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No sólo el ambiente entre la OTAN y China se ha deteriorado desde la cumbre del aniversario, sino que países asiáticos como Taiwán o Japón apuestan por las alianzas regionales más pequeñas, afirma Alexander Görlach.Durante las celebraciones del 75º aniversario de la OTAN en Washington, los 32 miembros de la alianza emitieron una declaración conjunta criticando a China por primera vez como corresponsable de la guerra de Rusia contra Ucrania. En su declaración, los políticos llamaron al régimen de Xi Jinping el «facilitador» (‘enabler’, en el texto original en inglés) de la actual invasión por parte del Kremlin. Pekín, según los representantes de la OTAN, no puede seguir contando con seguir siendo un socio comercial importante de los europeos mientras al mismo tiempo alimenta esta guerra.
El presidente Xi Jinping había proclamado su amistad «sin límites» con Vladimir Putin poco antes de que éste ordenara el ataque a Ucrania a finales de febrero de 2022. Putin puede desde entonces estar seguro del apoyo de la República Popular. Por un lado, China adquiere gas y petróleo baratos, con lo que reciben dinero las arcas rusas. Por otro, las empresas chinas suministran todo lo que Moscú puede necesitar para ensamblar armas o construir equipamiento militar. Sin China, concluyen los integrantes de la OTAN, Putin no podría librar su guerra.
Propaganda rusa, también en China
Moscú también recibe el máximo apoyo de Pekín en el terreno diplomático. De modo que las agencias estatales chinas están asumiendo la propaganda rusa, afirmando que la OTAN inició la guerra y, al igual que el Kremlin, exigiendo que Ucrania se resigne a ceder territorio. Además, Putin también se beneficia de las alianzas del terror de Xi con Corea del Norte y Teherán, desde donde se entregan, en sintonía con la dictadura de Pekín, drones y municiones para el frente en Ucrania.
El ambiente entre la OTAN y China lleva tiempo enturbiado. Una razón clave para esto es que países asiáticos como Taiwán, Corea del Sur, Japón y Filipinas quieren protegerse de la creciente agresividad y amenazas militares de Pekín a través de sólidas alianzas con el mundo libre, al que también pertenecen las democracias de Asia. Por eso se invitó a representantes de Japón y Corea del Sur en calidad de observadores amistosos a las recientes reuniones de la OTAN.
Pekín no tardó en manifestar su indignación, pero esta vez de forma bien calibrada y mucho menos marcial que en otras ocasiones. La razón de ello es que China se va dando cuenta cada vez más de que corre el riesgo de verse superada en la disputa sistémica con el mundo libre. Los aranceles adicionales sobre las baterías, paneles solares o automóviles eléctricos, en respuesta a las subvenciones chinas que distorsionan la competencia, fueron inicialmente rechazados por el Partido Comunista con duras amenazas. Sin embargo, poco más tarde Pekín se mostró dispuesto a dialogar.
Pequeñas alianzas en la región asiática
Pekín sostiene que la OTAN planea expandirse en Asia. Es cierto que todos los países asiáticos que se ven amenazados por China quieren mejorar sus conexiones militares, tanto entre sí como con el mundo libre. Ahora hay una serie de alianzas y coaliciones pequeñas y ágiles en la región que, por el momento, no parecen querer agruparse en un gran bloque monolítico. Estas «mini alianzas» existen entre países como India y Japón, Australia y Estados Unidos, o entre actores regionales como Corea y Japón.
Pero Xi y su nomenclatura ven una oportunidad para desviar la atención de sus acciones señalando a la OTAN como responsable de su creciente agresividad. Esto podría ser ya una muestra de cómo la República Popular China justificará sus agresiones bélicas en Asia en el futuro. Recientemente habría dicho el mandatario en una reunión, no obstante, que iniciar una guerra contra Taiwán significaría «caer en la trampa de los estadounidenses». Esta declaración también puede interpretarse en el sentido de que no quieren avivar el conflicto con el mundo libre y democrático y tensar las relaciones, ya que necesitan a estos países como socios comerciales y mercados de exportación.
Dividir al mundo occidental no ha funcionado
Tal vez Pekín haya modificado un poco su estrategia al ver que el plan original de sembrar la división entre estadounidenses y europeos sobre la cuestión de Ucrania no ha funcionado. Aun cuando China ha afianzado en Hungría y Serbia estados vasallos cuyo liderazgo político está subordinado a Pekín, no ha logrado dividir fundamentalmente al mundo libre. Por el contrario, las acciones del Partido Comunista han propiciado una mayor cohesión y una nueva solidaridad entre las democracias.
Pero Pekín tiene largos tentáculos y en cualquier momento es capaz de regresar a una mayor confrontación si sus líderes consideran que eso les acerca a su objetivo de liderazgo global. Por el momento, sin embargo, Pekín tiene que reaccionar para evitar nuevos aranceles o incluso sanciones. Aún no está claro si esto ocurrirá y cómo. Hasta ahora, la República Popular China no ha dado ningún paso que indique que planea abandonar su compromiso con la maquinaria bélica de Putin.
(lgc/)