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La exposición al sol es, a veces, la peor enemiga de los tratamientos de belleza. Muchas veces queremos aprovechar estos días alejados del trabajo y de la vida social para hacernos un retoque y volver a la oficina con energías (y rostro) renovados. Sin embargo, esto choca con la recomendación de no someterse a ciertas intervenciones en estos meses del año; ya que no son compatibles con la exposición solar e incluso con el calor y las actividades al aire libre.
En verano tenemos vía libre para ponernos las inyecciones que más nos apetezcan. Y es que se tratan de tratamientos que solo requieren de un par de días sin exposición al sol y la aplicación de un SPF 50 durante la primera semana.
Entre 2 y 4 semanas es lo que dura el componente inflamatorio de técnicas como la bichectomía, los microinjertos, los aumentos mamarios, el láser endovenoso, el aumento de labios o la labioplastia. Todos esos tratamientos de belleza que modifican ligeramente (o enormemente) una parte de nuestro cuerpo. Una vez resuelta la inflamación del post operatorio, que remite por sí sola, sólo se requiere mantener secas las incisiones y aplicar un SPF 50 sobre las cicatrices durante todo el verano.
Existen tratamientos cuya intensidad requiere evitar el sol a toda costa. Estos son los destinados a eliminar las varices, las técnicas con láser CO2 que suponen una ablación de las primeras capas cutáneas o los peelings muy profundos, que se prescriben para el otoño por riesgo de pigmentación.
Tampoco es recomendable la exposición al sol antes de una depilación láser. Según el Instituto Médico Láser, que posee equipos específicos para la eliminación del vello en las pieles bronceadas o en las de fototipo alto, es preferible esperar unas semanas para que baje de intensidad.