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“Sportswashing”: cuando la ropa sucia se lava con el deporte

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El “sportswashing” o lavado de imagen en el deporte vuelve a estar de actualidad. DW explica en qué consiste y qué se puede hacer para detenerlo.¿Qué es el “sportswashing”?

El lavado de imagen a través del deporte se refiere a la práctica de utilizar esta actividad para mejorar la imagen de un país o de una organización invirtiendo en eventos deportivos o en equipos de alto nivel. Esta inversión puede realizarse a través del patrocinio de organizaciones estatales o del propio país, o mediante la adquisición de participaciones en clubes, equipos u organizaciones deportivas.

El término ganó popularidad en la última década, cuando gobiernos autoritarios como China, Rusia y países de Oriente Próximo, como Arabia Saudí y Qatar, empezaron a invertir grandes cantidades de dinero en el mundo del deporte. Los críticos han reprochado a menudo que se intenta así distraer la atención de las violaciones de los derechos humanos en su propio país.

¿Qué ejemplos hay de lavado deportivo?

El lavado deportivo “no es nada nuevo”, dice a DW Nicholas McGeehan, director de Fair/Square Research, un laboratorio de ideas sobre derechos humanos. “Nos podemos remontar a la época romana. El deporte siempre se ha utilizado con fines políticos”, afirma McGeehan.

Décadas antes de que existiera el término, la Alemania nazi y la Italia fascista acogieron grandes acontecimientos deportivos en los años treinta. Se celebraron torneos de tenis en la Sudáfrica del apartheid; Mohammed Alí boxeó en el Zaire totalitario -la actual República Democrática del Congo-, y en Filipinas, entonces bajo la ley marcial.

En este siglo, el término se asocia más comúnmente con China, Rusia y los estados de Oriente Próximo. En 2010, la FIFA, el organismo rector del fútbol, fue objeto de críticas por conceder los derechos de organización de la Copa del Mundo a Rusia en 2018 y a Qatar en 2022. Del mismo modo, el enfoque de “neutralidad política” del Comité Olímpico Internacional (COI) ha sido objeto de críticas tras permitir que Sochi y Pekín acogieran los Juegos Olímpicos de Invierno en 2014 y 2022, respectivamente.

¿Qué se puede hacer contra el “sportswashing”?

La invasión rusa de Ucrania hizo que gran parte del mundo del deporte se replanteara su relación con Rusia, lo que llevó a cancelar patrocinios o a prohibir competir a atletas y equipos rusos y bielorrusos.

Por otro lado, las protestas de jugadoras como la capitana de Alemania, Alexandra Popp, y la superestrella estadounidense, Alex Morgan, por el patrocinio saudí de la próxima Copa Mundial Femenina de fútbol hicieron que la FIFA acabara dando marcha atrás.

Pero son los grandes órganos de gobierno los que tienen que posicionarse contra este lavado de imagen. La descarada defensa del Mundial de Qatar por parte del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y la elección del COI de actuar solo cuando se ven obligados a hacerlo, sugieren que aún no están preparados para adoptar esa postura.

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