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España es el primer país europeo en conceder el permiso por menstruaciones dolorosas, pero los críticos dicen que la medida alimenta el estigma y la discriminación.»Recuerdo que estaba en el aula dando clases y me dolía tanto, que se me salían las lágrimas. Tuve que abandonar la sala», cuenta Judy Birch a DW. Ella dirige ahora la Red de Apoyo al Dolor Pélvico, con sede en el Reino Unido. Es una de las millones de mujeres que padecen síntomas menstruales graves. Denominados dismenorrea, pueden incluir sangrados abundantes, calambres intensos y fatiga, o incluso náuseas, vómitos y diarrea. Hasta un 91 por ciento de las mujeres en edad reproductiva puede padecer dismenorrea, y hasta el 29 por ciento sufre dolores intensos.
La dismenorrea es lo suficientemente grave como para interferir en las actividades diarias de hasta el 20 por ciento de las mujeres, afirma la Academia Estadounidense de Médicos de Familia.
«Yo simplemente sufría en silencio», dice Birch, «no era capaz de concentrarme». En algunos países del mundo, las mujeres pueden hacer uso del tiempo libre asignado legalmente durante sus períodos. Estas políticas de «permiso menstrual»son controvertidas: se las acusa de alimentar el estigma y la discriminación, acaban siendo objeto de un intenso debate y tienen dificultades para ganar adeptos. Sin embargo, España se ha convertido en el primer país de Europa en ofrecer este tipo de permiso.
«Una de cada dos mujeres experimenta períodos dolorosos”
El Consejo de Ministros de España aprobó el pasado 17 de mayo una reforma de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo que data del año 2010, más conocida como Ley del Aborto, por la que se permitirá a las menores de 16 y 17 años que soliciten esta prestación sin el consentimiento paterno, y que las mujeres que acrediten sufrir una menstruación dolorosa e incapacitante puedan obtener la baja laboral los días que necesiten conforme a su cuadro médico.
Toni Morillas, director del Instituto de la Mujer de España, un organismo gubernamental, declaró al medio online español Público que «en España nos cuesta reconocer la menstruación como un proceso fisiológico que debe generar derechos». Según Morillas, una de cada dos mujeres experimenta períodos dolorosos.
La propuesta política forma parte de una nueva ley de salud reproductiva que también eliminaría el impuesto sobre la venta de productos menstruales, como compresas y tampones, en los supermercados.
Países del este de Asia a la cabeza en permisos menstruales
El Parlamento italiano había presentado una propuesta de permiso menstrual similar en 2017, que suscitó un amplio debate en torno a si podría aumentar la discriminación laboral. La propuesta finalmente no avanzó.
Solo un puñado de países -Japón, Corea del Sur, Taiwán, Indonesia y Zambia- cuentan actualmente con marcos políticos nacionales que conceden permisos menstruales remunerados.
Veve Hitipeuw, directora general de Kiroyan Partners en Indonesia, es una empleadora que debe ofrecer este permiso, y también lo ha aprovechado. Dice que lo ha utilizado de vez en cuando, ya que sufría fuertes dolores abdominales durante la menstruación. «Era muy difícil sentarse bien. No era capaz de trabajar si tenía que estar sentada frente a mi escritorio o mi portátil durante ocho o nueve horas al día».
«Era realmente horrible», dice Hitipeuw sobre sus períodos dolorosos, y describe la política como «realmente útil para mí», y que, aunque nunca tuvo problemas para tomarla o concederla, «todavía hay un estigma o discriminación en torno a esta licencia, porque la gente piensa que las mujeres son simplemente perezosas, no quieren trabajar». Especialmente para las trabajadoras de las fábricas, añade, donde la productividad está directamente relacionada con el tiempo de presencia en el lugar de trabajo.
La baja por maternidad puede ser problemática
Una mirada a Japón, que introdujo su política de permisos por períodos en 1947 como parte de las reformas industriales de la posguerra, parece confirmar ese punto de vista. Una encuesta reciente de Nikkei reveló que menos del 10 por ciento de las mujeres solicitan el permiso menstrual, aunque un 48 por ciento de las encuestadas quieren tomarlo a veces, pero nunca lo hacen, por ejemplo, porque son reacias a solicitarlo a su jefe masculino o porque muy pocas otras mujeres lo aprovechan.
También en los países europeos, con generosas políticas de permisos, no es habitual citar la menstruación como motivo para tomarse un tiempo libre. En los Países Bajos, una encuesta realizada en 2019 a más de 30.000 mujeres descubrió que, aunque el 14 por ciento se había ausentado del trabajo durante su periodo, solo el 20 por ciento aportó la verdadera razón.
Entre las implicaciones negativas se cuentan «la perpetuación de creencias y actitudes sexistas, la contribución a la estigmatización de la menstruación y la perpetuación de los estereotipos de género, el impacto negativo en la brecha salarial de género y el refuerzo de la medicalización de la menstruación», dice un estudio sobre el tema realizado en 2020 en Países Bajos.
Estos estereotipos de género negativos incluyen la fragilidad, la improductividad y la falta de fiabilidad de la mujer, mientras que la «medicalización de la menstruación» presenta negativamente la menstruación como una enfermedad que necesita «arreglo», explica el documento. Como se menciona en el texto, entre las menstruadoras se encuentran las personas no binarias y transgénero, que también deberían tener acceso a la baja por menstruación.
Según la experiencia de Birch con la red en el Reino Unido, «muchas mujeres son realmente castigadas en el trabajo si se toman un tiempo libre regular, como algo mensual». Pueden ser sancionadas o incluso despedidas. La capacidad de conseguir una política de permisos menstruales variaría mucho de un país a otro, señala, y sería mucho más difícil en países como Estados Unidos, que ofrecen pocos permisos pagados en general.
Para Birch, la propuesta de España no es suficiente. «Cuando tienes ese tipo de dolor cada mes, tres días no son nada». Ella cree que el entorno laboral en general debe ser mucho más flexible para dar cabida a las mujeres con síntomas menstruales severos.
Este es también uno de los resultados del documento de 2020, que afirmaba que «algunas menstruantes se beneficiarían de la flexibilidad en el lugar de trabajo. Así es como algunas empresas ya están flexibilizando sus políticas de tiempo en la oficina. Para Hitipeuw, «las empresas tienen que permitir a las mujeres realizar su trabajo y, al mismo tiempo, su papel en la sociedad, y también como ser humano, como mujer y como madre”.
(jov/dzc)