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LA NATIVIDAD DE JUAN BAUTISTA
Origen de la festividad de la Natalidad de San Juan Bautista.
La Natividad de San Juan Bautista es una fiesta cristiana que conmemora el nacimiento de Juan el Bautista, el precursor del Señor Jesucristo. La Iglesia celebra normalmente la fiesta de cualquier santo en el día de su de su muerte. En el caso de San Juan Bautista, se hace una excepción y se celebra el día de su nacimiento. San Juan, el Bautista, fue santificado desde el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Jesús, visita a su prima Isabel-la madre de Juan-, según El Evangelio.
La Natividad de San Juan Bautista es una de las festividades más antiguas de la iglesia, siendo enumerada por el Concilio de Agda, en el sur de Francia, el año 506 d.C., como una de las fiestas principales de aquella región.
Él fue el profeta que anunció el fin de los viejos tiempos de la ley y el comienzo de los nuevos tiempos de la Gracia. Su nacimiento profetizó la Natividad de Cristo el Señor, y su existencia brilló con tal esplendor de gracia, que el mismo Jesucristo dijo no haber, entre los nacidos de mujer, nadie tan grande como Juan el Bautista.
El único relato del nacimiento de Juan el Bautista aparece en el Evangelio de Lucas (Lucas 1 5:25, 57:80). Los padres de Juan fueron Zacarias e Isabel. Isabel (prima de la Virgen María) estaba casada con Zacarías, quien era sacerdote, servía a Dios en el templo judío y esperaba la llegada del Mesías que Dios había prometido a Abraham. No habían tenido hijos, pero no se cansaban de pedírselo al Señor. Vivían de acuerdo con la ley de Dios
Un día, un ángel del Señor se le apareció a Zacarías, quien se sobresaltó y se llenó de miedo. El Arcángel Gabriel le anunció que iban a tener un hijo muy especial, pero Zacarías dudó y le preguntó que cómo sería posible esto si él e Isabel ya eran viejos. Entonces el ángel le contestó que, por haber dudado, se quedaría mudo hasta que todo esto sucediera. Y así fue, quedo mudo.
La Virgen María, al enterarse de la noticia del embarazo de Isabel, fue a visitarla. Y en el momento en que Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó de júbilo en su vientre. Éste es uno de los muchos gestos de delicadeza, de servicio y de amor que tiene la Virgen María para con los demás. Antes de pensar en ella misma, también embarazada, pensó en ir a ayudar a su prima Isabel.
El ángel había encargado a Zacarías ponerle por nombre Juan (Lucas 1:11-14). Con el nacimiento de Juan, Zacarías recupera su voz (Lucas 1:18-20) y lo primero que dice es: “Bendito el Señor, Dios de Israel“.
Juan creció muy cerca de Dios. Cuando llegó el momento, anunció La venida del Salvador, predicando el arrepentimiento y la conversión y bautizando en el río Jordán.
La predicación de Juan Bautista
Juan Bautista es el enviado por Dios para prepararle el camino a La venida del Salvador. Por lo tanto, es el último profeta, con la misión de anunciar la llegada inmediata del Salvador.
Venían hacia Juan los habitantes de Jerusalén y Judea y los de la región del Jordán, para ser bautizados, lo cual realizaba en el río Jordán y la gente se arrepentía de sus pecados. Predicaba que los hombres tenían que cambiar su modo de vivir para poder entrar en el Reino que ya estaba cercano. Siendo los mensajes que dio los siguientes:
- El primer mensaje que daba Juan Bautista era el de reconocer los pecados, pues, para lograr un cambio, hay que reconocer las fallas.
- El segundo mensaje era el de cambiar la manera de vivir, esto es, el de hacer un esfuerzo constante para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Esto serviría de preparación para la venida del Salvador.
- En suma, predicó a los hombres el arrepentimiento de los pecados y la conversión de vida.
Juan reconoció a Jesús al pedirle Él que lo bautizara en el Jordán. En ese momento se abrieron los cielos y se escuchó la voz del Padre que decía: “Éste es mi Hijo amado…”.
Juan dio testimonio de esto diciendo: “Éste es el Cordero de Dios”. Reconoció siempre la grandeza de Jesús, del que dijo no ser digno de desatarle las correas de sus sandalias, al proclamar que él debía disminuir y Jesús crecer porque el que viene de arriba está sobre todos.
Fue testigo de la verdad hasta su muerte. Murió por amor a la verdad. Herodes apreso a Juan Bautista porque este estaba en contra de la vida que llevaba Herodes. Juan siempre repetía a Herodes: “No te es lícito tener a Herodías”, la mujer ilegitima de Herodes, pues en realidad era la mujer del hermano de Herodes. Herodías, no quería a Juan el Bautista por esta razón y deseaba matarlo, pero Herodes no quería matarlo debido a la devoción que le tenían los habitantes y no deseaba generar un conflicto por esta razón.
No obstante, la hija de Herodías, en el día de cumpleaños de Herodes, bailó y agradó tanto a su padre, que éste juró darle lo que pidiese. Ella, aconsejada por su madre, le pidió la cabeza de Juan el Bautista. Herodes se entristeció, pero, por el juramento hecho, mandó que le cortaran la cabeza de Juan Bautista que estaba en la cárcel.
¿Qué nos enseña la vida de Juan Bautista?
Nos enseña a cumplir con nuestra misión que adquirimos el día de nuestro bautismo:
- Ser testigos de Cristo viviendo en la verdad de su palabra;
- Transmitir esta verdad a quien no la tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida; a ser piedras vivas de la Iglesia.
- Nos enseña a reconocer a Jesús como lo más importante y como la verdad que debemos seguir. Nosotros lo podemos recibir en la Eucaristía todos los días.
- Nos hace ver la importancia del arrepentimiento de los pecados y cómo debemos acudir con frecuencia al sacramento de la confesión.
Podemos atender la llamada de Juan Bautista reconociendo nuestros pecados, cambiando de manera de vivir y recibiendo a Jesús en la Eucaristía. El examen de conciencia diario ayuda a la conversión, ya que con éste estamos revisando nuestro comportamiento ante Dios y ante los demás.
Evangelio de la Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista
El evangelio para el día de la Natividad de San Juan Bautista es el correspondiente a Lucas 1:57-66, 80, según se indica a continuación:
57 Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo.
58 Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella.
59 Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías,
60 pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan.»
61 Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.»
62 Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase.
63 El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados.
64 Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios.
65 Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas;
66 todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.
80 El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.
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