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Los jugadores de Rusia y Bielorrusia serán excluidos de Wimbledon este año. Es necesario actuar ante la guerra en Ucrania, pero la decisión es errónea, dice David Vorholt.Para comenzar, quiero dejar en claro dos cosas: primero, el deporte y la política son fundamentalmente y sin excepción inseparables. Y lo segundo: la invasión rusa a Ucrania es una terrible guerra de agresión que debe ser condenada, al igual que sus responsables, entre los cuales figura, en primer lugar, el presidente ruso, Vladimir Putin.
No obstante, la recientemente anunciada exclusión de jugadores de Rusia y Bielorrusia del torneo de Wimbledon (que se juega entre el 27 de junio y el 10 de julio) es una mala señal. Es más, resulta francamente fatal, porque aquí se está castigando a individuos sin antecedentes institucionales o de activismo por una guerra y por los responsables políticos de la misma, con quienes no tienen nada que ver, ni como deportistas ni como individuos. Puede que las intenciones sean correctas, pero se está golpeando a las personas equivocadas.
Castigo colectivo erróneo
Por supuesto, los deportistas rusos y bielorrusos están preocupados porque eso afecta su imagen pública. En consecuencia, el posicionamiento y el distanciamiento de los deportistas que tienen la nacionalidad de los países afectados son deseables, pero no pueden ser obligatorios. El ejemplo de Wimbledon lo demuestra: la postura individual ni siquiera desempeñó un papel decisivo en el castigo asignado.
Tras el estallido de la guerra en Ucrania, el entonces número uno del mundo, Daniil Medvédev, comentó lo sucedido y habló de lo difícil que había sido despertarse por la mañana «con lo que está pasando en casa». «Quiero la paz», dijo más tarde en una conferencia de prensa, y pidió a través de Instagram «la paz entre países» en nombre de los niños. No se trata de una condena enérgica contra los responsables del lado ruso, sino de una toma de posicion en contra de la guerra. Es cierto que el interés propio también puede jugar un papel en esta situación, pero eso no cambia nada.
Independientemente de que se produzca o no un distanciamiento de la postura política ante la guerra: los atletas individuales no pueden estar directamente vinculados a los hechos, no son ciertamente responsables de estos y, por consiguiente, no pueden ser sancionados por ellos. Por lo tanto, este es un castigo colectivo que afecta a los individuos y no se debe permitir que eso ocurra.
Política simbólica
Excluir al equipo ruso de la Copa Davis sería correcto, mientras que excluir a Daniil Medvédev de un torneo individual sería incorrecto. Dos tenistas, dos clasificaciones diferentes. Este ejemplo deja en claro de qué se trata la cuestión: en la Copa Davis, los jugadores siempre representan a su país o asociación nacional, incluso si juegan un partido individualmente. Esto es comparable a los atletas paralímpicos, que aún compiten como atletas individuales para el equipo nacional respectivo o el comité nacional. O dicho de otro modo: Daniil Medvédev juega para Rusia y representa a su país en algunos partidos, pero el jugador Medvédev, proveniente de Rusia, juega en otros torneos representándose a sí mismo, y no a su país.
En Wimbledon y en los demás Grand Slams, así como en todos los demás torneos de la gira ATP o WTA, los jugadores participan exclusivamente representándose a ellos mismos. Los premios en metálico, puntos para el ranking mundial, penalizaciones, todo se otorga individualmente. En consecuencia, las dos asociaciones de jugadores criticaron unánimemente la decisión de Wimbledon. Por supuesto, el comportamiento bélico de los rusos debe ser condenado «enérgicamente». Sin embargo, una exclusión general de atletas que provienen de un país determinado es «discriminatoria» (ATP) y «profundamente decepcionante» (WTA).
¿Por qué no bajo una bandera neutral?
La exclusión puede tener la motivación correcta, pero los organizadores deberían haber comenzado por otro lado: verificar a los patrocinadores de los tenistas y sus posibles conexiones con las empresas rusas, la política rusa y el círculo de poder en torno a Vladimir Putin, por ejemplo. Además, habría sido posible que los atletas de los países en cuestión compitieran oficialmente bajo una bandera neutral, como también se practica en los torneos ATP y WTA.
Ahora los deportistas están siendo castigados únicamente sobre la base de su nacionalidad. Imagínense si los organizadores de Wimbledon también sometieran a los espectadores a un control de pasaportes en la entrada del sitio del torneo en Church Road y negaran la entrada a personas de Bielorrusia y Rusia. ¿Impensable verdad? (mn/cp)