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Cómo unas elecciones regionales cambiaron el tablero político de Alemania

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El ascenso de AfD en las elecciones regionales de Sajonia y Turingia cambió el panorama político en Alemania.Muchos observadores lo veían venir, pero el shock fue igualmente profundo. En las elecciones regionales de Sajonia y Turingia, celebradas el 1 de septiembre, el gran triunfador fue el partido Alternativa para Alemania (AfD), parcialmente de extrema derecha. En Turingia obtuvo la primera mayoría, con un 32,8 por ciento de los votos, y en Sajonia logró el 30,6 por ciento.

También el partido populista de izquierda “Alianza Sahra Wagenknecht” (BSW), escindido de “La Izquierda” logró buenos resultados en su primera aparición en las papeletas electorales: un 11,8 por ciento en Sajonia, y un 15,8 por ciento en Turingia.

Ambos partidos tienen en común el rechazo a una política liberal de migración y asilo, y el cuestionamiento del fuerte respaldo a Ucrania en su lucha contra Rusia.

Un nuevo sistema de partidos

El politólogo Endre Borbáth, del Centro Científico de Berlín (WZB), plantea dos perspectivas para analizar el fenómeno: “Una indica que los nuevos partidos, como AfD y BSW, son una reacción a acontecimientos actuales, como la pugna en la coalición de gobierno o la decepción general con los partidos tradicionales”. La otra es que los nuevos partidos representan una transformación sistémica y un cambio social. “Nuevos temas, como la migración, la integración europea o el cambio climático son la causa”, dice.

Durante décadas, el partido conservador Unión Cristianodemócrata /Cristianosocial (CDU/CSU) y el partido socialdemócrata (SPD) determinaron el rumbo político de Alemania, junto con los liberales del FDP. Otras formaciones más pequeñas duraron poco en el escenario.

El primer cambio sustancial se produjo con el ingreso de Los Verdes al Bundestag, el Parlamento alemán, en 1983. Tras la reunificación de Alemania en 1990, se sumó también al Parlamento federal el Partido del Socialismo Democrático (PDS), sucesor del SED que gobernaba la antigua República Democrática Alemana. De él surgió luego La Izquierda, que cumplió durante largo tiempo la función de dar cabida a los seguidores del SED en la democracia de la Alemania unificada. Sin embargo, las últimas elecciones indican que este partido ha perdido muchos adeptos en el Este del país y lucha por su subsistencia.

Pérdida de electorado

Mientras, los antiguos grandes partidos pierden apoyo. De los 16 estados federados de Alemania, 14 son gobernados todavía por los tradicionales CDU, CSU o SPD. Sin embargo, este último logró apenas un 25,7 por ciento de los votos en las últimas elecciones generales, con el actual canciller, Olaf Scholz, como candidato, aunque eso bastó para formar una coalición de gobierno con los verdes y los liberales. A modo de comparación, cabe recordar que el SPD alcanzó su mejor resultado electoral en 1972, con Willy Brandt; un 45,8 por ciento.

Hoy en día, esa cifra parece un sueño para los grandes partidos de antaño. Endre Borbáth indica que la pérdida de confianza en los partidos clásicos es una tendencia perceptible también más allá de las fronteras alemanas.

Los errores del momento

¿Qué pueden hacer los partidos tradicionales para recuperar respaldo? Por el momento, el SPD y la CDU compiten en Alemania por demandar un endurecimiento de la política de inmigración y asilo, como consecuencia de los resultados electorales de Sajonia y Turingia.

Endre Borbáth lo considera un error. “Si el Gobierno habla más sobre esos temas y sobre medidas radicales, normaliza un poco a la AfD. Por eso, pienso que es erróneo tematizar demasiado esos asuntos”, dice. A su juicio, hay que tomar en serio las preocupaciones de la gente, pero no se debe permitir que la AfD, en parte de extrema derecha, determine el alcance y el ritmo del debate. “No digo que los grandes partidos no deban abordar esos temas, pero deben pensar muy bien cómo hablan de ellos”.

Pese a la actual crisis de confianza que afecta a en realidad a todos los partidos tradicionales en el país, Borbáth subraya la importancia de que sigan cumpliendo su rol. “Naturalmente, los partidos necesitan siempre impulsos de expertos, de movimientos sociales. Pero, en último término, creo que una democracia representativa no funciona sin partidos”.

(ers/ms)

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