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Dramática fuga de cerebros en México

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El discurso agresivo del Gobierno contra la academia y los recortes presupuestarios en ciencia y tecnología alimentan la fuga de talentos mexicanos. Ante peligros para el desarrollo, expertos apelan al sector privado.El mexicano Andrew Almazán tiene 27 años y nueve títulos universitarios. Entre ellos, uno en psicología en Harvard y otro en administración de empresas en Yale. Almazán podría haberse ido a cualquier universidad o empresa en el mundo, pero decidió regresar a México, donde es actualmente director del departamento de Psicología del Centro de Atención al Talento (CEDAT).

Esta ONG trabaja con niños sobredotados como él, «para que puedan desarrollar sus habilidades en México y se queden en el país», explica a DW. «Porque, con cada niño que se va, el país pierde inteligencia. No solamente se va ese joven, se va él y su pool genético. La inteligencia no es un recurso fácilmente renovable», advierte.

Pérdida dramática

Para un país emergente como México, la fuga de cerebros es una pérdida dramática. Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el país latinoamericano más afectado por ese fenómeno y el séptimo a nivel mundial. Entre 2015 y 2017, según la OCDE, se fueron 866 mil mexicanos altamente calificados.

Hoy, la cifra ronda los 1,2 millones de talentos mexicanos que se han marchado al exterior, según Tonatiuh Anzures, Investigador Asociado Honorario del University College London (UCL), en el Reino Unido. El primer destino de los mexicanos es Estados Unidos, seguido de España y Reino Unido. Pero también China recluta cada vez más activamente a científicos de alto nivel, comenta Anzures.

Pandemia, inseguridad, falta de financiamiento público

Esta fuga de cerebros puede seguir aumentando drásticamente. De los 300 alumnos del CEDAT, durante el año pasado, la mitad manifestó su interés en irse del país. Así que la tendencia al alza es clara, pues «normalmente, son entre un 15 y un 20 por ciento», compara Almazán.

Las razones son diversas y, según los expertos, tienen que ver con la pandemia, la inseguridad o la frustración de no recibir el apoyo adecuado: «Hay, ahora, una sensación pesimista en la sociedad, un discurso de que en México se están cerrando oportunidades», comenta Almazán.

Y esto también tiene que ver con la política. El presidente Andrés Manuel López Obrador vive en constante tensión con la academia y la ciencia. Recientemente, por ejemplo, le reprochó a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la casa de altos estudios pública más grande del país, haber perdido «su esencia».

«Hasta la UNAM se volvió individualista y defensora de estos proyectos neoliberales, perdió su esencia de formación de cuadros y profesionales para servir al pueblo», dijo el mandatario mexicano, en su habitual conferencia «mañanera».

Mientras tanto, los recortes presupuestarios de su Gobierno afectaron fideicomisos que apoyaban la ciencia y la investigación, y también al CEDAT, que antes recibía fondos públicos para un programa de apoyo a niños sobredotados de escasos recursos.

Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) reportan un clima de hostigamiento y persecución, luego que la Fiscalía General de la República abriera una investigación contra 31 científicos, por supuesta corrupción y delincuencia organizada.

Pero, si bien este nivel de conflicto es inédito, la falta de apoyo a la ciencia no lo es tanto: «En el presupuesto mexicano, la ciencia y tecnología nunca ha sido una prioridad, y el gasto para este rubro apenas ronda el 0,4 por ciento del Producto Interior Bruto», precisa Anzures.

Falta de interés privado

Tampoco la empresa privada le ha prestado mucha atención, según los expertos, lo cuál también es problemático, pues para impulsar el desarrollo, hace falta crear sinergias entre el sector público y privado.

«Nos hemos acercado a empresas para que los niños sobredotados pudieran ser apoyados con becas. Pero, por ahora, son sobre todo empresas transnacionales las que han respondido», comenta Almazán: «Las empresas mexicanas ven eso como una inversión de muy largo plazo.»

La participación del sector privado en ciencia y tecnología es muy baja. Según Anzures, solamente un 20 por ciento de la inversión en ciencia y tecnología en México proviene del sector privado, una cifra mucho menor que en Estados Unidos o China, donde asciende a más del 50 por ciento.

«Hay una falta de visión común en torno a la necesidad del desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país», opina Anzures: «Las discusiones tienden a ideologizarse o politizarse.» Este investigador, que luego de muchos años en el Reino Unido, ha vuelto ahora a México, ve, sin embargo, señales de esperanza.

«Están surgiendo empresas de tecnología, incubadoras y unicornios, que tienen capacidades financieras y atraen talentos», dice y nombra el club de unicornios como Bitso, que se especializa en cryptomonedas; la venta de vehículos online a través de Kavak; o Clip, una aplicación móvil para pagos con tarjetas de crédito.

Redes de emigrados

Otro punto positivo, según Anzures, son las redes que están creando los científicos emigrados, entre ellos y con sus colegas que permanecen en México. «Conozco una bióloga que manda reactivos a México, porque es muy complicado y tardado pedirlos e importarlos», cuenta Anzures.

También existe una red global de investigadores mexicanos en el exterior, creada en 2005, en Silicon Valley, pero ahora con capítulos en muchos países del mundo.

«El rector del Politécnico, Arturo Reyes Sandoval, se especializó en Oxford en enfermedades tropicales desatendidas y logró abrir una oficina de enlace e investigación sobre vacunas en México», sigue enumerando. También esto ofrece una esperanza: «En este caso, no se puede hablar tanto de fuga sino de circulación de talentos», matiza.

Y Almazán tampoco se rinde. Apuesta a que las empresas y políticos algún día entiendan que el ingreso per cápita está ligado al coeficiente intelectual promedio de la población y que, sin inteligencia, difícilmente un país se pueda desarrollar y enriquecerse. Para él, el mayor desafío es hacermás atractivo el país, para que se queden los talentos.

(rml)

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