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Bucha: el despotismo no debe ganar

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El mundo está consternado por las atrocidades de la invasión rusa en Ucrania. Solo habrá paz en Europa si los criminales de guerra rusos fracasan, opina Eugen Theise.Bucha, Irpin, Gostomel, Mariúpol, Trostianets: la lista de lugares ucranianos que representan el horror de la agresión rusaa los ojos de la comunidad mundial es cada vez más larga. Hombres con los ojos vendados, asesinados por disparos en la cabeza, mujeres fusiladas solo por atreverse a salir del sótano, escuelas y hospitales bombardeados: la matanza indiscriminada de civiles parece ser una característica de las acciones de los rusos contra los ucranianos en esta guerra. Las redes sociales están literalmente inundadas de testimonios de ucranianos y de terribles imágenes tras la liberación de los lugares.

Antes los alemanes, ahora los rusos

Uno de estos escenarios de la barbarie rusa -hasta ahora mucho menos conocido internacionalmente que Mariúpol o Bucha- es Peremoha. Este lugar, situado a unos 50 kilómetros al este de Kiev, también ha sido destruido y saqueado en gran medida tras un mes de ocupación. La historia de Peremoha es especial.

El pueblo se llamaba Jadliwka hasta 1945 y ya es un símbolo de los crímenes de las fuerzas de ocupación. Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes incendiaron completamente Jadliwka, una bestial acción en castigo por los ataques de los partisanos. Tras la guerra, el pueblo fue reconstruido y rebautizado como Peremoha, “Victoria” en ucraniano.

Seis décadas después, siendo un estudiante, tuve la oportunidad de participar en un proyecto especial: jóvenes alemanes y ucranianos pasaron años juntos en campamentos de verano renovando la escuela de Peremoha. Este signo vivo de la reconciliación me ha marcado, a mí y a muchos otros en Ucrania y Alemania, para toda la vida. Hacer el bien y asumir juntos los crímenes de las generaciones pasadas: esa es una base especial para la verdadera amistad, para una visión común del futuro. La mejor garantía de que las atrocidades del pasado no se repetirán jamás.

Amistad tras la reconciliación con Alemania

Me alegro de que la Alemania actual y Ucrania estén unidas por una amistad basada en valores compartidos, como la democracia y la libertad. A pesar de todas las críticas justificadas de Ucrania por los cuestionables acuerdos de gas de Alemania con Rusia, y los intolerables años en que este país trató de apaciguar al dictador de Moscú, Alemania está, sin embargo, junto a Ucrania en su momento más difícil, ya sea apoyando a los refugiados o suministrando armas para la autodefensa.

Ocho décadas después de la guerra iniciada por el régimen alemán nazi, la guerra de exterminio rusa está invadiendo Ucrania. Al igual que los ocupantes alemanes de entonces, los invasores de hoy carecen de toda compasión por la población civil. Para los alemanes de entonces, los ucranianos eran “subhumanos”. Para los rusos de hoy en día, son enemigos mortales que hay que eliminar, porque su lucha por la libertad y la autodeterminación se percibe como una amenaza existencial en la autoimagen posimperial rusa.

Odio a los “traidores ucranianos”

En la mente de la mayoría de los rusos, su imperio perdido nunca dejó de existir. El 86 por ciento de la población de Rusia aprueban el despliegue de su Ejército en Ucrania, según recientes encuestas del instituto independiente ruso Levada.

En una sociedad estalinista, como la que revive bajo el gobierno de Vladimir Putin, a los “enemigos del pueblo” siempre se les ha aplicado la pena máxima. Los ucranianos lo sabían antes de esta guerra, incluso en Peremoha. A solo 30 kilómetros al este del pueblo, en un suburbio de Kiev, miles de ucranianos fueron sistemáticamente fusilados en un bosque poco antes de la Segunda Guerra Mundial, siendo enterrados en el lugar, solo porque el régimen moscovita de Josef Stalin los había declarado enemigos. Hoy, todos los ucranianos son “traidores” y “enemigos” si no aclaman a los ocupantes.

Los ucranianos solo pueden ganar

A pesar de lo pertubador de la matanza indiscriminada y del saqueo por parte de los invasores, la exitosa defensa de Kiev y otras ciudades es alentadora. Los socios occidentales no deben evitar en absoluto el apoyo a Ucrania por todos los medios, incluso en el caso de una nueva escalada por parte de Moscú. Porque la victoria de los ucranianos contra el despotismo ruso sería una oportunidad para toda Europa. La Europa que actualmente se reinventa como una comunidad de valores del lado de Ucrania.

El futuro pacífico de Europa está en juego. Sólo en caso de un fiasco de este vergonzoso ataque podría empezar a agrietarse el culto ruso a la guerra, preservado durante décadas. Durante largos años, la agresiva dictadura de Moscú ha estado azotando a su propia población en un verdadero frenesí de guerra mediante una propaganda masiva. El régimen criminal deriva pérfidamente su legitimidad del mito de la victoria soviética contra la Alemania nazi. Mientras los rusos se crean invencibles en su ilusión revisionista, no habrá una paz duradera en Europa. Porque mientras en Europa hemos aprendido de la Segunda Guerra Mundial que tales horrores no deben repetirse jamás, en Rusia el lema “podemos hacerlo de nuevo” (“moschem povtorit”) goza de gran popularidad. Se trata nada menos que de la conquista de Berlín.

Peremoha significa “victoria”. El pueblo destruido será reconstruido tras la victoria sobre la Rusia agresora. Que los rusos, al menos generaciones después, reflexionen sobre el destino de este pueblo como lo hicieron los alemanes en su día, depende de lo que quede del régimen criminal de Putin sobre las ruinas de esta guerra.

(gg/cp)

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