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Angela Merkel y Barack Obama fueron estrechos aliados. Pero no desde el principio. Este lunes, el expresidente estadounidense presenta las memorias de la excanciller alemana en el Teatro Anthem, en Washington.Los dos dejaron el cargo hace años, pero también una huella en la política mundial. Ella fue alguna vez la mujer más poderosa del mundo, él fue la persona con más poder en el planeta.
¿Existe la amistad entre políticos en ejercicio que sirven principalmente a los intereses de sus respectivos países? Al parecer sí. La presidencia de Barack Obama(2009-2017) estuvo, por así decirlo, enmarcada por los 16 años de cancillería de Angela Merkel(2005-2021), y durante este tiempo se desarrolló una gran cercanía entre los dos. Hacia el final de su mandato, Obama describió a Merkel como su aliado más cercano.
Comenzó con frialdad, desde ambas partes
Ese no fue siempre el caso. Los alemanes saludaron que Obama fuera elegido presidente en 2008. Pero Merkel ya lo había desairado cuando Obama aún estaba en campaña: en el verano de 2008, como canciller, se negó a permitirle utilizar la Puerta de Brandeburgo como telón de fondo para un discurso.
El entonces candidato presidencial demócrata tuvo que hacerlo desde la plaza frente a la Columna de la Victoria, donde unas 200.000 personas lo celebraron como un segundo John F. Kennedy al rescate tras la era de George W. Bush. En 2003, Bush abrió una brecha entre Estados Unidos y algunos europeos con la guerra de Irak. Alemania, entonces bajo el canciller Gerhard Schröder, del SPD, se oponía rotundamente a la guerra. Merkel, sin embargo, como líder de la oposición, se puso del lado de Bush.
En 2009, en su primer año en el cargo, Obama evitó Berlín a pesar de dos visitas a Alemania. Fue visto como una afrenta. Incluso más tarde, las cosas siguieron estando frías entre Merkel y Obama. Había sólidas razones políticas para ello, especialmente la abstención de Alemania en la decisión de la ONU sobre la intervención militar en la guerra civil libia en 2011.
Pero no sólo por eso. Ya entonces Washington estaba instando a su aliado alemán a gastar más en defensa y señaló que los superávits comerciales alemanes eran demasiado altos. Todo esto empeoró significativamente más tarde bajo Donald Trump.
Espionaje entre amigos
Pero a pesar del conflicto de entonces, o quizás debido a él, Obama concedió a la canciller la Medalla de la Libertad en 2011, el mayor honor que se puede otorgar a un extranjero. ¿Fue un gesto de reconciliación? ¿Una invitación a asumir más responsabilidades? Los observadores de la época sacaron ambas conclusiones.
En 2013, Obama finalmente consiguió situar su escenario en la Puerta de Brandeburgo a invitación de Merkel. Ambos se pusieron las manos en los hombros y demostraron unidad. Pero la irritación volvió a aumentar, especialmente cuando se conoció el alcance del espionaje estadounidense por parte del servicio secreto, la Agencia Nacional de Seguridad (NSA).
En octubre de ese año, se supo que la NSA incluso había intervenido el teléfono móvil de la canciller. Merkel se molestó mucho y pronunció posteriormente una frase que se convertiría en una de sus más famosas: «Espiarse entre amigos no está bien». Pero no hubo consecuencias políticas importantes.
Los elogios de Obama a la política de refugiados de Merkel
Cuanto más gobernaban Merkel y Obama, más cercanos parecían volverse política y personalmente. Peter Beyer, un miembro del conservador CDU de Merkel, dijo una vez a DW que lo que Obama valoraba especialmente en Merkel era «el pragmatismo, la confiabilidad y el profesionalismo». Y añade además: «Él la necesitaba». Con el creciente peso político y económico de Alemania, no pudo prescindir de la canciller.
En la cumbre del G7 en el verano de 2015 en el castillo de Elmau, en Baviera, se produjo quizás la foto más famosa de los dos, la cual muestra a Obama sentado en un banco con los brazos extendidos y a Merkel parece explicarle algo con gestos, con las montañas de los Alpes de fondo.
Políticamente compartían mucho. ¿Pero hasta qué punto se complementaban? Beyer concluye: «Son personajes muy diferentes». Pero eso no los perjudicó en absoluto. «Obama es un orador talentoso, llega a la gente. Merkel va al grano con pocas palabras, no es una gran oradora, no entusiasma a la gente». Pero ambos se apreciaban porque se complementaban.
Unas semanas después de la cumbre del G7, Merkel dejó la frontera alemana abierta a los refugiados. La drástica medida, que tal vez polarizó a Alemania como ninguna otra decisión de Merkel, fue muy elogiada por Obama: Merkel nos había «recordado convincentemente que no debemos dar la espalda cuando tenemos a nuestros semejantes están aquí y ahora necesitan nuestra ayuda».
Para Trump, la canciller se convirtió en un ejemplo negativo
Luego vino Trump en 2017. Y Merkel se convirtió en un ejemplo negativo para el sucesor de Obama en la Casa Blanca. Durante la campaña electoral de 2016, el republicano declaró que su rival demócrata Hillary Clinton quería ser la «Angela Merkel de Estados Unidos». Afirmó que Clinton quería aplicar la «loca» política de refugiados de Merkel también en Estados Unidos.
Con la elección de Trump, Estados Unidos pareció pasar de ser un aliado a un enemigo de Alemania en cuestiones políticas clave: el libre comercio, la protección del clima y el trato a los refugiados.
Merkel escribe en sus memorias sobre una reunión con Trump el 17 de marzo de 2017: «Hablamos en dos niveles diferentes. Trump en el nivel emocional, yo en el nivel de los hechos». Y continúa: «Si prestaba atención a mis argumentos, normalmente era sólo para construir nuevas acusaciones a partir de ellos. No parecía que su objetivo fuera una solución a los problemas planteados».
Es como una ironía de la historia que el libro de Merkel se publique ahora, cuando Trump está a punto de iniciar su segundo mandato, y casi parece un desafío que Merkel quiera presentarlo en Estados Unidos junto con Obama.
Obama ya había publicado sus memorias Una tierra prometida cuatro años antes, en noviembre de 2020. El tomo, que tenía más de 1.000 páginas, se vendió enormemente en todo el mundo. El libro de Merkel, Libertad, de más de 700 páginas, se publicará en más de 30 idiomas y el interés internacional parece ser alto.
La exlíder alemana quiere presentar la edición en inglés junto con Obama este lunes 2 de diciembre en el Teatro Anthem, en Washington. Merkel no podría desear un mejor promotor publicitario que Obama.
(lgc/rr)
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