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Casi dos décadas después del Mundial de 2006, Alemania organiza un torneo de fútbol: la Eurocopa. ¿Revivirá el país la euforia y alegría de ese verano? En una entrevista con DW, el sociólogo Thomas Druyen sueña con ello.»40 años de dudas sobre sí mismo se han desvanecido en todo un país», dijo el sociólogo Thomas Druyen en 2006 tras el «cuento de hadas» que vivió Alemania el verano de aquel año con la Copa del Mundo de Fútbol: durante cuatro semanas, cientos de miles de aficionados habían transformado el país en una única hinchada y celebraban a su Selección, al fútbol y, en cierta medida, a sí mismos. «No era sólo patriotismo alemán, era una forma de cosmopolitanismo, porque la gente se alegraba unida», dijo Druyen en una entrevista con el conocido director de cine alemán Sönke Wortmann, autor del documental «Deutschland. Ein Sommermärchen» (Alemania. Un cuento de hadas estival).
Dieciocho años después, DW-Deportes ha vuelto a hablar con el investigador sobre el cuento de hadas del verano de 2006, con la vista puesta en la próxima Eurocopa de Alemania, que se disputará del 14 de junio al 14 de julio de 2024.
DW: En su opinión, ¿hasta qué punto fue durarera la sensación de un «cuento de hadas» en aquel verano de 2006?
Thomas Druyen: En 2006, el poder del fútbol hizo que una nación escéptica, fanática de la seguridad, abriera realmente los brazos y celebrara una gran fiesta. Para mí, como para millones de personas, fue un gran momento de mi vida. Su recuerdo perdura, en el sentido de añoranza. También es duradera la aceptación internacional. Viajo mucho por el mundo y nunca nadie me ha hecho lamentar que venga de Alemania. Sin embargo, es aterrador ver lo lejos que estamos actualmente de esta experiencia comunitaria unificadora y del sentimiento de 2006. Es una evolución totalmente desastrosa. Quizás fue realmente un cuento lo que se vivió aquel verano y no una realidad.
Después de 2006, muchos pensaron que a partir de entonces Alemania era irrevocablemente ese país cosmopolita que tanto había dado que hablar durante cuatro semanas. ¿Se idealizó la imagen del país?
Creo que esta ingenuidad es una característica de nuestra cultura. Vemos ganar a nuestro equipo favorito y pensamos que ese fue el punto de inflexión. Experimentamos algo agradable en nuestra vida privada o en el trabajo y pensamos que seguirá siendo así. Esta cierta credulidad formaba parte de la euforia de entonces. Pensábamos que seguiría así. Pero no nos dábamos cuenta de que hay que hacer algo para conseguirlo. No se puede crear un ambiente así de la nada. Y menos cuando no te va bien. Cabe preguntarse por los factores que hicieron posible una sensación así.
¿Qué probabilidades hay de que se produzca un nuevo «cuento de hadas» en la próxima Eurocopa?
Es todo cuanto desearía, pero no descartaría nada en este momento porque las condiciones sociales no son favorables, como tampoco lo es nuestra voluntad de crecer más allá de nosotros mismos. Nuestra sociedad está profundamente frustrada. Y salir de ese estado de ánimo sólo será posible -si es que lo es- si Alemania llega a la final. La euforia no puede surgir si tu propio equipo es eliminado. La crisis deportiva de la selección nacional en los últimos años ha sido un reflejo de nuestro estado mental, de los problemas de nuestra sociedad.
La guerra en Ucrania, el conflicto en Oriente Medio,… mucha gente en Alemania está intranquila y con un estado de ánimo bastante abatido. ¿Cómo podemos conseguir que la alegría vuelva a ser un fin en sí mismo, como lo fue en 2006?
Tiene que ver con la percepción. Si podemos bloquear nuestras preocupaciones durante 90 minutos y simplemente disfrutar juntos del partido de fútbol, eso nos dará un poco de calidad de vida. Es una oportunidad histórica para superar el estancamiento emocional en el que nos encontramos actualmente.
A diferencia de 2006, hoy tiene presencia un partido de ultraderecha como la AfD. ¿Cree que puedan llegar a instrumentalizar un posible «cuento de hadas»?
Si hubiera tal alegría, esto tendría una fuerza unificadora. Ningún grupo podría reclamarlo para sí, ni de derechas ni de izquierdas. El sentimiento de comunidad acercaría de nuevo a las personas. La selección nacional es un grupo diverso en el que están representados muchos elementos culturales. Cuando los celebras, contradices argumentos racistas. Por eso no veo el peligro de que un gran éxito sea instrumentalizado por la derecha. Otra cosa es que las cosas se tuerzan y el equipo quede eliminado antes de tiempo. Algo así sería puesto como prueba de una sociedad que ya no funciona.
¿Necesita Alemania un impulso como el del verano de 2006?
El impulso que recibió nuestra imagen entonces fue enorme. Lo necesitábamos y lo merecíamos después de las décadas anteriores. Esta imagen no ha disminuido significativamente desde entonces debido al hecho de que Alemania ayuda a personas de todo el mundo y ofrece esperanza. Deberíamos estar orgullosos de ello. Por eso diría que este verano lo que necesitamos es un «cuento de hadas» para nosotros mismos y no para mejorar nuestra reputación en el mundo.
¿Necesitamos también buen tiempo? En 2006, tuvimos cuatro semanas de sol durante el Mundial.
Por supuesto, la euforia rara vez se desarrolla bajo un paraguas o incluso cuando estás empapado. ¡Ya ve de cuántos factores depende un cuento de hadas! Pero sería aún mejor si todos fuéramos capaces de adaptarnos emocionalmente para poder celebrarlo juntos bajo la lluvia.
Thomas Druyen es un sociólogo alemán. Desde 2015, dirige el Instituto de Psicología del Futuro y Gestión del Futuro de la Universidad privada Sigmund Freud de Viena.
(aa/ers)