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La falta de vivienda también afecta a los jóvenes y, entre ellos, a una proporción inusualmente alta de mujeres.Un nuevo informe del Grupo de Trabajo de Ayuda a los Sintecho (BAG W), una organización que agrupa 227 instituciones y más de 1.000 servicios de atención a las personas sin hogar, detalla las condiciones de vida de las personas sin vivienda y de quienes corren riesgo de perderla.
Los sintecho son aquellas personas que carecen de una vivienda alquilada o en propiedad. También hay gente sin un contrato seguro de alquiler que no vive en la calle, sino que hallan un lugar donde quedarse con amigos o conocidos, lo que suele denominarse “couch hopping”. “A esto lo llamamos ‘sintecho oculto'”, dice Martin Kositza, uno de los autores del informe BAG W.
Las mujeres jóvenes corren especial riesgo
Una tendencia preocupante que destaca el informe es la proporción comparativamente mayor de mujeres y chicas menores de 25 años sin hogar, en comparación con grupos de mayor edad. “Creemos que las mujeres jóvenes y las chicas tienden a independizarse y abandonar antes el hogar paterno, aunque también buscan ayuda más rápidamente”, explica Kositza a DW. “Pero también creemos que la violencia y los malos tratos desempeñan un papel importante en esto, lo que, por supuesto, ocurre con mucha más frecuencia a las mujeres que a los hombres”.
Es mucho más probable que los jóvenes encuentren un lugar donde quedarse con amigos o conocidos (el 43 por ciento de los menores de 18 años y el 47 por ciento de los jóvenes entre 18 y 24 años), lo que, según los expertos, suele ser inseguro, especialmente para las chicas y las mujeres jóvenes. Muchas acaban manteniendo “relaciones coercitivas a cambio de un techo”, explica Markus Kütter, trabajador social y miembro de la junta directiva de Strassenkinder e.V., organización benéfica para niños sin hogar de Berlín.
“Se les ofrece un lugar donde quedarse y, en algún momento, acaban teniendo que pagar, pero, como no tienen dinero, pagan de otras maneras, y hay traficantes de drogas y proxenetas dispuestos a aprovecharse de la situación, incluso en hogares y centros de acogida estatales”, dice Kütter.
Jóvenes que pasan de un organismo a otro
Según la legislación alemana, progenitores y servicios de asistencia a la juventud tienen la responsabilidad de garantizar que los niños y jóvenes tengan un lugar seguro donde vivir. Pero, a pesar de la amplia gama de servicios de apoyo disponibles, un informe de 2022 del ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales estimaba que, de las aproximadamente 264.000 personas sintecho en Alemania, unas 38.000 tenían entre 14 y 27 años.
Las razones son variadas, según Martin Kositza: “Se trata, por supuesto, de una fase de la vida en la que los jóvenes suelen cortar el cordón con sus padres, pero aún no están firmemente establecidos en sus carreras y no disponen todavía de muchos recursos económicos”.
Uno de los factores es la forma en que se organizan y gestionan los servicios de asistencia social en Alemania. La ayuda social para jóvenes es un derecho legal de los jóvenes incluso después de cumplir los 18 años, pero, a menudo, se les retira. “Con demasiada frecuencia, los jóvenes son dados de alta de los servicios de asistencia social juvenil sin tener un departamento y, por supuesto, esto hace que, a menudo, los jóvenes se queden con amigos y conocidos y, en el peor de los casos, incluso acaben en la calle”, explica Kositza.
El acceso a sistemas alternativos de asistencia social en Alemania, como la ayuda al desempleo a través de la oficina conocida como “jobcenter”, es técnicamente posible, pero a veces resulta complicado. “En los municipios, a menudo no está claro qué organismo es responsable. A los jóvenes se les envía de un lado a otro, y a veces no está claro si hay ayuda disponible, por eso queremos que se refuerce la prevención en este ámbito”, dice Kositza.
Servicios estatales de asistencia y apoyo desbordados
La ayuda económica del “jobcenter”, la prestación ciudadana o “Bürgergeld”, puede ser problemática para los jóvenes porque, a diferencia de otros servicios de asistencia a la juventud, se centra en conseguir que la gente trabaje y no tiene un mandato educativo. Además, los solicitantes del “Bürgergeld” corren el riesgo de que les suspendan las prestaciones económicas si no cumplen las exigencias de los asistentes sociales.
“Los servicios públicos de apoyo, todos ellos, desde las escuelas hasta la Oficina de Bienestar Juvenil, se ven desbordados por la complejidad y el número de problemas. No dan abasto. No es que no se preocupen, es que las necesidades y demandas son demasiado grandes para que el Estado pueda hacerles frente”, explica Kütter.
En abril de 2024, el Gobierno publicó un “Plan de Acción Nacional” para acabar con los sintecho en Alemania para 2030, pero los críticos afirman que las propuestas son demasiado vagas. Según Kütter, el Gobierno tiene que replantearse cómo se gestionan sus escuelas y servicios sociales, fomentar una mayor colaboración entre centros educativos y servicios de apoyo independientes, así como hacer frente a la grave escasez de viviendas asequibles.
En los centros “Strassenkinder” (niños de la calle), los niños y jóvenes sin hogar pueden obtener comidas gratuitas, sacos de dormir, ropa, acceso a actividades recreativas en grupo y un lugar donde sentirse seguros y escuchados. “Los niños y jóvenes de la calle están centrados exclusivamente en su propia supervivencia. Aquí tienen espacio para pensar en sus propias vidas y soñar con cosas más grandes y mejores, y nosotros les ayudamos a conseguirlas. Sin nuestra ayuda no lo conseguirían”, afirma Kütter. (ers/ms)