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Un año tras su éxodo, las personas refugiadas de Nagorno-Karabaj tratan de iniciar una nueva vida en Armenia. Pese a la ayuda estatal, se topan con muchas dificultades. Un reportero de DW habló con algunas de ellas.Más de 100.000 personas tuvieron que huir de Nagorno-Karabaj hace un año. Armenia y Azerbaiyán han librado varias guerras por la región. Nagorno-Karabaj estaba habitado en su mayoría por personas de la etnia armenia, pero ese territorio pertenece a Azerbaiyán, según el derecho internacional.
El 19 y 20 septiembre de 2023, en una ofensiva militar de dos días, Bakú tomó el control total de Nagorno-Karabaj. La república de Nagorno-Karabaj era un Estado de facto, que era reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán, pero estaba gobernado y poblado por personas de la etnia armenia. Luego de la ofensiva azerbaiyana, dejó de existir como Estado.
Una gran parte de los armenios no quiso permanecer en Nagorno-Karabaj por miedo a la opresión y la violencia, lo cual provocó el mayor éxodo en la región desde los años 90. Desde la acción militar azerbaiyana, las personas de Nagorno-Karabaj emigran a Armenia en busca de una nueva vida.
Construir una nueva vida
Azat Adamyan era propietario del popular bar Bardak. En septiembre del año pasado, abandonó la región junto con decenas de miles de otros habitantes. En un principio, no quería quedarse para siempre en Armenia, sino emigrar a otro país. «Pensé que nadie nos quería aquí, pero luego resultó que eso no es así. Hay muchas personas solidarias», dice Adamyan, de 34 años, quien vive con su familia, compuesta por siete personas, en la capital armenia, Ereván.
Dos meses después de su llegada, Adamyan volvió a abrir su bar en Ereván. Los primeros visitantes eran gente de Ereván. «Porque nuestra gente estaba profundamente deprimida. Pero poco a poco lo superaron y comenzaron a venir a nuestro bar». Entretanto, casi la mitad de sus clientes son personas de Nagorno-Karabaj.
Condiciones difíciles para los refugiados
Según datos de las autoridades de Armenia, más de 24.000 personas de Nagorno-Karabaj emigraron a otros países en el lapso de un año. La mitad de ellas regresó a Armenia, y la otra mitad se quedó en el extranjero.
En Armenia, muchos refugiados de Nagorno-Karabaj se enfrentan a varios problemas, como encontrar empleo y una vivienda asequible. El Gobierno armenio les proporciona ayuda económica solo hasta finales de 2024. Entre otras cosas, unos 125 euros para el alquiler y las expensas.
Eso lo ayuda a pagar los costos de su vivienda, dice Adamyan. Y subraya que debe ganarse el sustento por su cuenta. Las autoridades armenias informan que cerca de 23.000 personas de Nagorno-Karabaj cuentan con contratos fijos de trabajo.
En algunas profesiones no es fácil conseguir trabajo
Nanar Poghosyan, una abogada de 33 años, trabajó durante 12 años para la Justicia de Nagorno-Karabaj. Dice que su futuro está «exclusivamente» en Armenia. «Ya tengo la ciudadanía armenia, ya que para mí es importante vivir y trabajar aquí. No pienso en emigrar porque aquí estoy cerca de mi hogar original», subraya Poghosyan.
La abogada, que dejó todas sus pertenencias en Nagorno-Karabaj, espera tener en Armenia «una vida mejor», aunque tenga que luchar con problemas día a día. Su madre es maestra y tiene una larga experiencia profesional, pero ahora hace dulces y pasteles para vender, y trabaja además como maestra de jardín de infantes. Su hermano, también abogado, maneja un taxi.
«Trabajo en varias iniciativas humanitarias y así trato de ayudar a la gente, y también a mis compatriotas», cuenta Nanar Poghosyan, y subraya que recibe mucho apoyo de sus amigos en Armenia.
Un programa de vivienda que ayuda a pocos
Armenia tiene alrededor de tres millones de habitantes. Con las personas de Nagorno-Karabaj, esa cifra aumentó en 100.000 más. El Gobierno quiere evitar que emigren, por lo que creó en mayo un programa de fomento de la construcción de vivienda.
Las familias de Nagorno-Karabaj que ya poseen la ciudadanía armenia pueden recibir cerca de 11.600 euros por miembro familiar para la compra o la construcción de espacio para vivienda. Pero si la familia se ausenta durante un largo tiempo de Armenia, se les puede cancelar el subsidio.
Muchos refugiados ven esa ayuda con escepticismo, ya que, de 916 solicitudes, solo 30 fueron aprobadas hasta septiembre de este año. El motivo es que no todos los miembros de las familias son ciudadanos armenios. Se están tramitando solo unas miles de ciudadanías, y a paso lento.
Para algunos, como Diana Gharibyan, de 42 años, solicitar la ciudadanía armenia para poder beneficiarse del programa de vivienda requiere superar el trance emocional que significa tener que devolver su documento de identidad de Nagorno-Karabaj. «Al final, tendré que tomar una decisión», dice a DW. Diana Gharibyan vive con su familia de nueve miembros en una ciudad cercana a Ereván.
El politólogo armenio Tigran Grigoryan, oriundo de Nagorno-Karabaj, opina que el programa de vivienda del Gobierno no es considerado algo positivo porque solo es útil para los que cuentan con ingresos estables, es decir, los que trabajan y tienen capacidad de pago. «Conseguir vivienda en las regiones centrales del país es casi imposible para la mayoría debido a los altos precios, y nadie quiere vivir en las zonas fronterizas porque allí no hay trabajo», explica Grigoryan a DW.
Los refugiados casi siempre prefieren quedarse en Ereván y sus alrededores, ya que ese es el mercado laboral más importante de Armenia, dice. «En Ereván, uno puede ganarse la vida, por ejemplo, manejando taxi, mientras eso es difícil en lugares más alejados».
(cp/rml)