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A tres años del estallido social: frustración y pesimismo entre los chilenos

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La nueva conmemoración de una de las movilizaciones más importantes del país estuvo marcada por el aumento de la inseguridad y el déficit económico en el país, influidos también por el contexto mundial.Tres años se cumplieron esta semana, desde que comenzó en Chile un proceso que, con el tiempo, se denominaría «estallido social». El 18 de octubre de 2019, la gente salió en masa en la capital, Santiago, mientras el Gobierno del entonces presidente Sebastián Piñera trataba de contener el enojo y los actos de violencia. Simultáneamente, las redes sociales mostraban como 20 estaciones del sistema de transporte «Metro» ardían en llamas, mientras los capitalinos buscaban la forma de llegar a sus casas. En algunos casos, fue imposible.

El descontento se trasladó luego a las regiones de Chile y, una semana más tarde, el 25 de octubre de 2019, las calles del país se llenaron de ciudadanos que demandaban mejores condiciones de vida, en el área de la salud, pensiones, vivienda y educación, por ejemplo. Ese mismo día, solo en Santiago, se congregaron más de 1 millón de personas, en una de las marchas más grandes en la historia de Chile.

Mucho ha pasado desde entonces. Hubo una elección en la que se aprobó iniciar un proceso constituyente con convencionales electos por votación popular. El exdirigente estudiantil de izquierda de 36 años, Gabriel Boric, asumió como nuevo presidente de Chile y, en septiembre de este año, los chilenos rechazaron por amplia mayoría la propuesta de nueva Constitución.

La conmemoración del 18-O se enmarcó así en un panorama distinto este año, y tuvo menores repercusiones. El subsecretario del Interior del actual Gobierno, Manuel Monsalve, entregó hoy (19.10.2022) un balance señalando que hubo 195 detenidos en todo el país y 15 saqueos, lo que representa un 68 por ciento menos que en el 2021, en la misma fecha.

DW habló con cuatro expertos nacionales, de distintas áreas, para analizar cómo ha cambiado el país y si aún continúan las demandas que nacieron del estallido social. «Hay una percepción bastante negativa en general. Tanto a nivel político como económico», dice Carmen Le Foulon, coordinadora del área de opinión pública del Centro de Estudios Públicos (CEP).

Críticas a la clase política

El analista de Politico Tech Global (PTG), Kenneth Bunker, cree que una de las grandes desilusiones de los chilenos se enfoca en que nunca llegaron las promesas que apuntaban a una mejora en la calidad de vida. A ello se suma también que el proceso constituyente no prosperó, por lo que los cambios a la actual Constitución quedaron, principalmente, en manos de quienes se encuentran hoy en el poder. En ese sentido, el politólogo señala que «la clase política no ha logrado canalizar las demandas de las personas, para conseguir resultados satisfactorios para el país».

Más crítica es la sociologa Claudia Maldonado. Esta investigadora del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín no ve con buenos ojos que el proceso constituyente se discuta en el Congreso, que «sigue siendo una de las instituciones peor evaluadas por la ciudadanía», dice. Y agrega que «este descrédito se ha agudizado aún más producto de la incapacidad de la élite política para ponerse de acuerdo sobre una salida al proceso, profundizando la desconfianza en la política».

Inseguridad y complejo escenario económico

La encuesta CEP es una de las más relevantes a nivel nacional. Su coordinadora Carmen Le Foulon explica que, en la medición de agosto de 2021, ya se había observado un cambio en la percepción que la gente tenía, respecto a las movilizaciones. «Hay un mayor cansancio y visibilidad de todos los destrozos que se hicieron y que se han ido extendiendo», aclara.

Luego, en 2022, quedó más aún en evidencia un menor respaldo a las marchas masivas como forma de protesta, especialmente, aquellas con expresiones más violentas como saqueos y barricadas. «Y con todo lo que ha pasado, con la mayor percepción de violencia y de cansancio, es probable que estos números se mantengan o aumenten», añade.

Por otro lado, indica la socióloga Maldonado, Chile al igual que otros países, está viviendo las consecuencias de la crisis económica postpandemia y los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania, con duros efectos para el país.

«Desde el punto de vista de los indicadores de pobreza multidimensional y de desigualdad, Chile está peor que hace tres años, pero sería injusto atribuir el deterioro económico solo al estallido, sin tener una lectura del fenómeno en un contexto de crisis mundial, inflación y aumento de los precios de la energía y de los alimentos», acota. Además, añade que Chile fue el país de la región donde más creció la miseria a partir del 2020, de un índice de 14,9 a 20,1 por ciento en solo seis meses, producto de la pandemia y las políticas públicas adoptadas por el Gobierno del expresidente Piñera.

Una visión, un tanto pesimista del país, que también comparte el analista Bunker. «No es un buen momento: hay más pobreza, hay más desigualdad, más dificultad para las personas a acceder a vivienda, salud, educación, por lo que han sido tres años bastante malos para el país», sostiene.

Cansancio del proceso constitucional

Otro de los factores que explicarían la poca convocatoria y el desánimo en las calles a tres años del estallido social, se debe, explica el académico de la Escuela de Gobierno Universidad Adolfo Ibáñez, Cristobal Bellolio, «a un cansancio acumulado por el agobio monotemático de la conversación constituyente».

Según el experto, este tercer aniversario estuvo marcado por la «resaca del resultado del proceso constituyente y eventual plebiscito que no salió bien y que podría equivaler a un fracaso. Me da la impresión de que estas alturas mucha gente percibe los costos que se pagaron, pero sin recibir nunca una recompensa. Y obviamente eso genera frustración». (rml)

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