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LA SANTISIMA TRINIDAD

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LA SANTISIMA TRINIDAD

Según la iglesia católica, la Trinidad es el término con que se designa la doctrina central de la religión cristiana. Consiste en la creencia de que Dios es un ser único en tres personas, es decir, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No son tres dioses sino un solo Dios en tres personas: «El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza».

El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es la fuente de todos los otros misterios de la fe. Es la enseñanza más fundamental. Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela. La Santísima Trinidad se ha manifestado a través del Antiguo Testamento (en Génesis 1: 1, encontramos que Moisés utiliza el nombre plural de Dios) y el Nuevo Testamento (Mateo 28:19-20). Pero la plena revelación del misterio de la Santísima Trinidad se le atribuye al mismo Jesús, tanto a juzgar por su relación manifiesta con Dios, a quien llamaba “Padre”, como por medio de su testimonio y sus enseñanzas.

Los cristianos son bautizados en «el nombre» del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y no en «los nombres» de estos, pues no hay más que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad

La creencia o afirmación considerada como irrefutable y de carácter absoluto dentro de determinado ámbito, el Dios Padre es el creador de la vida en todas sus formas y manifestaciones. Jesús es el Hijo único de Dios, quien procede de su misma naturaleza y acepta encarnarse en la Humanidad para dar cumplimiento a los designios del Padre. Por último, el Espíritu Santo, que proviene de ambos, es el que causa en el ánimo un impulso moral de la vida e inspira acciones y palabras de bien en los corazones.

Fundamentos bíblicos

La creencia en la Santísima Trinidad descansa en la interpretación de diversos libros de la Biblia. Según los siguientes ejemplos, se ilustra esta afirmación:

  • En el libro del Génesis, el narrador pone la voz de Dios en la primera persona del plural en más de una ocasión. Por ejemplo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza…” (Genesis 1:26).
  • A lo largo de los evangelios, estas interpretaciones adquieren más forma, gracias a las palabras de Jesús. Por ejemplo: “Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta.» Jesús le respondió: «Hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces, Felipe? El que me ve a mí ve al Padre. ¿Cómo es que dices: ¿Muéstranos al Padre?” (Juan 14:8-9).
  • Otro ejemplo que podemos registrar está en el evangelio de Mateo: “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 18;19).
  • El evangelista San Juan reflexionó abundantemente sobre este asunto, dejando sentadas las bases de la Santísima Trinitaria. Eso es visible en el primer capítulo de su evangelio: “Nadie ha visto a Dios jamás, pero Dios-Hijo único nos lo dio a conocer; él está en el seno del Padre y nos lo dio a conocer.” (Juan 1:18).
  • Lo propio fue hecho también por el apóstol Pablo en las cartas: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9).

Los concilios

El principio establecido de manera incuestionable dentro de la religión, la Santísima Trinidad es un concepto que pretende definir la naturaleza del Dios de los cristianos. Esta preocupación no estaba formulada de esta manera antes de la romanización de la Iglesia, pues en tiempos de la persecución, los cristianos se concentraban en reflexionar sobre la misión de Jesús.

El tema se volvió un debate central tras la institucionalización de la Iglesia. Así, el concilio de Nicea (año 325), promovido por Constantino, jefe del imperio Bizantino, se ocupó de definir la naturaleza del Hijo respecto del Padre. Luego, el concilio de Constantinopla (año 381) reconoció al Espíritu Santo y, finalmente, el concilio de Calcedonia (año 451) lo ratificó. Así, se dio forma definitiva a la oración doctrinal de la Iglesia por excelencia: el credo.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra.

 Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,

nació de Santa María Virgen,

padeció bajo el poder de Poncio Pilato

fue crucificado, muerto y sepultado,

descendió a los infiernos,

al tercer día resucitó de entre los muertos,

subió a los cielos

y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

 

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de la carne

y la vida eterna.

Amén.

Credo de Nicea – Constantinopla (Credo Largo)

Creo en un solo Dios, 
Padre todopoderoso, 
Creador del cielo y de la tierra, 
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, 
Hijo único de Dios, 
nacido del Padre antes de todos los siglos: 
Dios de Dios, 
Luz de Luz, 
Dios verdadero de Dios verdadero, 
engendrado, no creado, 
de la misma naturaleza del Padre, 
por quien todo fue hecho; 
que por nosotros lo hombres, 
y por nuestra salvación 
bajó del cielo, 
y por obra del Espíritu Santo 
se encarnó de María, la Virgen, 
y se hizo hombre; 
y por nuestra causa fue crucificado 
en tiempos de Poncio Pilato; 
padeció y fue sepultado, 
y resucitó al tercer día, según las Escrituras, 
y subió al cielo, 
y está sentado a la derecha del Padre; 
y de nuevo vendrá con gloria 
para juzgar a vivos y muertos, 
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, 
Señor y dador de vida, 
que procede del Padre y del Hijo, 
que con el Padre y el Hijo 
recibe una misma adoración y gloria, 
y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, 
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo 
para el perdón de los pecados. 
Espero la resurrección de los muertos 
y la vida del mundo futuro. 
Amén.

 Solemnidad de la Santísima Trinidad

La Santísima Trinidad se celebra el siguiente domingo después de Pentecostés y está incluida dentro de las Celebraciones Religiosas Móviles. Este 2024, corresponde al domingo 26 de mayo. La lectura del evangelio de ese domingo corresponde a Mateo 28:16-20, el cual se incluye a continuación: 

Evangelio según Mateo 28:16-20

 16   Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

17   Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.

18   Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el  cielo y en la tierra.

19  Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,

20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»

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