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Se resistió con todos los medios posibles a entregarse a las autoridades, pero el hasta ahora presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yoel, fue arrestado. El país está lejos de la reconciliación, según Alexander Görlach.El presidente destituido de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, fue arrestado provisionalmente este miércoles (15.1.2025) después de semanas de disputas, acusado de haber planeado un golpe de Estado.
El 3 de diciembre de 2024, Yoon decretó inesperadamente el estado de emergencia e impuso la Ley Marcial en el país democrático. Las Fuerzas Armadas intentaron entonces asaltar el Parlamento y detener a los diputados.
Pero el intento de golpe de Yoon no tuvo éxito. Entre otras cosas, porque miles de surcoreanos salieron a las calles, arriesgando sus vidas para impedir que soldados armados entraran al recinto parlamentario.
La semana pasada, Yoon intentó evadir a las autoridades judiciales. Se produjo un enfrentamiento entre sus guardaespaldas y la Policía, y se vieron escenas que antes sólo se conocían de las series coreanas, repletas de políticos, policías y militares corruptos, y periodistas sobornables.
¿Un «hombre fuerte” como Trump?
Yoon Suk-yeol se considera a sí mismo un «hombre fuerte», como Donald Trump. El surcoreano estaba convencido de estar por encima de la ley y poder evadir la intervención de las autoridades. Ahora, en las próximas semanas, un tribunal examinará si esta destitución sigue siendo legalmente válida. Otro político sustituye al presidente de forma interina.
Durante el arresto se difundió un mensaje en video. En él, Yoon dice que se entregó a las autoridades judiciales para evitar un «enfrentamiento sangriento» entre sus guardaespaldas y la Policía. Esta declaración demuestra que el expresidente no puede o no quiere evaluar adecuadamente su situación. También afirmó en dicho video que la orden penal en su contra era «ilegal». Los acontecimientos que llevaron a su arresto ocurrieron ante los ojos del pueblo coreano y del mundo entero.
El presidente no pudo aportar ninguna prueba que apoyara su justificación para declarar la Ley Marcial, en concreto, que el Partido Liberal en el Parlamento estaba planeando un golpe de Estado junto con el norte comunista. Yoon podrá ser ahora interrogado por la Policía durante dos días. Si se confirma la sospecha inicial contra él, un tribunal podría emitir una orden de arresto formal.
Yoon provocó aún más división en la sociedad
Con su comportamiento, el conservador está alimentando aún más la división en la sociedad surcoreana. Este político tan controvertido es extremadamente impopular entre la población, como lo evidencian sus índices de aprobación, de menos del 20 por ciento antes de imponer la Ley Marcial. Aún así, todavía tiene una base de seguidores pequeña, ruidosa y agresiva. Varias personas acamparon frente a su residencia en las últimas semanas para manifestarse a favor de «su» presidente.
Para Corea del Sur, esta crisis llega en un momento inoportuno y, en última instancia, parece estar basada únicamente en la vanidad de un solo hombre. El vecino del norte, la dictadura de la Edad de Piedra de Kim Jong-un, amenaza abiertamente al sur democrático con la aniquilación, a lo que el gobierno de Seúl debe formular una respuesta. Una opción, que gana cada vez más apoyo entre la población es la de que el sur se pertreche con armas nucleares. Pero para dar ese paso, se requiere un gobierno estable y, más importante aún, un consenso entre partidos que Yoon en realidad nunca planeó crear.
No hay garantía de protección futura por parte de EE. UU.
Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, se pasará revista a las alianzas de Estados Unidos, incluida la garantía de seguridad de Washington hacia Corea del Sur. Para poder lidiar adecuadamente con el hombre de la Oficina Oval, se necesita un consenso estable y fiable en el Parlamento y en la sociedad.
Pero Corea del Sur se encuentra actualmente sin liderazgo y sin perspectivas de reconciliación entre los bandos políticos, debido a la forma de actuar de Yoon Suk-yeol. Al final, sólo los enemigos de Corea del Sur en Pyongyang y Moscú se alegran de una situación así. Para la población de Corea del Sur, en cambio representa una gran amenaza a su seguridad.
(rmr/ers)