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PARÁBOLAS I
Fueron muchas las ocasiones en las que Jesús enseñó a las personas con el uso de las parábolas o narraciones cortas. Él usaba situaciones cotidianas que todos podían entender para comunicar verdades espirituales importantes.
Veamos algunas de las parábolas de Jesús más conocidas y descubramos el tema central de cada una de ellas. Así mismo, veamos otras parábolas o citas de la Biblia más comunes. A continuación, una primera entrega de estas parábolas:
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La parábola del hijo pródigo
Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos le pidió a su padre lo que le tocaba de su herencia. Así que el padre repartió sus bienes entre sus dos hijos. El hijo menor se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. Cuando ya lo había gastado todo, él comenzó a pasar necesidad. Así que fue y consiguió empleo cuidando cerdos. Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! Tengo que volver con mi padre
Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”. Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo y celebremos un banquete. Porque este hijo mío ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado
Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando oyó la música preguntó qué pasaba. “Ha llegado tu hermano —le respondió uno de los siervos—, y tu papá ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su hijo sano y salvo”. Indignado, el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hiciera. Pero él le contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! ¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”
“Hijo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado” (Lucas 15:11-32).
Esta parábola es la respuesta a una crítica de los fariseos, los , judíos en la Ley mosaica, que estos le daban por recibir a los pecadores y comer con ellos. La parábola resalta lo que representa el amor del Señor principalmente a los pecadores arrepentidos que reciben su misericordia por la conversión de los descarriados.
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La parábola del sembrador
“Un sembrador salió a sembrar su semilla. Una parte cayó junto al camino y fue pisoteada; y las aves la comieron. Otra parte cayó sobre la roca y, cuando creció, se secó porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre los espinos, y los espinos crecieron al mismo tiempo y la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra y, cuando creció, llevó fruto a ciento por uno”. Encontramos el texto de la parábola en 3 de los Evangelios: Mateo 13:1-23, Marcos 4:1-20 y Lucas 8:5-15.
La explicación es que la semilla es la palabra de Dios. Las que cayeron junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y los tienta, quitando la palabra de sus corazones para que no crean. Las que cayeron sobre la roca, no tienen raíz por lo que crecen, pero se secan y son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo, pero en el tiempo de la prueba se apartan. En cuanto a la parte que cayó entre los espinos, estos son los que oyen, pero mientras siguen su camino, son ahogados por las preocupaciones y los placeres mundanos, y no llegan a la madurez espiritual. La parte que cayó en buena tierra, estos son los que, abren el corazón retienen la palabra oída y llevan fruto con perseverancia.
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La parábola del grano de mostaza
“El Reino de los Cielos es semejante al grano de mostaza que tomó un hombre sembró siendo la más pequeña de todas las semillas, pero cuando creció llegando a ser como un árbol, hasta el punto de que los pájaros del cielo acuden a anidar en sus ramas”
Esta corta parábola aparece en tres de los Evangelios: Mateo 13:31-32, Marcos 4:30-32 y Lucas 13:18-19. Con ella aprendemos que cuando el reino de Dios llega al corazón, es como una pequeña semilla que crecerá con el cuidado que le demos y se convertirá en un gran árbol que servirá de apoyo y descanso para todos los que se le acerquen.
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La parábola de la levadura
“El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que toma una mujer y mezcla con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta».
Esta es la parábola que podemos leer en Lucas 13:20-21. El reino de los cielos es como la levadura que llega, se extiende y lo abarca todo. Por lo tanto, el reino de Dios tiene poder para transformar a las personas y crece constantemente.
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El Cordero de Dios que quita los pecados del mundo
En tiempos pasados el pueblo de Dios tenía que ofrecer sacrificios y derramar la sangre de animales para cubrir sus faltas. Según Juan 1:29-35, Juan el bautista declaró que Jesus es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
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La parábola del rico y Lázaro
La parábola que podemos leer en Lucas 16:19-31, nos habla sobre dos hombres. Uno era un hombre rico. El otro era un mendigo que se sentaba a la entrada de la casa del hombre rico con el deseo de comer, por lo menos, las migajas que el otro dejaba. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán; murió también el rico y fue sepultado y llevado al infierno.
La parábola recalca que cada persona tendrá un destino eterno, habiendo 2 opciones. La opción que corresponde a cada quien se define en función de la respuesta en vida a la Palabra de Dios.
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Son muchos los llamados, pero pocos los escogidos
«Son muchos los llamados, pero pocos los escogidos» es una sentencia de origen bíblico (San Mateo 20:16) que significa que el número de los predestinados a la gloria es menor que el de los que reciben la llamada divina. El versículo de Mateo 22:14 resalta la soberanía de Dios y su elección de aquellos que se unirán a su reino.
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La parábola del fariseo y el publicano
En esta parábola, Jesús narró esta parábola por algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás, esta es la historia de dos hombres: uno fariseo y el otro publicano o recaudador de impuestos. El texto de la parábola se encuentra en Lucas 18:9-14.
“Un día, esos dos hombres fueron al templo a orar. El fariseo habló con orgullo delante de Dios y agradeció no ser tan pecador. El publicano fue con actitud de humildad ante Dios y clamó por la misericordia del Padre. Jesús afirmó que fue el publicano quien recibió la misericordia y el perdón de Dios por ser humilde”
Con esta parábola aprendemos que debemos tener corazones humildes ante Dios, reconociendo nuestra necesidad de él. Dios enaltece al que se humilla y humilla al que se enaltece.
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Parábola del tesoro escondido
«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, lo oculta y, gozoso del hallazgo, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo»
Otra parábola corta que ocupa un solo verso en Mateo 13:44. Habla de que el reino de los cielos es el tesoro más grande que jamás podremos tener. No hay ni nunca habrá nada más valioso que la vida eterna con Dios. Al encontrar ese tesoro, todo lo demás pasa a un segundo plano.
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La parábola del juez injusto y la viuda insistente
“Había un juez que no tenía temor de Dios y una viuda que insistía en pedirle: “Hágame usted justicia contra mi adversario”. Durante algún tiempo él se negó, pero por fin concluyó: “Aunque no temo a Dios ni tengo consideración de nadie, como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible”.
Esta parábola que podemos leer en Lucas 18:1-8 trata sobre la importancia de orar con insistencia. El juez, aunque no tenía temor de Dios, hizo justicia y contestó la petición de la viuda. De la misma forma, nosotros debemos insistir en llevar nuestras peticiones ante Dios sin desmayar.
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Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen
La frase «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» no evalúa en modo alguno lo que las personas en cuestión están haciendo. Es una petición a Dios para que sane sus mentes. En ella no se hace referencia al resultado del error, pues es irrelevante
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La parábola de las diez vírgenes
Esta parábola nos habla sobre 10 vírgenes que se encontraban esperando al novio (Mateo 25:1-13). Cinco de las vírgenes eran prudentes y llevaron aceite extra. Las otras 5 no. El novio se retrasó y solo las prudentes estuvieron preparadas para recibirlo.
Debemos seguir el ejemplo de las 5 vírgenes prudentes y estar preparados para la segunda venida del Señor Jesucristo. Ya que no sabemos cuándo será, debemos estar preparados en todo momento.
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Compórtate con los demás como quisieras que ellos se comporten contigo.
Esta es una regla de Oro mencionada en la Biblia (Lucas 6:31), por ser una norma de comportamiento aceptada, es un recordatorio de que todos merecen ser tratados con amor y respeto. Nos recuerda que todos somos hijos de Dios y que merecemos ser tratados con amor y respeto. Si somos capaces de aplicar esta regla en nuestra vida diaria, podremos tener relaciones más saludables y significativas.
Para más parábolas ver PARÁBOLAS II Y PARÁBOLAS III
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