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Los grandes avances en la ciencia, el arte o la tecnología suelen atribuirse a la genialidad, pero eso obvia todo el trabajo que llevan detrás.Mozart se quejaba en una carta de que se le considerara un prodigio, cuando lo cierto era que, decía, nadie en el mundo había trabajado más la técnica musical que él. En otra, destacaba su predisposición al trabajo frente a la ociosidad y lamentaba haber pasado catorce días sin escribir una sola nota. “Pero no por pereza o dejadez, sino porque me era imposible”. Y eso que es uno de los compositores más prolíficos y creativos de la historia de la música. Pero, ¿qué es la creatividad?
“Es crear, crear algo nuevo”, afirma el artista Cristóbal Toral, para quien “la creatividad procede de una vocación”. Una vocación inicial que “es un misterio” y que, en su caso, fue la pintura. Luego hacen falta capacidades, explica en entrevista con DW, y preparación… pero esta no basta. “Porque se puede pintar muy bien, pero no aportar nada”. “La creatividad, en definitiva, es una lucha constante en la que tienes que estar muy alerta” y “con ganas de innovar y de renovarse”, resume.
Toral, uno de los pintores españoles en activo más reconocidos, también ha vivido “momentos de bloqueo y momentos difíciles”. “Pero claro, eso se resuelve pintando, pintando y equivocándote sobre el lienzo, y así van surgiendo las cosas… como decía Picasso, la inspiración te debe pillar trabajando”.
“Yo me acuerdo cuando Botero, que era muy amigo, me invitaba en verano a su barco. Un día le dije: ‘Pero Fernando, ¿ tú has visto la maravilla de barco que tienes, su diseño…? ¡Esto es una belleza, una obra de arte!’… Y él se reía”, rememora, aunque el recientemente fallecido escultor colombiano acabó dándole la razón.
“Quiero decir con esto que la creatividad se expresa no únicamente en el arte, sino en infinidad de cosas”, afirma Toral, declarándose un “apasionado del diseño” y citando ejemplos que van de los tapacubos de un automóvil a las actuales cafeteras.
La principal investigadora de la creatividad es la psicóloga estadounidense Teresa Amabile, que no enseña en una escuela de arte sino en la Harvard Business School, la escuela de negocios más prestigiosa del mundo. Sus investigaciones, que abarcan más de cuarenta años de experimentos clínicos y observaciones en sectores como el de las nuevas tecnologías, se centran actualmente en la forma de potenciar la creatividad en el entorno laboral. Empresas como Pixar o Apple la han invitado para explicar sus ideas, así como el Foro de Davos. Antecedentes ilustres no le faltan.
Más de mil inventos y más de mil intentos
Para ilustrar el surgimiento de una idea se suele recurrir a una bombilla. No es por casualidad. Fue un invento de Thomas Alba Edison, quien registró a lo largo de su vida profesional más de mil patentes. Cuando lo presentó en 1879, llevaba más de un año investigando y dijo haber hecho más de mil intentos. Le preguntaron si no se había desanimado después de tanto fracaso y respondió que no había habido ningún fracaso, que simplemente había aprendido mil formas de cómo no hacer una bombilla.
“Gran parte de los frenos a la creatividad surgen de los convencionalismos sociales, los prejuicios y estereotipos, los propios aprendizajes previos, los sistemas educativos repetitivos y memorísticos, la tendencia a la conformidad, la inseguridad y el miedo al rechazo, al fracaso o al ridículo”, enumera el psicólogo Guillermo Ballenato Prieto. “La crítica suele ser un gran enemigo de la creatividad, conviene reducirla en las organizaciones, así como limitar en lo posible las sanciones cuando se comete algún error”, aconseja en entrevista por correo electrónico con DW.
Edison, por ejemplo, ademásde contar con otros trucos creativos, trataba de fomentar la creatividad de sus empleados e imponía una cuota a su taller de un descubrimiento menor cada diez días y uno mayor cada seis meses.
Es uno de los ejemplos que pone Ballenato en los cursos para desarrollar la creatividad que ofrece en la Universidad Carlos III de Madrid. El objetivo de Edison era que todos sus empleados asumieran el reto. Uno de sus alumnos más adelantados, Henry Ford, aprendió de sus técnicas organizativas y acabó convirtiéndose en uno de los industriales más importantes de Estados Unidos como fundador de la automotriz Ford. “Sentir que podemos superar las adversidades nos ayuda a superarlas”, afirma Ballenato. Ford lo expresó con otras palabras en una de sus declaraciones más citadas.
Amabile cuenta que, cuando empezó a abordar la creatividad como tema de estudio, las investigaciones se centraban en la personalidad del genio y no en el trabajo que hay detrás, pero que, en realidad, la gente corriente también puede ser creativa, incluidos los niños. Ballenato sigue esa línea.
“Se puede entrenar la mente para desarrollar la creatividad”, sostiene. “Es una gimnasia mental que puede incorporar varias estrategias. Entre ellas, destacaría el valor de romper con los hábitos, dar un voto de confianza a lo absurdo, mirar más allá de lo aparente, ampliar la perspectiva, investigar y enriquecer la mente con nuevas informaciones, llevar un registro de ideas…”.
Al igual que Amabile, Ballenato destaca la importancia de la motivación y la colaboración en equipo. “Con el intercambio de ideas, se produce una fertilización cruzada que se nutre de nuevas informaciones, perspectivas, relaciones y asociaciones de ideas”, afirma. Así como la de la organización del trabajo: “Las estructuras más horizontales e igualitarias suelen potenciar más la creatividad que las jerarquías excesivamente verticales”, resume. “En paralelo, es necesario premiar la iniciativa, las aportaciones y las ideas”, añade.
“El buen clima de trabajo y la alta motivación son excelentes catalizadores” para la creatividad, dice. También recomienda desconectar y, en cierto sentido, vagabundear, para superar los bloqueos. En estos casos, Cristóbal Toral busca inspiración en la naturaleza y su ilimitada diversidad. “No hay dos verdes iguales ni hay dos hojas iguales”, dice el pintor con admiración. “La creatividad implica inconformismo, apertura al cambio, ‘ir más allá’ de lo convencional. Es un estado de conciencia y, en definitiva, una actitud ante la vida”, concluye Guillermo Ballenato.
(ms)