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“La posibilidad de lo monstruoso existe, pero el ejercicio de la memoria lo limita”, dice la cineasta Rosario Cervio en el marco del Coloquio Internacional que analiza mitos, verdades y narrativas sobre Adolf Eichmann.”¡Que viva Alemania! ¡Que viva Austria! ¡Que viva Argentina! Son los países con los cuales me sentí más conectado y que no olvidaré”, pronunció el criminal de guerra nazi Adolf Eichmann antes de su ejecución en Israel.
Y, así, dejaba constancia a viva voz de los fatídicos lazos que en su biografía unían a Alemania y Argentina.
El “caso Eichmann” ha hecho historia. Tras cumplirse 60 años del proceso que tuvo lugar en Jerusalén en 1961 contra uno de los principales responsables de la denominada “solución final” (término utilizado por los nazis para identificar su plan genocida en contra de la población judía en Europa durante la segunda Guerra Mundial), la temática sigue dando que hablar.
En este caso, desde un particular punto de vista: ¿Cómo fue tratado el tema en la literatura? ¿Y en el cine? ¿Qué vestigios quedan en la memoria colectiva? ¿Cuáles son los mitos que circulan en torno a aquellos hechos?
Estas son algunas de las cuestiones que se debaten en el Coloquio Internacional “El proceso de Eichmann en perspectiva transmediática: figuras de la memoria, del derecho y de la justicia en literatura y cine”, que tiene lugar del 4 al 6 de este mes en la capital argentina, de manera híbida y abierto al público, patrocinado por el Servicio Alemán de Intercambio Académico y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania.
En este marco, se presentó la película “El vecino alemán”, sobre los últimos años de vida del criminal de guerra nazi, transcurridos en Argentina, a donde había escapado en 1950.
“Nos interesaba explorar la figura de Eichmann en dos aspectos: el “nuevo hombre” en Argentina, y el “funcionario leal” en Israel”, dice a DW Rosario Cervio, codirectora del documental junto a Martín Liji.
“Quienes conocieron a Eichmann en nuestro país -Argentina- coinciden en que era una persona ‘normal’”, cuenta la directora. Y se pregunta: “¿Cómo puede ‘normalizarse’ el responsable de un genocidio?”
Ensaya algunas respuestas: “Probablemente tenga que inventarse una nueva conciencia que haga un corte con lo anterior para poder vivir”, reflexiona. “Creo que el mismo Eichmann, en algún nivel, lo logró: Ricardo Klement -la identidad que Eichmann adoptó en Argentina-, dicen, era un buen jefe, un buen vecino, un buen padre”, completa la idea Cervio.
“El culpable de un crimen extraordinario, un hombre común”
No en vano, el subtítulo del largometraje consigna: “El culpable de un crimen extraordinario, un hombre común”.
“En el juicio, él se presenta como un ‘funcionario leal’. Esa lealtad consistía en una lealtad sin pensamiento: estaba dispuesto a obedecer cualquier orden, aun contra cualquier tipo de sentimiento o inclinación afectiva”, analiza Cervio.
Por cierto, el concepto de “la banalidad del mal” (la trivialización del exterminio de seres humanos, cometido como un “simple” procedimiento burocrático, sin pensar en sus consecuencias) acuñado por la filósofa alemana Hannah Arendt a partir precisamente de las declaraciones de Eichmann durante su proceso, es una de las principales perspectivas de análisis en el coloquio de la capital argentina.
“Querido Eichmann”
“Escribir desde la piel de un asesino, situarse en la cabeza de alguien que autoriza, enmascarado en el engaño, el traslado de judíos que viajan en trenes de la muerte, siempre es un desafío”, dice, por su parte, el autor Marcos Rosenzvaig sobre su libro “Querido Eichmann”, presentado el día martes.
“Y saber que ese hombre vivió en mi provincia, y que nunca antes se había escrito algo sobre su permanencia en Tucumán, constituyó para mí otro desafío”, cuenta el escritor tucumano a este medio.
“‘Querido Eichmann’ está escrito en primera persona”, adelanta. “Sobre la base de elementos recolectados del paso de Eichmann por Tucumán, tuve la posibilidad de ficcionalizar una historia que pudo haber ocurrido”, afirma.
“A partir de la idea de la relación de los nazis con los ovnis, entro en la cabeza de un Eichmann obsesionado por los mensajes de seres extraterrestres sobre el futuro advenimiento de un Cuarto Reich”, devela el autor sobre la trama de su novela.
“Me interesó mostrar las oscuridades de un personaje, las corrientes que circulan debajo de un río”, explica Rosenzvaig desde Buenos Aires.
Para aprender del pasado
“Viniendo desde Alemania, siendo alemán, y viviendo en la Argentina, no podía no interesarme esta historia”, dice a DW Patrick Eser, lector del Servicio Alemán de Intercambio Académico, organizador junto a Christian Ernst de la iniciativa.
“La herencia cultural alemana en Argentina tiene que ver, por un parte, con las historias de personas que pudieron escaparse de las crueldades del nazismo hacia este país”, afirma. “Pero, por otro lado, también con la huida de muchos nazis a la Argentina, así como con el legado de las comunidades alemanas, que antes del 45, eran en buena parte pronazis”, puntualiza.
“La presencia de los nazis en la Argentina y en todo el Cono Sur continúa siendo un tema sin resolver”, advierte en este sentido Rosenzvaig.
“Es una ilusión creer que una vez que pasó algo tan tremendo y horroroso, no puede repetirse. No obstante, toda aproximación a lo que ha sucedido enseña sobre lo que puede volver a suceder. Por eso, un espacio de reflexión como este coloquio es tan importante. La posibilidad de lo monstruoso existe, pero el ejercicio de la memoria lo limita”, concluye Cervio.
(ers)