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La «Mesa de México» y los retos del diálogo en Venezuela

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Soplan nuevos vientos para Venezuela a nivel internacional, y esto podría traducirse en el regreso del régimen de Maduro a la plataforma de diálogo de México que abandonó en 2021. Una columna de Günther Maihold.No hay duda: la elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia ha dado un nuevo dinamismo a la situación de parálisis que se había instalado durante los años en los que ha prevalecido una política de aislamiento internacional hacia Venezuela.

El régimen de Maduro parece ganar mayor agenda internacional, debido a la disolución de facto del Grupo de Lima, que había tratado de establecer como presidente legítimo a Juan Guaidó basándose en su reconocimiento internacional.

Sin embargo, el «presidente interino” Guaidó no logró articular un frente unitario opositor común, ni acaparar el apoyo popular en Venezuela por parte de una población que sigue mostrando signos de agotamiento político ante las dificultades para organizar su supervivencia cotidiana. En una reunión en París entre Petro, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, el presidente de la Asamblea de Venezuela, Jorge Rodríguez, y el opositor Gerardo Blyde, se han dado pasos importantes para la reapertura de la Mesa de México, de la cual se había retirado Venezuela hace un año.

Nueva fase de diálogo entre oposición y Gobierno

Los nuevos aires en la diplomacia internacional son resultado de los esfuerzos de Gustavo Petropor restablecer las relaciones diplomáticas con Venezuela, así como por los esfuerzos para reintroducir al país vecino en algunos esquemas de carácter regional, como el sistema interamericano de Derechos Humanos.

Aunque estas iniciativas tienen un carácter provisional, se han visto contactos entre el Gobierno de Biden, senadores de EE. UU., con el régimen de Nicolás Maduro, que llevaron a la liberación de prisioneros de ambos lados y señalan una apertura para avanzar hacia la distensión de las relaciones bilaterales.

En esta dinámica, hay dos objetivos: por un lado, restablecer el interrumpido diálogo entre el Gobierno y la oposición en la Mesa de México. Allí la oposición desea lograr condiciones para llevar a cabo elecciones primarias, con la finalidad de elegir a su candidato presidencial para 2024, y lograr una contienda electoral libre y transparente en condiciones de igualdad en el año 2024.

Restablecer puentes

En octubre de 2021, el Gobierno de Maduro se retiró de las conversaciones con la Plataforma Unitaria de la oposición en Ciudad de México. Un regreso de Maduro a la Mesa de México, facilitado por el Gobierno de Noruega, sería una señal importante intentar de nuevo restablecer puentes entre las partes en conflicto, con la perspectiva de reconducir a Venezuela hacia un camino de respeto por los derechos humanos y las libertades civiles, después de tantos años de represión y crisis.

Justamente ahí reside el segundo objetivo: facilitar una superación de la crisis humanitaria por medio de ayudas internacionales facilitadas a través de un organismo neutral que sea capaz de aliviar la precaria situación en la cual se encuentra gran parte de la población venezolana, sin que sean olvidados los 7.1 millones de conciudadanos que han emigrado de este país.

Una vez que se reanuden las conversaciones en México, habrá que discutir estos dos puntos de manera simultánea, porque da pie a la sospecha de que el estímulo central para Maduro de sentarse de nuevo en la Mesa es justamente poder superar la difícil situación económica de su país con miras al proceso electoral y su deseo de eternizarse en el poder.

Dificultades en el camino

El proceso de paz con el grupo guerrillero ELN que está por iniciarse en la Habana (Cuba) implicará de manera central a Venezuela. No solamente en su función de garante, sino también como actor involucrado, a raíz de las operaciones que está llevando a cabo el ELN en territorio venezolano, en parte en contubernio con el Gobierno de Caracas.

El papel y el carácter de los compromisos que asumirá en estas negociaciones el régimen de Maduro serán una primera prueba para valorar la seriedad de este nuevo impulso a la paz en Colombia. La inversión de capital político de Gustavo Petro en este esfuerzo es muy alto y habrá que ver si Caracas estará dispuesto a honrarlo y aprovechar este momento para presentarse a nivel internacional como un actor en el cual se puede confiar.

Hasta la fecha, el balance de Maduro en cuanto a su confiabilidad es claramente negativo: no ha mostrado voluntad de asumir compromisos acordados con un nivel responsabilidad aceptable. Que el presidente francés, Emmanuel Macron, esté asumiendo en estos días un esfuerzo diplomático a instancias de Petro para relanzar los diálogos en la Mesa de México, es una oportunidad inesperada, que Maduro no debería subestimar ante las difíciles condiciones en las que se encuentra su país.

Retos para la oposición

El beneplácito de Washington hacia este esfuerzo es evidente, no solo debido a los magros resultados de la «estrategia de máxima presión», sino también por el interés de recuperar iniciativa en la región y frenar el avance de China. Un punto clave de las negociaciones de México no solo será lograr las condiciones para la celebración de unas elecciones venezolanas limpias en 2024, sino también las garantías que deberían darse al perdedor de este concurso en las urnas, independientemente de quien venza en los comicios. El tema de la observación electoral, que debería ser organizada desde la Unión Europea y otras instancias independientes, es un elemento crucial, sin el cual ni la oposición ni la comunidad internacional estarán dispuestas a dar su visto bueno a un posible resultado a las negociaciones en México.

Reactivar la Mesa de México implica también que la fragmentada oposición venezolana tendría que sentarse a negociar, con la amenaza permanente de que el Gobierno de Maduro persista en generar más discordia entre las fuerzas opositoras. No se puede contar con que haya una alianza opositora estable, más bien los protagonismos individuales han sido el mayor impedimento para el avance de un proyecto común. Sin él, ni siquiera unos comicios limpios y libres ayudarán a iniciar un proceso verdadero que permita reducir la conflictividad en Venezuela

El papel de la comunidad internacional

Un relanzamiento de la Mesa de México necesitará, a fin de cuentas, del apoyo internacional, especialmente en lo referente a aliviar la difícil situación humanitaria en Venezuela. El discreto papel de México como anfitrión de las negociaciones, y el acompañamiento de Noruega como mediador con amplia experiencia en este tipo de procesos, serán esenciales para lograr avances.

Sin embargo, cualquier resultado dependerá de la disposición de Washington por avalar resultados parciales y ejercer cierta presión sobre la oposición para ponerse de acuerdo, en aras de facilitar unas elecciones de las cuales podría emerger un Gobierno legítimo y democrático.

La reciente iniciativa francesa es un impulso adicional – ciertamente inesperado y respondiendo a una solicitud de parte de Petro –, que debería aprovecharse para iniciar una nueva ronda de debates en la Mesa de México, a pesar de los muchos fracasos anteriores y los bajos niveles de confianza entre Gobierno y oposición.(ms)

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