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Así fue como crecimos juntos Harry Potter y yo

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De niña, en la India, nuestra colega Shabnam Surita creía que no tenía nada en común con Harry. Sin embargo, 25 años después de la publicación del primer libro de Harry Potter, recuerda los paralelismos de sus vidas.En 2005 dejé Silchar, mi pequeña y pintoresca ciudad natal en el noreste de la India, y me trasladé a Calcuta, una de las mayores ciudades del país.

Dejé atrás una vida de escasas oportunidades y un inglés con mi acento muy marcado. Quería empezar de nuevo. Pero en mi nuevo colegio, un elegante convento católico solo para chicas, me recordaban constantemente de dónde venía.

Mis nuevas amigas de este colegio hablaban un inglés impecable, veían la comedia «Friends», leían «Harry Potter» y escuchaban a la estrella canadiense de pop Avril Lavigne.

Yo, en cambio, hablaba muy bien el bengalí y el hindi -con muchos coloquialismos- y escuchaba canciones de películas hindi y los últimos éxitos de bandas bengalíes.

Y aunque vi las tres primeras películas de «Harry Potter» en el festival de cine infantil de Silchar, debo confesar que entonces solo podía entender un 40 por ciento de los diálogos. El universo de «Harry Potter» parecía estar muy alejado para mí.

Y entonces, un día, mi tío de Estados Unidos vino con un regalo, un ejemplar recién encuadernado de «Harry Potter y la piedra filosofal». Esa fue mi oportunidad de entender por fin de qué iba la fiebre por Harry Potter. Yo tenía 13 años y, en el libro, Harry tenía 11. Pronto me alegré de leer sobre un chico que, como yo, estaba explorando un nuevo colegio y una nueva vida.

No es una historia cualquiera

A medida que leía un libro de «Harry Potter» tras otro, me di cuenta de que me relacionaba más con el personaje de Hermione, una de las mejores amigas de Harry. Ella también se distraía de la realidad sumergiéndose entre libros.

El hecho de que a menudo leyera libros para mayores de edad me recordó a cuando una vez leí «Crimen y castigo» de Dostoievski a los 10 años, aunque traducido al bengalí.

Sin embargo, no puedo decir exactamente cuándo «Harry Potter» trascendió el placer de la lectura y empezó a impartir lecciones importantes para mi vida «muggle», o sea, terrenal. Poco a poco comprendí que Harry luchó contra el mago oscuro Voldemort no porque una profecía asegurara su deber de luchar contra el mal. Fue porque eligió tomar el camino de la rectitud, para defender sus valores.

En casa, leí cómo Harry ayudó al Ejército de Dumbledore a rebelarse contra Voldemort para proteger Hogwarts, el espacio donde todos los jóvenes magos y brujas aprenden a manejar su magia. Hogwarts me recordaba a la universidad, donde mi yo de 18 años alzaba la voz a favor de una mayor democratización. Los eslóganes apasionados eran mi arma, mientras que Harry levantaba una varita cargada de hechizos.

¿Qué haría Harry?

Ser consciente de la injusticia y actuar en consecuencia es un proceso que experimenté al máximo a través de la historia de Harry.

La última vez que perdí a un ser querido, pensé: «¿Qué haría Harry?». Volví a imaginar cómo él afrontó el fallecimiento de su padrino, Sirius Black. A lo largo de los años, Harry Potter ha pasado de ser un niño más a un adulto que traza su propio camino hacia la autonomía.

Descubrí a «Harry Potter» leyendo los libros. Pero también aprecié las películas y participé en la locura masiva. Recuerdo tener un póster de la cuarta película, «Harry Potter y el cáliz de fuego», y pegarlo detrás de mi armario para que mis amigos no lo vieran cuando me visitaran. Pero seguía presumiendo en el colegio de tener el póster.

En la película, la representación del personaje de Cedric Diggory por el guapo actor Robert Pattinson no fue de mi total agrado. En cambio, fue el recuerdo cuidadosamente elaborado por la autora J.K. Rowling de Cedric, que aparece repetidamente en las narraciones de Dumbledore y Harry, lo que me llegó al alma y me ayudó a aprender a procesar emociones profundas como el dolor y la pérdida.

25 años después, seguimos aprendiendo

Algunos de mis amigos de la universidad se han dedicado hoy a analizar académicamente el mundo de «Harry Potter”, dando lugar a críticas novedosas y matizadas de ese universo literario. Pero yo, de alguna manera, he conseguido distanciarme de las posturas críticas del «Potterverso». Supongo que es por nostalgia.

Y esto se debe a que, en su momento, cuando luchaba por encontrarme a mí misma dentro del ajetreo de la gran ciudad, Harry me hizo sentir que no estaba sola.

Hermione me dijo que estaba bien hacer cosas que otros a mi alrededor no encontraban llamativas. La valentía de Lily Weasley me hizo reconsiderar mis ideas sobre una madre y sus rol más allá de ser madre. La lista de lecciones es interminable.

El 26 de junio de 1997, el primer volumen sobre el aprendiz de mago Harry Potter de la autora J. K. Rowling fue publicado por Bloomsbury en Londres con el título «Harry Potter y la piedra filosofal». En 2001 se realizó la adaptación cinematográfica de la novela, de la que se han vendido más de 100 millones de ejemplares.

(ee/)

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