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¿Sabes la relación que tiene el azúcar con el cáncer?

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El azúcar actualmente se ha convertido en una de la ingestas más peligrosas para el cuerpo humano. Su consumo excesivo es el responsable de múltiples patologías que se desarrollan con el pasar de los años y que cada vez son más frecuentes.  La dieta occidental incluye en su menú gran cantidad de ‘dulce’ que conlleva una tendencia importante a la obesidad y enfermedades como la diabetes, entre otras.

Según estudios realizados en el Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas, el azúcar también podría estar detrás del cáncer de mama y la metástasis. Los tumores necesitan gran cantidad de azúcar para poder reproducirse y llegar a todas las partes del organismo, por lo que un mayor consumo supondría incrementar las posibilidades de padecer esta enfermedad.

La investigación, publicado en la revista ‘Cancer Research’ y desarrollada con el trabajo en ratones, creen haber demostrado una relación directa entre una ingesta excesiva de azúcar y el riesgo de padecer cáncer de mama o metástasis pulmonares gracias a una vía metabólica conocida como 12-LOX (12-lipoxigenasa). En concreto, los expertos señalan a la fructosa procedente de la sacarosa como responsable de la aparición de tumores.

“Hemos demostrado que el consumo de sacarosa en ratones, comparable a los niveles de las dietas occidentales, conducía a un aumento del crecimiento tumoral y las metástasis en comparación con una dieta de almidón sin azúcar. Esto se debería, en parte, a un aumento de la expresión de 12-LOX y un ácido graso llamado 12-HETE”, afirma Peiying Yang, profesor de Medicina Integrativa, Paliativos y Rehabilitación del anteriormente citado centro oncológico.

En el análisis, los expertos dividieron a los ratones en cuatro grupos y a cada uno de ellos se les asignó una dieta diferente. Trascurrido medio año, el 30% de los mamíferos con control de almidón presentaban tumores, frente a un 58% de los roedores que habían desarrollado cáncer después de haber seguido una alimentación rica en sacarosa. También los casos de metástasis pulmonares fueron más elevados en los grupos con una ingesta mayor de azúcar.

Para entender cómo se relaciona el azúcar con la proliferación del las células tumorales, primero no debe confundir la oxidación de la glucosa con el azúcar que tiene en la despensa. La glucosa es un azúcar, como la lactosa o la fructosa. Pero el azúcar de mesa es un disacárido llamado sacarosa, compuesto por dos monosacáridos: glucosa y fructosa.

Al ingerir sacarosa tendrá un aporte de glucosa, pero no piense que eliminando el azúcar refinado de su dieta su cuerpo dejará de recibirla. La glucosa está presente en un sinfín de alimentos —cereales, panes, frutos secos, etcétera— y es el principal combustible de las células de nuestro organismo. Téngalo presente: aunque no consuma sacarosa, no se libraría de la glucosa.

“Las células tumorales utilizan mucha glucosa y tienen mecanismos para aprovecharla mejor que una célula normal, de forma que cuando hay una competición, como sucede en la aparición de un tumor, entre la célula normal y la tumoral por la glucosa, siempre gana la tumoral”, describe Josep Maria Argilés, director del grupo de investigación de Bioquímica y Biología Molecular del Cáncer en el Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona.

Aunque el artículo de Nature Communications no afirma en ningún caso que el azúcar cause cáncer, la ingesta de azúcares en la dieta converge con los hallazgos de la investigación. “Para la gente de la calle, el planteamiento importante no es conocer el metabolismo de una célula tumoral, sino saber si el cáncer viene provocado por el consumo de azúcar”, plantea Argilés.

Lo que de momento se ha confirmado es que el consumo excesivo de azúcar, en forma de bollería industrial o bebidas azucaradas, lleva a una situación de obesidad, y numerosos estudios epidemiológicos demuestran que la obesidad marcada o mórbida es un factor de riesgo de cáncer.

Primero, cuanto más alimentos se ingieran, el tracto gastrointestinal tendrá más contacto con posibles elementos cancerígenos. La obesidad genera, además, un estado proinflamatorio o inflamatorio crónico, que va ligado al cáncer. Y también se ha visto en animales de laboratorio, que si les quitamos el 30% de la comida, y por tanto reducen su peso, estos animales tienen menos tumores a la larga que los normales. La restricción de alimentos, y por tanto de energía, genera una respuesta preventiva en cuanto al cáncer”, recalca Argilés.

En la comunidad científica internacional, recuerda el epidemiólogo Carlos Alberto González, miembro emérito del Instituto Catalán de Oncología y coordinador durante 20 años en España del Estudio Prospectivo sobre Cáncer y Nutrición (EPIC), se acepta que el 80% de los tumores podrían asociarse a factores externos, entre los cuales están identificados y reconocidos el 20% o 25% con el tabaco, entre el 25% y el 30% con la dieta, el 15% con agentes infecciosos, del 10% al 15% con la obesidad, y entre el 4% y el 5% con el alcohol.

En ninguno de ellos se ha podido determinar que haya una asociación, salvo en el cáncer de mama, en concreto, en el caso de mujeres posmenopáusicas con receptores estrogénicos negativos [que no dependen de los estrógenos]. Todo lo que hoy en día se sabe de la relación entre azúcar y cáncer es una asociación indirecta a través de las bebidas azucaradas, que además de ser un factor de riesgo cardiovascular y de caries dental, está vinculada a la obesidad, que es en sí un riesgo de cáncer.

La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer ha identificado 13 tipos de cáncer relacionados de forma causal con esta enfermedad”, destaca este epidemiólogo.

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