo quieran así.

Los siete equipos tomaron una decisión muy clara a favor de esta campaña antes del inicio de la Copa del Mundo. Cada manifestante o cada huelguista toma una decisión de antemano y conoce las posibles consecuencias, ya sea en Alemania, Irán o Qatar. Pero tal decisión también requiere coraje y la voluntad absoluta de querer realmente marcar la diferencia, pase lo que pase.

Las siete federaciones europeas tuvieron la oportunidad de hacerlo. Podrían haber permanecido juntas, haber mostrado una postura común y haber demostrado su valentía. No obstante, todo quedó solo en promesas vacías y en otro enorme daño a la imagen de la Copa del Mundo.

(ng/jov)

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