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Un entrenador que dirige un equipo femenino de élite es algo común, pero lo opuesto es casi excepcional. Una de las pocas entrenadoras mujeres que rompió esa convención en el fútbol quiere que esto cambie.Estadios llenos, cada vez más deportistas profesionales y una cuota de 50/50 en las Olimpíadas de París: todas señales que hacen palpable el crecimiento del deporte femenino.
Pero mientras el cambio se acelera en algunos deportes, las décadas de falta de financiación, freno a las oportunidades y sexismo no pueden desaparecer del todo rápidamente. Esto se ve especialmente en puestos de liderazgo, como el de entrenadora. Si bien en los Juegos Olímpicos de 2024 se logró igualdad para las atletas, no fue así para quienes tenían la tarea de entrenarlas.
Aunque el Comité Olímpico Internacional (COI) no ha entregado cifras, se estima que el porcentaje de entrenadoras mujeres en París estuvo aproximadamente en el mismo nivel que en los Juegos Olímpicos de Tokio, hace tres años, en un 13 por ciento. Un patrón que se repite en todos los ámbitos del deporte: poco más de un tercio de los entrenadores en el Campeonato Mundial de Fútbol Femenino en 2023 eran mujeres, y las entrenadoras en equipos de deportes masculinos son la excepción.
Helen Nkwocha logró superar los obstáculos y romper con esas convenciones. Esta entrenadora inglesa se convirtió en la primera mujer en preparar a un equipo europeo de fútbol masculino de primera división en 2021, el el Tvoroyar Boltfelag, de las Islas Feroe. A pesar de ese logro, siente que las probabilidades están en su contra si se trata de un empleo futuro.
Nkwocha, que ahora trabaja como directora de entrenadores de la organización estadounidense de fútbol juvenil Rush Soccer, explica a DW que hubo mejoras en el desarrollo y en las oportunidades para entrenadoras mujeres desde que comenzó allí, hace más de una década. Pero la velocidad de los cambios deja mucho que desear, como también reconoció la campaña del Día Internacional de la Mujer 2025 ‘Accelerate Action’.
El rechazo a contratar a entrenadoras mujeres y a romper con las viejas costumbres es frustrante, según los afectados. Los tomadores de decisiones en el deporte son en su mayoría hombres, y muchos de ellos ni siquiera consideran la opción de dar trabajo a una entrenadora. Tal vez por la preocupación sobre reacciones adversas, o por misoginia. Pero, en muchos casos, la posibilidad simplemente no se toma en cuenta en el proceso de toma de decisiones.
Retroceso en el deporte
Taylor apunta a la máxima división del rugby femenino inglés, la Premiership Women’s Rugby (PWR), como prueba de las dificultades. Hace tres años, la liga tenía siete entrenadoras; ahora ya no hay ninguna. Los vínculos cada vez más estrechos con los clubes masculinos pueden llevar a que las decisiones las tomen personas con una experiencia limitada en el fútbol femenino y una agenda de contactos del equivalente masculino. También existe la percepción de que las mujeres no pueden entender el juego masculino, lo que es frustrante, indica Taylor.
Muy a menudo se ve a entrenadores hombres que trabajaron en equipos masculinos y están contentos de poder entrenar luego a equipos de mujeres, y nadie parece tener problemas con eso. Pero lo contrario no es el caso. Tanto Nkwocha como Taylor se han beneficiado de programas que intentan restablecer ese equilibrio. Nkwocha ahora imparte un curso similar para intentar ayudar a la próxima generación. «La gente juzga muy duramente en el fútbol. También queremos que se entienda esta realidad de que las jugadoras mujeres son juzgadas de manera diferente por ser mujeres”, subraya Nkwocha.
El cambio debe venir desde arriba
Ambas entrenadoras piensan que es necesaria la intervención de organizaciones deportivas internacionales y nacionales para que las entrenadoras tengan mayores oportunidades, y que, al mismo tiempo, las mujeres que ocupan puestos importantes deben brindarles su apoyo.
Taylor se graduó del programa Mujeres en el Deporte de Alto Rendimiento (WISH) del COI, cuyo objetivo es ayudar a restablecer el equilibrio del entrenamiento en todos los deportes olímpicos. «Me encantó poder interactuar con diferentes deportes y encontrar solidaridad en algunos de los desafíos que se enfrentan en todos los ámbitos», sostuvo.
«Espero que algún día estos programas no sean necesarios, para que, en realidad, el deporte sea sólo deporte, y los entrenadores sean entrenadores», dijo Taylor.
«Pero hasta que podamos educar al respecto, sostener conversaciones con quienes toman las decisiones, y con las personas encargadas de contratar, hasta que podamos apoyar a los entrenadores para que tengan experiencias de mayor igualdad, sin importar su género, entonces tenemos que seguir luchando», concluyó.
(cp/ers)