Last Updated on marzo 8, 2025 by Deutsche Welle
Durante meses se han sucedido en Georgia manifestaciones contra el fraude electoral y a favor de un rumbo proeuropeo. Mientras la oposición boicotea el Parlamento, se aprueban leyes controvertidas.Han pasado más de tres meses desde las elecciones parlamentarias en Georgia, cuyo ganador ha sido, según las autoridades, el partido Sueño Georgiano, que gobierna ese país desde 2012. Este obtuvo 89 de los 150 escaños. Sin embargo, se produjeron irregularidades, según organizaciones internacionales como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Los partidos opositores no reconocen los resultados, hablan de fraude y boicotean el actual Parlamento. A 49 diputados se les retiró su mandato en diciembre, luego de que ellos mismos los rechazaron.
¿Cuál es el propósito del boicot?
Muchas personas en Georgia no quiere aceptar el resultado de los comicios, y salen a las calles a protestar, apoyadas por los líderes de la oposición. Las manifestaciones comenzaron en noviembre de 2024, luego de que el primer ministro Irakli Kobajizdse anunciara que suspendería el proceso de integración a la Unión Europea hasta 2028. Los opositores exigen nuevas elecciones, la continuación de la integración europea, y también la liberación de manifestantes encarcelados.
“El objetivo estratégico del boicot es negar la legitimidad del gobierno. Si ha manipulado las elecciones, entonces no puede ejercer el poder estatal. Eso es también lo que piensa la abrumadora mayoría del pueblo georgiano, y se puede ver en las calles, donde las masas protestan desde hace meses”, dice a DW Elene Choshtaria, presidenta del partido Droa, de la Coalición para el Cambio. Está convencida de que el Gobierno no cuenta con el apoyo popular.
Petre Tsiskarishvili, secretario general del partido Movimiento Nacional Unido, que según los resultados electorales podría haber entrado en el Parlamento, también renunció a su mandato.
“El partido Sueño Georgiano manipuló las elecciones y utilizó a las bandas callejeras y a la Policía para intimidar a la sociedad civil. Todo el país sabe que estas elecciones no fueron libres ni justas. No es ni moral ni políticamente justificable sentarse en una sala del pleno con esta gente sólo porque obtuvimos el diez por ciento de los votos”, afirma Tsiskarishvili, y agrega que los partidos que no forman parte del Parlamento no reciben financiación estatal, y que “lo único que pueden hacer es protestar, encontrarse con votantes de otras regiones, con medios independientes y en redes sociales que todavía funcionan”.
De facto, un Parlamento de partido único
Mientras tanto, gracias al boicot de las fuerzas de oposición, Sueño Georgiano ha conseguido efectivamente el control total del Parlamento y ha comenzado a implementar su agenda. En los últimos meses se han aprobado numerosas leyes, algunas de las cuales han sido criticadas en el país y en el extranjero.
En primer lugar, el Parlamento georgiano eligió un nuevo presidente; el cargo lo ocupó el exfutbolista Mijeil Kavelashvili. La anterior presidenta Salomé Zurabishvili chocó repetidamente con Sueño Georgiano y vetó leyes, entre otras, la ley sobre “influencia extranjera”, que endureció la rendición de cuentas por parte de organizaciones no gubernamentales que reciben más del 20 por ciento de sus ingresos del extranjero.
Los que cuestionan dicha ley temen que pueda silenciar a organizaciones críticas, como sucede en Rusia. El 4 de marzo se recrudeció esa ley, que ahora afecta no solo a oenegés, sino también a ciudadanos comunes, con una versión que emula a la Ley de Registro de Agentes Extranjeros, de Estados Unidos, explicó Archil Gorduladse, diputado del partido gobernante y vicepresidente del Comité de Asuntos Jurídicos.
La oposición caracteriza también a otras resoluciones del Parlamento georgiano como represivas. Por ejemplo, la participación de oenegés y organizaciones civiles en decisiones gubernamentales ya no es obligatoria. Los cambios a otras leyes imponen restricciones a los medios que reciben financiación del extranjero. Además, se eliminó el término “género” de la Ley de Igualdad.
Antes de eso, tras los enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes durante las protestas proeuropeas, estaba prohibido el uso de máscaras y el uso de fuegos artificiales y láseres durante las protestas. Además, en febrero de 2025 se incrementaron las penas por “vandalismo menor” y “desobediencia a la policía”. Y se anunció que la figura de “alta traición” volvería a utilizarse. Había sido retirado del Código Penal por el expresidente Mijeil Saakashvili en 2007.
En entrevista con DW, el politólogo Gela Vasadze describe al Parlamento georgiano como una “imprenta loca”. Se aprobará una ley tras otra para establecer un régimen autoritario en el país, señala. “El Parlamento se ha convertido en un instrumento para la legalización de medidas represivas que Sueño Georgiano ya había comenzado a aplicar en el período legislativo anterior. Al parecer, el poder estatal cree que está siguiendo una tendencia global, según el lema ‘así se hace hoy'”, afirmó Vasadze.
El experto considera que el boicot del trabajo parlamentario por parte de las fuerzas de la oposición es “una estrategia justificada pero ineficaz”. “Un boicot no cambia lo que está sucediendo. El Gobierno continúa desarrollándose hacia un régimen autoritario e ignora completamente a la oposición”, dice Vasadze, afirmando que sin una oposición en el Parlamento, los representantes del gobierno se sentirían aún más cómodos.
(cp/dzc)
