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Las carcajadas acompañan la campaña electoral de la candidata presidencial demócrata estadounidense, Kamala Harris. Esto da a sus oponentes un blanco al que atacar. Pero ella se defiende con humor.»Tiene la risa de una loca», espetó Donald Trump sobre Kamala Harris, su rival para la presidencia de Estados Unidos. Trump no pierde ocasión de burlarse de ella, por su condición de mujer o por su color de piel. Los seguidores del expresidente se unen a él difundiendo memes ofensivos y videos falsos. Harris y su equipo de campaña rechazan estos ataques dándole la vuelta a la tortilla. Cuentas que normalmente se centran en celebridades del mundo del espectáculo muestran ahora a Kamala Harris como un ícono del pop.
Una y otra vez, la atención se centra en la alegre vicepresidenta de Estados Unidos, que sabe reírse a carcajadas de sí misma, deja que las campañas desagradables le reboten y, a veces, devuelve los golpes. Por ejemplo, dice que como fiscal se vio obligada a tratar con criminales de todo tipo: «Delincuentes que abusan de las mujeres, defraudadores y estafadores que se han saltado las normas en su propio beneficio. Créame, conozco a tipos como Donald Trump».
El humor puede desarmar
Harris tacha a Trump de «raro» y luego se dedica a los complejos temas de campaña con la debida seriedad de «estadista». Según la investigadora del humor Eva Ullmann, Harris puede ganar puntos con esa táctica, junto con su no menos simpático aspirante a vicepresidente, Tim Walz: «La campaña electoral estadounidense no versa solo sobre el humor. La dupla Harris-Walz tiene una línea política clara, puede hacerse valer y tiene un estatus elevado. No son artistas de cabaret, no quieren competir como tales, pero su humor tiene algo sincero y realista, algo que es atractivo y resulta muy cautivador».
La gran ventaja que ambos tienen sobre Trump en materia de humor, agrega Ullmann, es «el hecho de que no son tan irrespetuosos como Trump y su entorno. La sociedad está harta de ese constante menosprecio, vergüenza y odio, esa forma de humor ya no es deseada».
El humor no es sinónimo de pérdida de poder
Ullmann, autora del libro «El humor es cosa del jefe”, está convencida de que la cultura del humor y la risa está cambiando. «Durante mucho tiempo se ha asociado el humor en posiciones de poder con una forma agresiva de humor, como la que practica Trump. (…) El descubrimiento de que también existe un humor que puede hacer quedar bien a los demás, que no los avergüenza, es en realidad una novedad en las altas esferas. El mayor temor al humor entre las personas en posiciones de poder es que no los tomen en serio, tienen miedo de hacer el ridículo, de convertirse en payasos», explica la experta.
El miedo a la risa es arcaico
Este miedo está profundamente arraigado en la historia de la humanidad. Los científicos del comportamiento están convencidos de que la risa estuvo en el comienzo de la comunicación humana: los pueblos prehistóricos se reían antes de poder hablar.
El psicólogo e investigador de la risa Michael Titze explica cómo hace unos 400.000 años una risa también podía convertirse en una amenaza: «Esto de que se rían de nosotros es algo muy arcaico y todos los políticos lo temen».
La risa se ha politizado desde la antigüedad. El filósofo griego Platón, por ejemplo, opinaba que la risa era una amenaza para el Estado; quien se entregaba a la risa ya no era capaz de pensar racionalmente y podía perder el poder. A su discípulo Aristóteles, en cambio, le encantaba reír y creía que la risa distinguía a los humanos de los animales.
El humor es genético
Volviendo a Kamala Harris: «La critican y entonces ella empieza a reírse a carcajadas de una manera que debilita a sus oponentes», afirma Titze. La alegría de Harris es también una forma de comunicación.
Cuando alguien -como Harris- se ríe a carcajadas, el cerebro libera neurotransmisores que le hacen sentir bien. No en vano dice el refrán: «La risa es la mejor medicina». Las personas alegres son atractivas. Sin embargo, el investigador de la risa Titze deja claro que la risa es genética: «El humor no se puede aprender, no se puede forzar, porque entonces no se ve natural. El potencial individual del humor es genético».
(ct/ms)