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El Ejército ruso tomó a miles de civiles prisioneros en los territorios ocupados en Ucrania. ¿Qué pasó después con ellos? Familiares buscan desesperados esas y otras respuestas. Un reportaje desde la provincia de Kiev.”Todos dicen que tenemos que esperar. Hemos estado esperando durante un año. Las condiciones en cautiverio no son las mejores, por decirlo suavemente”, dice a DW Anton Chirkov, y nos invita a pasar a su casa.
Su padre, el empresario de pompas fúnebres Oleksandr Chirkov, de 49 años, hizo él mismo la mesa y otros muebles de la casa. La casa de los Chirkov está en una zona residencial cerca del pueblo de Dymer, a orillas del embalse de Kiev, a unos 30 kilómetros al norte de la capital de Ucrania. El Ejército ruso ocupó el lugar el 25 de febrero de 2022, cuando intentaba marchar hacia Kiev.
Durante las primeras tres semanas de la ocupación rusa, cuando no había teléfono ni electricidad, Oleksandr Chirkov y su vecino Dmytro Bohajevski contribuyeron a mantener viva la ciudad. En aquellos días, los residentes a menudo se amontonaban alrededor del pozo de agua de los Chirkov. Por lo tanto, sospecha su hijo, los rusos consideraban que Oleksandr Chirkov era el líder de la resistencia contra la ocupación rusa.
“Cuando vinieron a nuestra casa, el 16 de marzo, primero pidieron armas. Todos aquí tienen algunas. Teníamos tres en la caja fuerte”, cuenta. Los soldados rusos recogieron las armas a la mañana siguiente. “Y le pidieron a mi papá que empacara sus cosas”, explica Anton, quien no ha vuelto a ver a su padre desde entonces.
Esa misma mañana, Dmytro Bohajevski fue sacado de la casa vecina por los militares. Cuando su madre, Tatiana, se enteró, corrió al Consejo del pueblo y quiso saber dónde estaba detenido su hijo. “El soldado solo me dijo: ‘No te preocupes, están en excelentes condiciones'”, recuerda la mujer.
Ucranianos son secuestrados y llevados a Rusia
Todos los detenidos fueron trasladados a una fundición en el sur de Dymer. Cerca de 40 personas tuvieron que esperar hacinadas en una habitación. A todos se les acusó de “resistencia contra la operación militar especial”, como llama Rusia a la guerra contra Ucrania.
Algunos tuvieron que cavar trincheras; otros fueron golpeados e interrogados sobre la resistencia. Solo a unos pocos se les permitió salir. Otros fueron llevados al aeródromo de Hostomel, donde fueron retenidos como prisioneros en grandes contenedores industriales refrigerados.
Pero la mayoría de los familiares de los arrestados recién se enteraron de todo esto después de la liberación de la región de Kiev. El 28 de marzo, los rusos huyeron del bombardeo del Ejército ucraniano. Y simplemente dejaron atrás a unos 24 de prisioneros. “Cuando nos quedó claro que nuestro hijo Dmytro no estaba entre ellos, mi esposo y yo lo buscamos en vano en todos los bosques, barrancos y edificios”, recuerda Tatiana Bohajevska.
A comienzos de abril de 2022, Volodimir Chropun, un voluntario de la Cruz Roja, fue liberado en un intercambio de prisioneros. Informó que el Ejército ruso, en retirada, se había llevado a decenas de civiles ucranianos. Estos habrían sido trasladados a través de Bielorrusia a la cárcel de Novozybkov, una ciudad rusa en el triángulo fronterizo entre Rusia, Bielorrusia y Ucrania.
Más tarde, otros prisioneros fueron liberados. Buscaron a familiares de sus excompañeros de celda y les contaron sobre su estado. “Los prisioneros que fueron intercambiados son nuestra principal fuente de información”, dice a DW Karina Diachuk, cofundadora de la organización Civiles en Cautiverio, creada en diciembre de 2022, que reúne a familiares de más de 350 prisioneros de seis regiones de Ucrania.
Acusaciones de “espionaje” o “terrorismo”
Cuando los habitantes de Dymer se enteraron del paradero de sus familiares, escribieron a cárceles rusas, al Ejército, al Ministerio del Interior rusos y al servicio de Inteligencia ruso FSB. Querían saber qué era necesario hacer para que liberaran a los prisioneros.
“Nadie recibió una respuesta”, dice Tatiana Bohajevska, que lleva una lista con 42 personas desaparecidas. Seis de ellas todavía no fueron localizadas. La mayoría de las demás todavía siguen en Novozybkov, donde, según informes, están detenidos más de 600 ucranianos, tanto civiles como militares.
Según el defensor del pueblo ucraniano, Dmytro Lubinez, Rusia tiene prisioneros a más de 20.000 civiles ucranianos, entre ellos, también a los que están encarcelados en Crimea, en las autodenominadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, así como en las zonas ocupadas por Rusia en las regiones de Jersón y Zaporiyia.
Algunos de ellos fueron acusados, de acuerdo con el Código Penal ruso, de “espionaje” o “terrorismo”, señala el abogado Emil Kurbedinov, un conocido defensor de activistas tártaros de Crimea. Sin embargo, muchos civiles fueron detenidos sin justificación alguna.
Civiles convertidos en prisioneros de guerra
Las autoridades ucranianas consideran que la detención de civiles en las zonas ocupadas por Rusia es un crimen de lesa humanidad. En un informe de abril, la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) subraya que, según el Convenio de Ginebra para la Protección de las Personas Civiles en Tiempo de Guerra, “el internamiento o la residencia forzosa de las personas protegidas no podrá ordenarse más que si la seguridad de la Potencia en cuyo poder estén lo hace absolutamente necesario”. También debe garantizarse el acceso a un abogado y a familiares, así como el derecho a apelar contra la detención.
Todo ello, según Karina Diachuk, de Civiles en Cautiverio, se les niega a los ucranianos. Y el representante de la Cruz Roja en Ucrania, Oleksandr Vlasenko, recalca que el encarcelamiento de civiles y prisioneros de guerra está regulado por diferentes Convenios de Ginebra y que, por eso, rigen para ellos distintas normas del derecho humanitario internacional.
A pesar de eso, el pasado invierno boreal, Rusia comenzó a registrar tanto a civiles como a soldados ucranianos como “prisioneros de guerra”. Según Tatiana Bohajevska, los datos de su hijo Dmytro aparecieron por primera vez en el sitio web ruso “Nemesida”, en el cual se publican datos personales de personal militar y de fuerzas de seguridad. DW pudo constatar allí los datos de Oleksandr Chirkov.
Por supuesto, el personal de coordinación ucraniano que se ocupa del intercambio de prisioneros de guerra no está de acuerdo con esa igualación. Rusia debe liberar a los civiles incondicionalmente y sin intercambio, dicen. “Si comienzas a intercambiar civiles por soldados, todos en los territorios ocupados se convertirán en rehenes”, dice Karina Diachuk.
¿Camino a una regulación?
Sin embargo, desde febrero de 2022, fueron liberados 140 civiles en un intercambio de prisioneros, entre ellos, el padre de Diachuk. El personal de coordinación ucraniano no da detalles al respecto. “Nuestros civiles son mantenidos como rehenes en la Federación Rusa para obligar a Ucrania a ir a negociaciones políticas”, sostiene Oleksandr Kononenko, miembro de ese personal. Pero, según él, hay conversaciones en curso para lograr progresos en la liberación de civiles y su vuelta a Ucrania.
También el despacho del defensor del pueblo ucraniano Dmytro Lubinez busca posibilidades para que se libere a los civiles ucranianos encarcelados por Rusia. A principios de este año, Lubinez propuso, durante un encuentro con la defensora rusa del pueblo, Tatiana Moskalkova, en Ankara, la liberación y retorno de personas mayores, mujeres, heridos y enfermos graves, pero no hubo ninguna reacción a la propuesta por parte de Rusia.
Finalmente, las partes pudieron, al menos, acordar visitas iniciales a los civiles capturados. Ahora, Lubinez espera “que la práctica que hemos iniciado conduzca a un proceso para la liberación de rehenes civiles y prisioneros condenados”.
(cp/rml)