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Nuevos católicos en Alemania: los que se bautizan en Pascua

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La Iglesia católica alemana lleva varios años perdiendo fieles. Los escándalos de abusos contra menores y otros asuntos poco religiosos han mermado su imagen y su caudal de seguidores. Sin embargo, quedan excepciones.”Simplemente, este tema me tomó más tiempo”, dice Matthäus Riedle, de 37 años. Será bautizado esta Semana Santa en la catedral de Speyer y, por ende, será aceptado en la Iglesia católica. El tema rondó la cabeza de Riedle, nacido en 1985 en Polonia y llegado a Alemania en 1990, todo este tiempo. Sus padres no lo bautizaron cuando niño precisamente para dejarle esa decisión a él. A los 12, le empezó a quedar claro que quería tener un vínculo más estrecho con la religión y anduvo buscando la comunidad adecuada.

Asistió a servicios católicos y protestantes, leyó decenas de libros, habló con miembros de diversas confesiones y analizó el tema. Este banquero, que hoy trabaja en la gestión de emergencias de una empresa minorista, requirió de reflexión antes de tomar la decisión. Hasta que llegó a la catedral de Speyer, “que me mostró que la fe cobra vida y no está solo en los libros”. Riedle es uno de los pocos cientos de adultos que se bautizarán por estos días en Alemania. La tendencia a nivel nacional va justamente en la dirección opuesta.

Más salidas que entradas

Riedle pertenece a una minoría. En el año 2020 (no hay cifras más recientes) alrededor de 221.000 personas abandonaron la Iglesia católica en toda Alemania, lo que supone un fuerte contraste con los 104.610 bautizos. Como se estila en estos casos, la mayoría de ellos corresponde a niños de pocos días, incapaces de negarse. Cuando se miran las cifras de los mayores de 14 años, los números se empequeñecen progresivamente: 1.548 personas se bautizaron en 2020. En 2019 fueron 2.446, 2.757 en 2018 y 3.376 en 2017. Y, por primera vez en la historia de Alemania, en 2022 menos de la mitad de la población pertenece a alguna de las dos mayores iglesias del país.

Laura Leuchte (25) y Viktor Brüggemann (29) viven en Halle an der Saale, en el estado federado de Sajonia-Anhalt. Son pareja, no están casados, y se preparan juntos para el bautizo. Leuchte dice que en su familia nadie es religioso, pero ella ha sufrido algunos golpes en la vida que, junto a la convicción de su novio, la llevó a la fe.

El aludido novio, Viktor Brüggemann, confiesa que de joven “se desvió del camino correcto” e hizo “algunas cosas feas”. Sin embargo, Dios a menudo le dio fuerza, cree él. “Tiene que haber alguien, una mano protectora sobre todo esto”, explica. Y un buen día decidió que debía oficializar su vínculo con los católicos. Desde entonces, Laura y Viktor van a charlas con el párroco de Halle. Esos encuentros no les parecen para nada citas oficiales. Más bien son reuniones comunitarias donde se conversa bastante.

Los asistentes se sientan en un círculo con las sillas bien separadas por la pandemia. Hay una vela, dos textos de la Biblia, algunas canciones, palabras del obispo. Luego, todos se ponen de pie y hacen algunos comentarios sobre las reflexiones surgidas tras una larga enfermedad, o el muchacho que conducía su auto y oyó en la radio una historia del evangelio que lo llevó a buscar a un sacerdote. O la mujer de casi 30 años que bautizó a sus hijos y ahora quiere recibir ese sacramento ella misma. Lo que se dicen suena sincero. Oír esas historias es hasta conmovedor.

El obispo asombrado

El obispo Gerhard Feige describe su impresión por lo que ocurre en el mundo y en su Iglesia. “Conmociones, polarización, conflictos”, dice. “Estoy encantado y asombrado de que en un momento así te atrevas a decir que sí a esta iglesia. Me admira y maravilla”, les dice a los presentes. Se siente en el aire lo importante que es el momento para este religioso de 70 años. Estos encuentros con los candidatos al bautismo están entre las cosas más hermosas que experimenta un obispo. Sin embargo, si la Iglesia católica en Alemania está en los medios no es por esta belleza espiritual que conmueve a algunos, sino principalmente por el procesamiento de responsables, diversos escándalos y el encubrimiento de los casos de abusos por parte del clero.

¿Qué mueve a un adulto a bautizarse? Viktor Brüggemann dice que, por supuesto, sabe todo lo que está pasando, “pero, para mí, personalmente, no juega ningún rol respecto a mi relación con la fe y la Iglesia”. Concede que analizar el tema es importante, y también lo es hablar de ello, pero él pide que no se generalice. De forma similar se expresa Laura Leuchte. Claro que le preocupa el asunto, como a otros tantos, y mucho de lo que ocurrió en sencillamente “enfermo”. Pero ella quería de todos modos unirse a la Iglesia, porque los escándalos no cambiaron “nada” su fe.

Fe y crisis

Matthäus Riedle lo dice sin un ápice de duda: “Cuando todos dan la espalda a la Iglesia, lo correcto es acercarse a ella. Todos somos la Iglesia”. Afirma que obviamente se decepcionaría si los funcionarios públicos actuaran como los miembros del clero denunciados, pero afirma que nada de eso afecta el núcleo de su fe, por la que luchó de con intensidad e “individualmente”.

¿Qué dice el entorno, cómo reaccionan los amigos? Riedle cuenta que la mayoría ha reaccionado con indiferencia, incluso aquellos que sospechaban de su cercanía con la Iglesia. En su círculo de amigos no hay mayores problemas con su decisión, que por lo demás “no es nada oculto”. Incluso algunos se han ofrecido a asistir al bautizo o ayudar de alguna manera. “Es un gran evento que ocurre solo una vez en la vida”, afirma.

Así que el sábado en la noche será una Pascua especial para Leuchte, Brüggemann y Riedle y algunos pocos cientos de otros adultos cristianos en Alemania, que comenzarán a formar parte de una nueva minoría en Alemania, la de los miembros de la Iglesia católica. (dzc/ms)

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