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Violencia en los estadios: un dilema también para la Bundesliga

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Los horrorosos sucesos ocurridos el 5 de marzo en el estadio La Corregidora, de México, le dieron la vuelta al mundo. Ese mismo día, la Bundesliga vivió su propia jornada de violencia, aunque de un frente muy distinto.El pasado 5 de marzo, la fiesta del fútbol se convirtió en tragedia en el Estadio La Corregidora, en Querétaro, México. Al minuto 62 del partido entre el equipo local, Gallos Blancos, contra el Atlas de Guadalajara, actual campeón, barras del Querétaro irrumpieron con una sevicia inaudita contra los seguidores del Atlas y, de paso, contra parte del aterrorizado público.

Las imágenes dieron la vuelta al mundo. Se habló de muertos, y en los medios se pidieron sanciones ejemplares. El daño a la imagen el fútbol mexicano fue monumental.

Sobre las causas, mucho es aún lo que se especula: entre ellas, la llegada a México del modelo de las «barras bravas» argentinas, la falta de protocolos de seguridad, la privatización de la seguridad en los estadios mexicanos, y la anómala priorización del negocio del fútbol mexicano, en la cual el hincha quedó en el olvido.

Los detalles concretos del caso aún son investigados, pero ya se implementaron medidas contra la directiva de Gallos Blancos. Al momento de publicarse este artículo, hay 27 personas detenidas por el grave incidente, y la versión sobre más de 20 víctimas mortales no ha sido desmentida de manera convincente por las autoridades.

Vigilantes contra hinchas

Ese mismo sábado 5 de marzo, muy lejos de Querétaro, se jugó el partido de Bundesliga entre el Stuttgart y el Borussia Mönchengladbach. El encuentro transcurrió con absoluta normalidad, pero luego de su fin, la bronca entre dos hinchas creció a mayores dimensiones.

En su intento de desalojar a la barra visitante, elementos de seguridad de una empresa privada arremetieron a golpes contra la hinchada. «Desde ese momento, comenzaron las irregularidades. La violencia escaló sin motivo aparente, y de modo completamente unilateral» por parte de los vigilantes, dijo al respecto la iniciativa de hinchas Fanhilfe Mönchengladbach.

También este caso está en plena investigación, y faltan detalles por aclarar. Pero parece fuera de duda que los empleados de seguridad cometieron excesos. Por eso, algunos ya han sido enviados a seminarios especiales, a fin de que se capaciten en métodos para mitigar la violencia en casos de conflicto grupal, en vez de encenderla, como ocurrió en Stuttgart.

Dilema sin respuesta

La seguridad en los estadios de fútbol es un dilema cuya respuesta no parece fácil de encontrar. Las circunstancias de la violencia en Querétaro y Stuttgart evidenciaron, entre otras cosas, las enormes diferencias que existen en el entorno en el que se juega el fútbol profesional en México y Alemania.

La escalada puede venir de uno u otro lado: de barras de seudohinchas, como en México, o de quienes supuestamente buscan la seguridad, como en Alemania.

En todo caso, la presencia latente de la violencia en los estadios de fútbol no se limita a México y Alemania. Unos días después de aquel 5 de marzo, en Marruecos, se jugó un partido de la llamada Copa del Trono, entre el club militar AS FAR y el Maghreb de Fes. Ahí también se desbordó la violencia y 160 personas fueron detenidas por «posesión de armas blancas, embriaguez, lanzamiento de piedras provocando daños materiales y el incendio de un vehículo», según el parte de la Dirección General de la Seguridad Nacional.

Este no fue un incidente aislado en la historia del fútbol marroquí. En 2016, dos hinchas de ese país murieron a raíz de sucesos relacionados con el hooliganismo, lo cual causó la suspensión durante dos años de algunas barras «ultras». Y, así, podrían contarse ejemplos de muchas otras partes del planeta.

Urgen soluciones globales

Evidentemente, la dimensión de los acontecimientos fluctúa de acuerdo con la circunstancia de cada país. Pero ni Alemania, donde se ha avanzado mucho en la lucha por erradicar la violencia de barras y hooligans, ni en México, donde el tema se plantea solo a raíz de crisis como la de Querétaro, se ha encontrado una respuesta totalmente efectiva.

Lo que está claro es que la violencia en los estadios, como en los ejemplos mexicano y marroquí, tiene alto potencial letal. Por eso, el reto sí es común. Independientemente de especificidades: federaciones, clubes y autoridades deben resolver este problema lo más pronto posible, antes de que siga cobrando más vidas humanas.

(rml)

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