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El Proceso de Quito hace frente a la crisis migratoria venezolana

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El Proceso de Quito, en el que participan 13 países de la región, es una iniciativa que busca coordinar acciones en torno a la recepción de migrantes venezolanos en el continente.Las dimensiones de la crisis son escalofriantes. El desplazamiento de refugiados y migrantes venezolanos es hoy el segundo mayor del mundo: según cifras de la ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados, alcanza en la actualidad a 6,8 millones de personas. Solo por detrás de Ucrania.

De ellos, cerca de 5,7 millones se encuentran en países de Latinoamérica y el Caribe, según datos de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela.

“Latinoamérica y el Caribe están presenciando en la última década el mayor flujo de movilidad humana de toda su historia”, sostuvo recientemente Ricardo Rizzo, responsable de la División de Asuntos Humanitarios de la Cancillería de Brasil y punto focal del Proceso de Quito, ante el Banco Interamericano de Desarrollo.

“Este flujo de personas en búsqueda de nuevas seguridades y oportunidades se expone a riesgos y carencias que los hacen vulnerables desde el punto de vista sanitario, alimentario, de seguridad, y los expone a los delitos de tráfico y trata de personas, además de plantear desafíos frente a la desocupación, la educación y el acceso a una vivienda digna, entre otros”, describió Rizzo la complejidad de la problemática.

Los objetivos del Proceso de Quito

Para dar respuesta a esta realidad, para coordinar acciones, favorecer la integración y proponer prácticas positivas, nació en 2018, por iniciativa de Ecuador y con el apoyo de 13 países de la región, el denominado Proceso de Quito.

“El objetivo central es articular medidas a nivel regional con el fin de fortalecer la regularización, asistencia, recepción e integración de los refugiados y migrantes en las comunidades de acogida”, indica al respecto Osmar Alza, coordinador de la Secretaría Técnica del Proceso de Quito, en entrevista con DW.

Migración, prejuicios y xenofobia

Los desafíos son múltiples: “El desconocimiento de quién es el otro suele producir temor por parte de los ciudadanos de los países receptores”, señala, por su parte, Enrique Patiño, coordinador de comunicaciones de la Secretaría Técnica del Proceso de Quito, en entrevista con este medio.

“Los prejuicios hacia refugiados y migrantes dificultan su adaptación y su integración, generan mayores choques sociales y aumentan la discriminación”, afirma el experto desde las oficinas del Proyecto en Panamá.

El Proceso de Quito en acción

Con financiamiento de los países miembros, la colaboración de Naciones Unidas y el Grupo de Amigos, entre los que se encuentra la Unión Europea, el Proceso de Quito se reúne periódicamente en diferentes sedes, denominadas capítulos.

“Actualmente se desarrolla la octava edición, con la presidencia pro témpore a cargo de Brasil”, detalla Alza. “Y se trabaja sobre diez ejes: regularización migratoria, refugio, educación, salud, reunificación familiar, trata de personas, protección de niños y niñas y adolescentes, género, integración socioeconómica y centros de recepción”, puntualiza.

Más allá de números y conceptos, se trata de respetar el rostro humano de las migraciones. “Muchas de las personas refugiadas y migrantes han recorrido distancias físicas superiores a los 7.200 kilómetros, a pie o por carretera, para llegar desde Caracas hasta capitales como Santiago de Chile o Buenos Aires”, cita, por caso, Alza.

Y en este sentido, la reciente Declaración Conjunta de Brasilia advierte del riesgo “de que se invisibilice la situación regional” y exhorta “a que se incrementen los esfuerzos de ayuda de la comunidad internacional”. (ms)

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