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Elecciones en Chile: un mar de fondo y algunas falacias

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Chile está presente en los periódicos alemanes, que ofrecen claves sobre el trasfondo de las elecciones del 19 de diciembre, en las que Gabriel Boric y José Antonio Kast disputan la presidencia.El matutino Frankfurter Allgemeine Zeitung publica un extenso artículo que ahonda en el conflicto mapuche del sur de Chile, como telón de fondo de los comicios, que analiza así: «Kast, quien alaba abiertamente la dictadura de Augusto Pinochet, fue considerado durante largo tiempo como demasiado extremo para tener una oportunidad seria de ganar. Pero, entretanto, algunos chilenos lo ven como la respuesta de derecha al estallido social de fines de 2019, que en pocos días conmocionó al supuestamente estable Chile. Las demandas de los manifestantes de un Estado más social han sido recogidas en el programa de Boric. Pero sobre todo el sector económico y las élites del país se sienten inseguras. En los últimos meses se ha producido una histórica fuga de capitales.

La incertidumbre, sin embargo, tiene un motivo adicional al impredecible desenlace de las elecciones presidenciales. Tras el estallido social, se eligió una Convención Constitucional, que elabora actualmente una nueva Constitución para reemplazar a la vigente, del tiempo de la dictadura. La Convención está dominada por fuerzas de izquierda e independientes. Las fuerzas conservadoras no consiguieron allí el tercio de escaños necesario para vetar artículos de la nueva Constitución. Los comicios presidenciales no tienen influencia directa en el proceso constituyente, pero la izquierda teme que Kast podría obstaculizarlo y que su eventual elección podría favorecer el rechazo de la nueva Constitución en un referéndum el próximo año. No es solo el miedo a la violencia, el narcotráfico y la inmigración lo que depara votos a Kast. Es también el miedo a que la redistribución del poder que busca abiertamente la izquierda pudiera ir demasiado lejos.

Boric «no es un extremista»

El periódico Süddeutsche Zeitung, de Múnich, publica una semblanza de Gabriel Boric y apunta: «Tratándose de Boric, se suele exagerar. Por ejemplo, se dice que ascendió directamente de líder estudiantil a candidato presidencial. O que Boric es de extrema izquierda, un comunista, y que, si ganara las elecciones del domingo, eso significaría el fin del Chile conocido hasta hace poco: pujante y exitoso, con brillantes torres de oficinas ante las nevadas cumbres andinas. Pero la verdad es un poco diferente, comenzando por la pujanza económica. Porque, aunque Chile creció como casi ningún otro país de la región, el bienestar no benefició a todos. Mientras una pequeña élite acrecentó su fortuna incluso durante la pandemia, cada vez más personas están en peligro de caer en la pobreza. El Estado apenas interviene; hasta el abastecimiento de agua ha sido privatizado.

En 2019 se produjeron masivas protestas y muchos de los que entonces salieron a las calles probablemente voten por Boric. Él promete reducir las diferencias, que claman al cielo, entre el sistema de salud público y el privado, y acabar con los exorbitantes créditos que los jóvenes chilenos tienen que tomar para financiar sus estudios. Boric promueve un Estado fuerte, no quiere en absoluto eliminarlo. No es un extremista, sino más bien un demócrata y, además, un político profesional”.

¿Cuán polarizada está Latinoamérica?

El periódico Tagesspiegel, de Berlín, hace notar que Boric aboga por un Estado social, la protección del clima y los derechos de las mujeres. Y plantea: «El hecho de que, con esas aspiraciones socialdemócratas, sea calificado de izquierdista radical, demuestra cuán hacia la derecha se ha desplazado el discurso en América Latina. (…) El hecho de que ideas en principio socialdemócratas sean consideradas rápidamente como extremas, tiene que ver con que en muchos países de la región apenas han cambiado las correlaciones de poder coloniales. Mientras la mayoría de la gente se ve marginada del ascenso social, unas pocas familias poseen increíblemente mucho dinero, tierras e influencia política y mediática. Solo algunos ejemplos: en Brasil, la mitad del total de ingresos se concentra en un uno por ciento de la población, mientras 27 millones de personas viven por debajo de la línea de la pobreza. En Guatemala, dos tercios de la superficie agrícola están en manos de un dos por ciento de terratenientes. En Chile, el uno por ciento de la población concentra el 25 por ciento de la riqueza. Cada intento de modificar esa correlación se topa con una enconada resistencia de las élites, ajenas a la idea burguesa del bien común. Ellas hablan del fantasma del comunismo. El hecho de que eso funcione tiene que ver también con las dictaduras de izquierda en Venezuela, Nicaragua y Cuba, donde brutales aparatos de seguridad sofocan cualquier amago de resistencia”.

(ms)

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