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Antes de las inundaciones catastróficas que mataron a miles de personas esta semana, la ciudad portuaria libia era famosa por sus revolucionarios, su oposición a Muamar Gadafi y su paisaje costero.A lo largo de la historia, la ciudad costera de Derna ha sido temida y venerada. Fundada a fines del siglo XV en una antigua colonia griega, esta urbe libia siempre fue reconocida como un centro cosmopolita, lleno de expresiones artísticas e intelectuales. Habitada por unas cien mil personas en la actualidad, también destacaba por su ubicación privilegiada y por los bosques verdes que la rodeaban, únicos en el país.
Pero después de las catastróficas inundaciones que sufrió esta semana, los expertos sostienen que fue precisamente su ubicación costera un factor determinante para la enorme devastación que causó la tormenta Daniel y el elevado número de fallecidos que provocó (más de 11.000 contabilizados, y siguen aumentando), así como cientos de desaparecidos. Eso, y factores históricos que determinaron el deterioro de sus edificaciones, incluidas las más relevantes de su entorno: las presas.
Ciudad de rebeldes
En 2011, durante la llamada «primavera árabe», los habitantes de Derna fueron de los primeros en protestar contra la dictadura de Muamar Gadafi, que se extendía ya por 42 años. Gadafi había construido su red de apoyos en las regiones del oeste del país, en torno a la ciudad de Trípoli, sin prestar demasiada atención al este, donde se encuentra Derna, lo que condenó a esa región a políticas de exclusión económica.
Esto se debió, en parte, a que Derna había sido una ciudad opositora a Gadafi desde la década de los setenta, lo que llevó al régimen a dejar de ocuparse de la infraestructura de la urbe. En la década de 1990, numerosos hombres de Derna se sumaron al Grupo de Combate Islámico Libio contra Gadafi, lo que llevó al dictador a lanzar una brutal operación en la ciudad, buscando casa por casa a los rebeldes. Además, ordenó la demolición de edificios y cortó el suministro de agua y electricidad.
Derna perdió su brillo, no había escuelas y los hospitales se caían a pedazos. Los edificios de viviendas se veían en condiciones deplorables y comparada con el resto del país, la ciudad estaba básicamente en ruinas. Ese abandono siguió con los años, reveló a DW Hussein bin Dish, un funcionario local. «Nada funciona, no hay autoridades nacionales, nada. Hagan algo, vivimos en una gran injusticia», lamentó.
Tras la caída del régimen de Gadafi, Derna quedó, como el resto de Libia, a merced de milicias y grupos armados. Uno de las más poderosos fue la Brigada de los Mártires de Abu Salim, fundada por exmiembros del Grupo de Combate Islámico Libio contra Gadafi. En 2014, desertores de esta milicia juraron lealtad al Estado Islámico y tomaron Derna, donde aplicaron mano dura, ejecutando y decapitando a numerosas personas.
Otros grupos contraatacaron, pero no fue hasta 2016 que finalmente el Estado Islámico fue expulsado. Sin embargo, eso no traería el fin de los combates. Libia está dividida en dos desde 2014, con dos gobiernos, uno en el este, otro en el oeste. Este último es el reconocido por Naciones Unidas, y está ubicado en Trípoli. Su rival, conocido como la Cámara de Representantes, tiene asiento en Tobruk.
Las presas: solución y problema
La tanta veces alabada ubicación de Derna fue un factor determinante también en las devastadoras inundaciones que sufrió la ciudad esta semana. Salpicada de antiguas iglesias y mezquitas, famosa por su agricultura y rodeada por playas, la ciudad está construida sobre lo que se conoce como un abanico aluvial, donde la tierra está compuesta por sedimentos, y está dividida en dos por un río que está seco la mayor parte del año.
Esta peculiar geografía es propensa a inundaciones, que en varias ocasiones han azotado a Derna en el pasado. En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, un diluvio arrasó con las posiciones alemanas instaladas en las afueras de la urbe. Hubo grandes inundaciones en los años 1956, 1959, 1968 y 1986, siendo la peor de todas la de 1959. Hasta ahora.
Debido a esta situación, entre 1973 y 1977 fueron construidas dos grandes presas, Mansour y Derna. Su objetivo era controlar las inundaciones así como gestionar la erosión del suelo y regar las tierras de cultivo circundantes. Sin embargo, esto no frenó las tragedias, y la última gran inundación se registró en 2011, cuando las autoridades locales fueron incapaces de drenar parte del agua de las presas.
Durante años, los habitantes de la ciudad tuvieron claro que las represas no habían sido adecuadamente gestionadas. Por ejemplo, no se sabe si alguna vez recibieron mantenimiento. Algunos dicen en la ciudad que la última vez fue en 2002, aunque otros afirman que hay que llegar a 1983 para encontrar trabajos que evitaran futuras complicaciones.
Un vecino dijo a DW que ellos habían advertido durante «años que las presas tenían grietas y necesitaban mantenimiento. Lo dijimos y nadie nos escuchó. Ahora toda la ciudad está inundada». Pese a esto, las represas también brindaron una sensación de seguridad. La ciudad creció de manera desordenada y se construyeron edificios en zonas que antes se inundaban regularmente. Además, las represas -levantadas antes de las realidades que impone el cambio climático- no fueron diseñadas para hacer frente a lluvias tan intensas.
(dz/lgc)