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¿Por qué es tan importante usar protector solar todo el año?

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Hoy en día son muchas las personas que creen que el protector solar solo es necesario usarlo en verano, sin embargo, especialistas de la piel indican que hay que usar protector solar por todo el año independientemente cual sea la estación.  

Si bien es cierto que el verano es una estación cuando la radiación es más intensa, el rostro también está expuesto a la luz solar durante la primavera, el otoño y el invierno, motivo por el que es importante protegerlo siempre.

De esta forma también es importante tomar en cuenta que los tipos de piel, en función de su tonalidad, se engloban en seis grupos o fototipos, en función de su tonalidad: las más pálidas presentan más riesgo de cáncer de piel y son más fotosensibles, mientras que en las más oscuras es menor, lo que no quiere decir que no deban protegerse.

De acuerdo a la importancia de usar protector solar tenemos que la piel de la cara es un indicador de nuestro estado de salud y, además, su apariencia puede tener influencia en nuestra autoestima, ya que el rostro es la parte más visible y expuesta de nuestro cuerpo.

Esto hace que también sea la más propensa a sufrir agresiones de agentes externos, motivo por el que tenemos que poner especial esfuerzo en su cuidado. Es muy importante usar protector solar facial cada día, ya que la piel del rostro está casi continuamente expuesta al sol y a los rayos UV de forma directa. Además, el grosor de la piel en esta zona del cuerpo es más fino, lo que contribuye a hacerla más frágil y vulnerable a la radiación solar.

¿Qué consecuencias tiene el exceso de sol en la piel? 

Cuando nos exponemos al sol de forma controlada, durante periodos cortos cuando la radiación no es muy alta, el sol tiene efectos beneficiosos como:

Estimula la síntesis de vitamina D: es necesaria para fijar el calcio a los huesos, por lo que previene el raquitismo y la osteoporosis

Estimula la producción de melanina: es el pigmento que nos proporciona el aspecto bronceado de la piel y ayuda a protegerla de la radiación UV

Produce vasodilatación: por lo que reduce la tensión arterial

Estado de ánimo: la luz del sol mejora el estado de ánimo.

Aunque estos efectos son positivos, cuando la exposición al sol es excesiva, las consecuencias pasan a ser negativas. Como hemos visto, los rayos UV pueden ser A o B (UVA y UVB), y es necesario protegernos de ambos tipos, ya que mientras que los primeros están implicados en el envejecimiento de la piel, los segundos son responsables de las quemaduras provocadas por el sol.

De acuerdo con un estudio de la AECC (Asociación Española contra el Cáncer), los casos de melanoma, el cáncer de piel más agresivo, aumentan un 10% cada año, por eso recomiendan el fomento de los hábitos de protección frente al sol y hacen un llamamiento a la importancia de tomar conciencia de las consecuencias que el sol excesivo puede tener en nuestra salud. Y es que, muchas personas todavía siguen exponiéndose al sol de forma poco recomendable. Por ejemplo, de acuerdo con el estudio, el 42% de las personas toman el sol en la playa entre las 12 y las 16 horas, el tramo en el que las radiaciones son más peligrosas.

Además, inciden en la importancia de proteger del sol a los más pequeños, y educarles acerca del riesgo que este puede llegar a suponer, pues la mayoría de los casos de cáncer de piel son consecuencia de malos hábitos de exposición al sol en la infancia y la juventud.

¿Qué es un protector solar?

Hoy en día podemos encontrar distintos tipos de productos que nos protegen del sol, que se clasifican en función del tipo de protección. En este sentido podemos encontrar desde cremas hasta vestimenta con protección frente a la radiación solar.

Los protectores solares dermatológicos son productos, normalmente en formato de crema o de spray, que se aplican en la piel para evitar que las radiaciones UV la dañen. Dentro de los protectores solares dermatológicos, hay filtros inorgánicos que reflejan la luz, impidiendo que los rayos penetren (requieren de reaplicaciones frecuentes y dan un aspecto de máscara) o filtros orgánicos que funcionan absorbiendo la radiación ultravioleta, de forma que captan la energía y la transforman para que sea inocua para la piel (son los más utilizados).

Como decimos, las radicaciones son responsables de las quemaduras (UVB), el fotoenvejecimiento (UVA) y aumentan el riesgo de cáncer de piel. Los protectores solares faciales y corporales se clasifican en función del tipo de radiación UV del que protegen, así como de su FPS (factor de protección solar).

¿Qué es el FPS?

El FPS se refiere al grado de bloqueo del protector frente a las radiaciones UVB. El número de protección multiplica el tiempo de permanencia al sol de la piel sin que esta sufra daños por las radiaciones UVB. Por ejemplo, una piel que sin ningún tipo de protección que pueda estar 15 minutos al sol sin enrojecer, podrá permanecer 10 veces más (150 minutos) si utiliza un FPS 10, 15 veces más (225 minutos) si es un FPS 15 o 20 veces más (300 minutos) si es un FPS 20.

Las recomendaciones son usar un protector solar facial o corporal con al menos un FPS de entre 15 o 30, ya se estima que con un FPS de 15 nos protege contra aproximadamente el 93% de la radiación UVB y un FPS de 30 del 96%.

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