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Mantener viva la memoria, un imperativo en Alemania

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Alemania recuerda cada 27 de enero a las víctimas del nacionalsocialismo. Más allá de los ritos, sigue siendo necesario no olvidar lo ocurrido.Banderas a media asta, coronas de flores en el Bundestag, muchos parlamentarios visten de negro. Hay discursos y aplausos reflexivos, año tras año.

El 27 de enero se recuerda en Alemania a las víctimas del nacionalsocialismo y la fecha se conoce mundialmente como Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Es la fecha de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, en 1945.

En Alemania existen más de 300 memoriales y centros de documentación sobre el lo ocurrido bajo el nacionalsocialismo, tema que los escolares también tratan en clases de historia. Algunos visitan memoriales en antiguos campos de concentración, donde se informan de los horrores allí cometidos.

Ha habido grandes procesos por crímenes de guerra, como los cometidos en Auschwitz. Y, hasta la actualidad, antiguos guardias de centros nazis de la muerte, entretanto de avanzada edad, siguen teniendo que enfrentarse a los tribunales.

Es el recuerdo del capítulo más oscuro de la historia alemana. La Alemania nacionalsocialista desató la II Guerra Mundial y fue responsable del asesinato sistemático de seis millones de judías y judíos. A ellos se suman otros cientos de miles de víctimas, de las minorías sinti y romaní, al igual que opositores políticos de los nazis, homosexuales y personas discapacitadas.

La cultura de la memoria

La cultura de la memoria implica mantener presente el recuerdo del pasado a nivel colectivo. «En lo que respecta a Alemania, es central el recuerdo del Holocausto y confrontarse con el nacionalsocialismo», dice la politóloga y editora Saba-Nur Cheema. En los últimos años, se suma también cada vez más el recuerdo de la dictadura de la ex RDA, y la época del colonialismo.

El día en memoria de las víctimas del nacionalsocialismo se estableció apenas en 1996. Nunca se convirtió en un feriado oficial.

Hostilidad de la extrema derecha

Hasta el presente, el recuerdo de los crímenes del tiempo de los nazis ha sido blanco de hostilidades, especialmente de la extrema derecha y del populismo derechista. El director del memorial en los antiguos campos de concentración de Buchenwald y Mittelbau-Dora, Jens Christian Wagner, se ha posicionado claramente en Turingia contra el partido Alternativa para Alemania (AfD), catalogado como parcialmente de extrema derecha, y desde entonces recibe amenazas, como ha denunciado en X.

«Casi todos los monumentos conmemorativos se enfrentan al vandalismo y a la negación del Holocausto. Pero lo que también se puede ver es que el debate se ha vuelto más duro», afirma Veronika Hager, de la Fundación Memoria, Responsabilidad y Futuro (EVZ). «Declaraciones que hace diez años habríamos rechazado como relativamente extremas en el conjunto de la sociedad tienen ahora mucha más aceptación».

Hace poco, la líder de AfD, Alice Weidel, dijo en una entrevista televisiva: «No hay duda de que Adolf Hitlerera un socialista antisemita y de que el antisemitismo es principalmente de izquierda».

«El objetivo es atenuar, para que acabemos dejando de hablar de lo ocurrido. Con el peligro de que la amenaza de los grupos nacionalistas de derecha deje de ser tangible y concreta», afirma Cheema.

Creciente antisemitismo

Michel Friedman es uno de los intelectuales que desde hace años llaman la atención sobre el creciente antisemitismo. «Si hubiéramos hecho nuestros deberes, ahora no proliferaría un odio a los judíos tan descarado y brutal», dijo en una entrevista con el semanario Der Spiegel.

A su juicio -y esto también lo han manifestado organizaciones judías-, la conmemoración se ha ritualizado demasiado y está demasiado anclada en el pasado. «Por importante que sea ocuparse de los judíos muertos, nuestra responsabilidad debe ser para con los judíos que viven», advirtió.

No solo desde el 7 de octubre de 2023, el día del brutal ataque terrorista de Hamás contra Israel, que dejó más de 1.200 muertos, se multiplican también en Alemania las agresiones antisemitas. Para algunos es una prueba de que la cultura de la memoria ha fracasado.

Mantener el recuerdo del pasado no es lo mismo que prevenir y combatir el antisemitismo, señala Joseph Joseph Wilson, especialista en «acción contra el antisemitismo», de la Fundación EVZ. A su juicio, la empatía que se siente quizá al visitar un memorial, no se traslada automáticamente al presente y no conduce a que la gente reconozca códigos antisemitas y teorías de conspiración.

«En lugar de eso, debemos constatar que nuestros conceptos de prevención del antisemitismo han fallado en parte», opina Wilson.

Diferentes interpretaciones

El tema no ha estado exento de divergencias. Ha habido disputas entre historiadores sobre la singularidad de los crímenes nazis, por ejemplo, y debates en la prensa. El 7 de octubre de 2023 y la posterior guerra de Gaza, con decenas de miles de muertos, representan sin duda otro punto de inflexión. Porque también han puesto en evidencia fracturas en Alemania.

Una de ellas tiene que ver con las distintas interpretaciones de la consigna «Nunca más es ahora». Se refiere a que los horrores del nacionalsocialismo no deben repetirse. Y muchos derivan de eso un llamado a la solidaridad con Israel y los judíos. Sin embargo, el eslogan también se utiliza en manifestaciones propalestinas.

A más tardar desde el famoso discurso de Angela Merkel en el Parlamento israelí, en 2008, en el que declaró que la seguridad de Israel era una razón de Estado para Alemania, la responsabilidad de la supervivencia del Estado judío se ha clasificado a menudo como parte de la cultura de la memoria en el país. Para algunos, esto es señal de que esa cultura de la memoria no es inclusiva y no está hecha para una sociedad moderna de inmigración.

Saba-Nur Cheema discrepa: «Yo no diría que no está hecha para esto. Porque la sociedad civil da forma a la propia cultura de la memoria». Pero la justificación, al principio de la guerra de Gaza, de que Alemania sólo apoyaba a Israel por su historia «también suscitó críticas entre muchos jóvenes inmigrantes». Se preguntaron: «‘¿Por qué sufren así ahora los palestinos’? No es malo plantearse esa pregunta».

Saba-Nur Cheema valora el lema «liberar a Palestina de la culpa alemana», que se gritó en las manifestaciones, sobre todo en Berlín, como un mensaje político, y no como un ataque a la cultura de la memoria. El Centro de Investigación e Información sobre el Antisemitismo (RIAS), por su parte, evaluó el eslogan en un informe como un «deseo de ‘poner punto final’ al tema del pasado nazi».

Quizás, debates como este sean una señal de que en Alemania no existe una, sino muchas culturas de la memoria.

Recordar sigue siendo importante

De lo que generalmente se habla poco en Alemania es de las biografías de los victimarios dentro de la propia familia. Michael Friedman lo formuló así en una ocasión: «¡Hay millones de testigos de la época! ¡Vean lo que hicieron sus abuelos, o tíos abuelos!»

Ese podría ser el siguiente paso. «No quiero llegar a un punto en el que digamos: ya tenemos una cultura del recuerdo perfecta», dice Hager. «Para mí, siempre es algo en curso, algo que se mueve y se desarrolla».

(ers/rml)

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