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Konrad Adenauer y el origen de la cooperación alemana con América Latina

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La reunión entre estos dos estadistas en febrero de 1962 dio un impulso decisivo al inicio de las tareas de cooperación internacional de la República Federal de Alemania.El 2 de febrero de 1962, el canciller federal Konrad Adenauer recibió en su casa de Rhöndorf, en Alemania, al entonces presidente de la Cámara de Diputados de Venezuela, Rafael Antonio Caldera Rodríguez. Este encuentro tuvo una importancia muy significativa para el impulso de las futuras actividades de cooperación internacional alemana y para la promoción de la democracia en Venezuela y América Latina.

A sesenta años de esa reunión, reflexionar sobre cómo estos líderes enfrentaron y dieron respuestas a los desafíos de su tiempo, puede orientar a las actuales generaciones sobre lo que les corresponde hacer en momentos turbulentos como los que vivimos hoy en día.

La cita en Rhöndorf

El encuentro entre Caldera y Adenauer en el año 1962 se produjo en un contexto histórico de mucha tensión mundial, tal y como lo recuerda el filósofo Rafael Tomás Caldera Pietri en su exposición durante el evento “Caldera y Adenauer 60 años, Frutos de un encuentro de dos estadistas”, realizado el pasado 19 de septiembre en la ciudad de Caracas, bajo los auspicios de la Fundación Konrad Adenauer y la Fundación Tomás Liscano.

Un “Telón de Acero”, como lo llamó Churchill, dividió en 1946 a Europa en dos, y de manera muy cruenta a Alemania. A partir de allí, el mundo se vio inmerso en la llamada Guerra Fría. Por más de cuatro décadas, se vivió bajo la constante amenaza de una posible y devastadora confrontación nuclear que habría podido acabar con la civilización. La humanidad vio venir muy de cerca tal inconmensurable tragedia ese mismo año de 1962, a raíz de la Crisis de los Misiles en Cuba.

Caldera Pietri destacó en su intervención la posición firme del Canciller alemán frente a este convulso tiempo: “Adenauer mantiene intacta su convicción ética y su rechazo al avance del comunismo internacional, que deberá ser enfrentado antes que nada en las cabezas y los corazones de la gente. La Unión Soviética será por ese entonces una poderosa maquinaria de propaganda ideológica y de cooperación, para lograr que se implantaran nuevos regímenes comunistas tanto en el mundo occidental como en Asia”.

En ese tiempo, Venezuela acababa de salir de la férrea dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, y aspiraba, bajo la conducción de las fuerzas civilistas, enfrentar con éxito el desafío de alcanzar el desarrollo e instaurar en el país un verdadero Estado de Derecho y un orden democrático. Sin embargo, estos anhelos del pueblo venezolano, expresados en el Pacto de Puntofijo y en la nueva Constitución venezolana de 1961, eran amenazados tanto por fuerzas reaccionarias y militaristas de derecha, como por movimientos insurreccionales de extrema izquierda inspirados y alentados desde el exterior. “En Venezuela”, continuó Caldera Pietri en su discurso, “se vivían entonces años difíciles para consolidar la democracia tras la década del gobierno militar y, podría añadirse, por ser un país con una larga tradición militarista. En la visión de algunos, eso facilitaba el proyecto de establecer entre nosotros un régimen semejante al cubano”.

En ese encuentro de Rhöndorf, Caldera entregó al canciller reconstructor de la Alemania de la postguerra un escrito de tres páginas que tituló “Memorándum sobre cooperación con la Democracia Cristiana de América Latina”. En su conversación con Adenauer, el estadista venezolano le planteó los desafíos históricos que ese momento enfrentaba América Latina para alcanzar el desarrollo y la urgente necesidad de apoyo y de solidaridad que tenían las fuerzas democráticas del continente en general y, de manera específica, el movimiento demócratacristiano en Venezuela.

De manera expresa, Caldera advirtió en su memorándum la necesidad “de lograr en Europa una compresión exacta del fenómeno latinoamericano, concretamente en el caso venezolano, hacer entender la magnífica lucha que los sectores democráticos (coalición de grupos de tendencia socialdemócrata, demócratacristiana e independientes) están realizando para, al mismo tiempo que frenar los ímpetus reaccionarios de quienes quisieran imponer sistemas autoritarios, contener la presión de los sectores de la extrema izquierda que quisieran establecer un régimen semejante al cubano”. Esta lucha “reclamaba la solidaridad de todos los hombres libres del mundo y especial de la Europa Occidental”. De manera concreta, Caldera propuso a Adenauer el establecimiento de una Fundación que podría llamarse “Konrad Adenauer”, a través de la cual pudiera canalizarse de forma respetuosa el apoyo y la solidaridad alemana para la promoción del desarrollo y la democracia en América Latina.

Frutos del encuentro

La reunión entre estos dos estadistas en febrero de 1962 dio un impulso decisivo al inicio de las tareas de cooperación internacional de la República Federal de Alemania. Como parte de esas labores, se creó en julio de 1962 el Instituto de Solidaridad Internacional (IIS) y, en noviembre de 1961, se estableció el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ).

Gerhard Wahlers, secretario general adjunto de la Fundación Konrad Adenauer (KAS), señaló durante su intervención en el referido evento: “Para nosotros, como Fundación, ese fue el inicio de un trabajo internacional. Comenzamos con Venezuela (1964); inmediatamente después trasladamos nuestras actividades a Chile. Ya para ese entonces existían partidos y sindicatos demócratacristianos, que se fueron conformando a lo largo de las décadas de 1940 y 1950, de modo que Chile y Venezuela vinieron a jugar un papel muy importante”. En 1972, la Fundación Friedrich Ebert (FES), cercana a la socialdemocracia alemana, también se instaló formalmente en Venezuela con el establecimiento de una oficina del ILDIS en Caracas; y en 1984 hizo lo propio la Fundación Hanns Seidel (HSS).

Desde esos primeros años, la cooperación alemana constituyó un aporte muy valioso para la promoción y el desarrollo de la naciente democracia venezolana. Apoyados por la solidaridad germana y con mucha independencia de acción, se desarrolló el trabajo de importantes institutos de formación y capacitación política y ciudadana como el IFEDEC, el INES, la UTAL y PROHOMBRE. A través de sus cursos, estos institutos promovieron valores cívicos y democráticos, y capacitaron a trabajadores, militantes de partidos, líderes políticos y miembros de organizaciones civiles para el ejercicio responsable de la participación política y ciudadana en los asuntos públicos. En este sentido, y a modo de ejemplo, Caldera Pietri recordó en sus palabras que “por el IFEDEC pasaron jóvenes de muchos países del universo latinoamericano, para recibir o consolidar una comprensión de la política sólidamente fundada en los principios y con énfasis en esa entraña ética del carácter de la persona, tan opuesta a la frecuente corrupción en el mundo político”.

Esta formación y capacitación del liderazgo político y ciudadano se vieron reforzadas por becas otorgadas por las fundaciones alemanas a jóvenes venezolanos sobresalientes para que realizaran estudios superiores en Alemania y Venezuela. Otra tarea apoyada por la cooperación alemana en Venezuela fue el desarrollo de las capacidades organizativas y de funcionamiento democrático de organizaciones sindicales, partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil, así como también de instituciones del gobierno nacional, estadal y, sobre todo, del nivel municipal. También se promovieron y apoyaron congresos, seminarios, publicaciones e investigaciones sobre los temas y problemas más apremiantes para Venezuela y de América Latina, tales como el fortalecimiento del Estado de derecho, la defensa y promoción de los derechos humanos, la reforma del Estado, la descentralización, la defensa de la libertad sindical, el desarrollo económico con equidad y la protección del medio ambiente.

La renovación del esfuerzo

Transitando ya la tercera década del siglo XXI, Venezuela nuevamente se halla inmersa en un contexto de formidables desafíos. El orden democrático venezolano, que con sus naturales imperfecciones se venía construyendo con mucho esfuerzo durante la segunda mitad del siglo XX, desgraciadamente naufragó. Así lo advirtió Caldera Pietri en sus palabras: “Ocurrió en Venezuela que, al asentarse el régimen democrático, se vio descuidada la formación de los jóvenes en ese contenido ético de la política, que marca la diferencia, y nos hemos encontrado con técnicos y tácticos que no han podido frenar el avance del llamado “socialismo del siglo XXI”.

Hoy en día, cuando la democracia liberal en América Latina se ve confrontada tanto por propuestas populistas como por igualitarismos materialistas, corresponde a la cooperación internacional, “ahora como en sus inicios, el desafío de contribuir a formar una nueva generación, preparada para elevar el nivel de la política.” Ello debe ser así, concluyó Rafael Tomás Caldera Pietri su discurso, “para lograr que [la política] no se limite a ser un arte de lo posible, según la expresión acuñada, sino que sea—como pudo decir Arístides Calvani— el arte de hacer posible lo bueno”.

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