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La medida inició en septiembre de 2021, generando que el 80 por ciento de las niñas y mujeres jóvenes afganas en edad escolar, más de 2,5 millones de personas, no estén escolarizadas.Han pasado 1.000 días desde que el régimen talibán impuso el veto a la educación de las niñas en Afganistán, una decisión sin perspectivas de cambio que ha ido desapareciendo y silenciado a las mujeres de los espacios sociales del país, expuso este jueves (13.06.2024) el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Afganistán es al día de hoy el único país del mundo que prohíbe la educación femenina, una medida que le cuesta al país aproximadamente el 2,5 por ciento de su producto interno bruto (PIB) anual, según análisis de Unicef, o más de 5.000 millones de dólares de acuerdo con la agencia humanitaria Care International.
Esas cifras están estimadas en base a los ingresos con los que podrían contribuir las mujeres si se les permitiera estar escolarizadas y entrar al mercado laboral.
Actualmente, el 80 por ciento de las niñas y mujeres jóvenes afganas en edad escolar, más de 2,5 millones de personas, no están escolarizadas, según agencias internacionales.
«1.000 días sin asistir a la escuela equivalen a 3.000 millones de horas de aprendizaje perdidas», dijo en una declaración escrita la directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell.
Para Russell, el impacto de la prohibición va más allá de las propias niñas, «exacerbando la actual crisis humanitaria y teniendo graves ramificaciones para la economía y la trayectoria de desarrollo de Afganistán».
Las estimaciones económicas no han contemplado todavía las pérdidas a mediano plazo, como una inminente escasez de maestras, doctoras y enfermeras, o la reducción que la educación tiene sobre problemas como el matrimonio infantil y la reducción de la mortalidad infantil.
Veto de las universidades
El veto a la educación en Afganistán comenzó en septiembre de 2021, tras un parón escolar de verano y el cierre de las escuelas por un pico de violencia determinado por la ofensiva de los talibanes, la retirada de las tropas internacionales, y con ello la victoria del grupo fundamentalista en la guerra y su regreso al poder.
Aunque las escuelas reabrieron a los pocos días, el primer día de clase todas las escuelas de educación secundaria devolvieron a casa a las niñas como una medida «temporal» del nuevo régimen. A ello siguió el veto de las universidades, y la pérdida de gran parte de los puestos de trabajo para las mujeres.
La educación para niñas es actualmente una oportunidad para muy pocas jóvenes, con acceso a pequeñas escuelas clandestinas e informales, o que reciben algún tipo de entrenamiento por parte de las agencias nacionales e internacionales que siguen activas en el país.
Actualmente, las niñas solo pueden acceder a escuelas en el nivel primario. Unicef, según sus propios datos, ofrece educación a 2,7 millones de niños en escuelas primarias, e imparte educación comunitaria a niñas y maestros en un intento «por mantener la infraestructura educativa en funcionamiento», asegura.
«Ningún país puede avanzar cuando la mitad de su población se queda atrás», concluyó Russell en su escrito.
mg (efe, unicef)