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Haití, un huracán de violencia agitada por pandillas, funcionarios, armas y narcotráfico

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Haití fue el país precursor del independentismo en las Américas, pero hasta hoy sigue ligada a todos los males que produce la corrupción estatal. Las bandas están destruyendo el sistema social y de salud.”Pido a la comunidad internacional redoblar esfuerzos para impedir que la situación (en Haití) no se vuelva aún más incontrolable”, urgió a mitad de mayo de 2022 Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, ante el recrudecimiento de la violencia en Puerto Príncipe y sus suburbios.

Según la ONU, al menos 92 personas no afiliadas a bandas y 96 presuntos miembros de estos grupos habrían muerto en ataques armados coordinados en Puerto Príncipe entre el 24 de abril y el 16 de mayo de 2022. Aunque el balance real podría ser más elevado. De acuerdo a cifras de la ONU, otras 113 personas resultaron heridas, 12 se dan por desaparecidas y 49 fueron secuestradas. “La violencia armada ha alcanzado niveles inimaginables e intolerables en Haití”, lamentó Bachelet.

“Aquí convergen varios factores”, dice a DW la jurista dominicana Altagracia Jean Joseph, defensora de Derechos Humanos, con especial enfoque en la protección de mujeres y niñas afrocaribeñas. “Los políticos no le dieron la importancia al problema de las bandas, pensando que lo podían controlar, pero llegaron al punto de que se les salió de las manos”, explica la abogada, y agrega que el segundo punto es que “algunos funcionarios y empresarios han comercializado el crimen del secuestro utilizando a las pandillas”.

El negocio de los secuestros

Jean Joseph cuestiona: “¿Cree usted que un delincuente de poca monta, sin acceso a información oficial de inmigración y sin capacidad alguna, puede saber quién y cuándo viaja a Haití, o quién tiene familia fuera del país para poder ir a secuestrar específicamente a esa persona?”.

La analista apunta a que los “poderosos están realmente detrás del negocio de los secuestros, porque el delicuente que no tiene ni para la comida y que se presta para cometer ese delito por un saquito de arroz o un galón de aceite, no es quien está percibiendo las ganancias”. En Haití exigen hasta un millón de dólares por la liberación de un ciudadano común, preferentemente ciudadanos extranjeros o aquellas personas en Haití que reciben remesas de sus familiares.

Las balaceras impiden a los niños ir a la escuela

Por otra parte, los enfrentamientos entre bandas en Haití han provocado que 500.000 niños no puedan asistir a la escuela desde finales de abril de 2022, informa, por su parte, Unicef, que cifró en 1.700 el número de colegios que están actualmente cerrados debido a las balaceras.

Según Unicef, en el área metropolitana de Puerto Príncipe hay 772 escuelas cerradas. “Las familias, las mujeres y los niños tienen miedo de salir de casa, los niños temen de ir a la escuela. Ningún niño puede ir al colegio mientras las balas revuelan por el aire, es inseguro y esto no puede ser”, narra el representante de UNICEF en Haití, Bruno Maes, en el sitio virtual de dicho ente.

El círculo de los migrantes, las remesas y los funcionarios

La analista Altagracia Jean Joshep considera que el caos en Haití también es parte de un viejo sistema de usufructo creado por políticos: “Niños y universitarios que pudieran estar aportando al país, tienen que huir. De ellos, el Gobierno espera que envíen remesas”, y explica que, desde el Gobierno de Michel Martelly (2011-2016), se instauró un sistema de cobros de un porcentaje de las remesas, presuntamente para educación.

Martelly, que ahora reside en la Florida, ha sido directamente implicado en el escándalo de Petrocaribe, donde se malversaron cientos de millones de dólares de la ayuda venezolana. “Lo que los gobernantes de Haití esperan es que los refugiados manden remesas para que sostengan el país, y ellos puedan seguir desviando fondos del erario público”, es la conclusión de la abogada que litiga en República Dominicana.

Niñas y niños, las víctimas más vulnerables

En medio de la cada vez más amenazante situación, varios menores han sido asesinados y secuestrados en enfrentamientos. “Durante los últimos combates que tuvieron lugar en el norte de Puerto Príncipe, en los barrios llamados Croix des Bouquets, atendimos alrededor de 30 personas con heridas de bala en un período de dos semanas. O sea, tres veces más casos de los que solemos recibir”, dice a DW, desde Haití, Benoit Vasseur, portavoz y jefe de la misión de la oenegé Médicos sin Fronteras (msf).

Unicef agrega que los actos de violencia incluyen decapitaciones, mutilaciones y cuerpos quemados, así como el asesinato de menores acusados de informar a la banda rival. La violencia sexual, inclusive la violación colectiva de niños de apenas 10 años, también ha sido perpretada por bandas.

Derrumbe de los sistemas social y sanitario

“Aparte de los heridos de bala que recibimos, a menudo víctimas colaterales de los conflictos entre pandillas, es de observar que todo el sistema social y sanitario se derrumba día a día”, agrega el medico Benoit Vasseur, quien confirma que “se ha producido un claro aumento de los secuestros en Puerto Príncipe, con una media de cinco secuestros diarios”. Sin contar los no reportados. Pero cada vez hay más que afectan al sector de salud.

“Jacques Pierre, director del Hospital de la Universidad Estatal de Haití (HUEH), la institución pública más importante del país, fue secuestrado”, lamenta Vasseur. Es más, la Sociedad Haitiana de Pediatría ha convocado además a una huelga a la comunidad de auxiliares, hospitales públicos y privados, y a las clínicas “para reclamar a las autoridades el derecho a salvar vidas humanas en paz y tranquilidad”, dice un comunicado.

El portavoz de Médicos sin Fronteras en Haití lamenta, igualmente, el secuestro de la pediatra Bennety Augustin, raptada desde el 5 de mayo y aún en manos de sus captores. La médica trabajaba en los hospitales Saint Damien y Saint Luc, que desde entonces están paralizados por falta de protección al personal. Los enfermos internos están siendo atendidos por sus familiares y organizaciones de caridad.

Las bandas invaden los sectores económicos

El pasado 9 de mayo, una docena de personas, entre ellos ocho ciudadanos turcos, fue secuestrada por una pandilla cuando viajaban en autobús desde República Dominicana a Puerto Príncipe. El cónsul honorario de Turquía en Haití, Hugues Josue, dijo a la agencia de noticias AFP que los secuestrados son miembros de la asociación musulmana Ashape, que ofrece educación religiosa.

Desde hace varias décadas, las bandas armadas actúan en los barrios más pobres de Puerto Príncipe, pero su influencia sobre la ciudad y el país se ha incrementado en los últimos años. El secuestro de los ciudadanos turcos y dominicanos se le atribuye a la mayor de las cinco bandas más peligrosas de Haití: la 400 Mawozo, que en creole significa los “burdos”. Las otras son, según el Centro de análisis e investigación en Derechos Humanos (CARDH) de Haití, Chen Mechan, G9 an Fanmi e Alye, Potiá y 5 Segonn que han ido invadiendo – metralleta en mano – casi todos los sectores económicos del país, desde la venta de gasolina hasta el tráfico de migrantes.

Armas, narcotráfico y mayor degradación

La disponibilidad de las armas es uno de los factores decisivos en la capacidad de ataque de las pandillas en Haití y “su mayor proveedor es Estados Unidos”, dice un reporte de InsightCrime. Naciones Unidas estimaba en 2020 que hay más de 270.000 armas de fuego ilícitas en circulación en Haití, mientras que la Comisión Nacional de Desarme, Desmantelamiento y Reinserción (CNDDR) de Haití calculaba que esa cifra podía llegar a las 500.000.

“La relación entre bandas, armas, violencia y narcotráfico es en Haití un secreto a voces”, dice a DW la jurista Altagracia Jean Joseph. La extradición del capo haitiano Jean Eliobert Jasme el 8 de abril de 2022 a Estados Unidos “le recordó a la opinión pública que Haití ha sido una ruta tradicional de trasiego de cocaína hacia Estados Unidos”, dice InSightcrime. Solo que, a pesar del valor geoestratégico de Haití, “el país ha sido tenido menos en cuenta que la República Dominicana y Puerto Rico como estación del crimen internacional en el Caribe”, concluye el mismo observatorio de análisis.

Ni dentro ni fuera de Haití hay consenso sobre si la actual violencia es resultado del asesinato, el 7 de julio de 2021, del presidente Jovenel Moïse o no. Algunos dicen que Moïse estaba a punto de darle un golpe al narcotráfico y otros que el presidente mismo fue promotor de las bandas hoy desatadas.

¿Ayuda que hace mal, ayuda que hace bien?

Tras los terremotos de 2010 y 2021, Haití recibió millones de ayuda internacional y allí estuvo una misión de la ONU para la estabilización de Haití (MINUSTAH). ¿Qué pasó? La pregunta la responde Katja Maurer, de la ONG “Médico International” a la cadena alemana Tagesschau24: “Todos prometimos reconstruir mejor Haití. Pero no lo hemos conseguido. En cambio, Haití se ha hundido más que nunca en el caos. Simplemente tengo que decir que la labor de la comunidad internacional ha hecho más daño que bien”.

¿Qué hacer? “Humanizar a Haití, dejar de vernos como un objeto de negocio”, pide Altagracia Jean Joseph, y concluye que “hay que tener en cuenta las vidas de los niños y las niños que se están perdiendo por ayudar o servir a los intereses de unos pocos en Haití”.

(ms)

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