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Un mural en Sao Paulo conmemora dos años de guerra en Ucrania

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El mural, una obra conjunta realizada por el artista brasileño Eduardo Kobra y el ucraniano Sasha Korban, marca los dos años de la invasión rusa a Ucrania.Desde lo alto del noveno piso, Sasha Korban observa su obra, todavía en proceso de producción, y suspira: «En los últimos dos años, no puedo decir que hayamos tenido la oportunidad de bailar y pasar el tiempo de una manera tan alegre como esta bailarina, pero incluso en medio de la guerra, tenemos que encontrar algunos aspectos positivos en la vida», dice el artista y grafitero ucraniano de 37 años.

Korban tuvo que abandonar hace diez años la pequeña ciudad de Kirovske, donde trabajaba en una mina de carbón, cuando paramilitares respaldados por Rusia tomaron la sede de la ciudad, en nombre de la autoproclamada República Popular de Donetsk, en el este de Ucrania. Desde 2022, Rusia ha anexionado parcialmente ese territorio.

«Para nosotros, la guerra comenzó en 2014, no sólo en Donetsk, sino en Ucrania entera», dice Korban, que desde entonces vive en la capital, Kiev. «Tuve que dejar mi ciudad y mudarme, y desde hace diez años no puedo volver allí», lamenta el artista, que se hizo conocido mundialmente por el mural «Milana», pintado en 2018 en Mariúpol. La obra retrata a Milana Abdurashytova, una niña de tres años que perdió a su madre en un ataque con misiles rusos.

Este miércoles (5.03.2024) el artista presentó la obra The Exchange (El intercambio), creada en sociedad con el brasileño Eduardo Kobra, a pedido del Instituto Ucraniano, ligado al Gobierno de Kiev, que desde el inicio del conflicto a gran escala busca difundir la cultura ucraniana en el mundo. Desde el 27 de febrero, los artistas trabajan en el mural, localizado en la Avenida Pedroso de Morais, en el oeste de la capital paulista.

Entre curvas y colores de caleidoscopio

De un lado, una bailarina típica de Ucrania, con su traje tradicional, facciones serenas y manos expresivas, pintada en tonos suaves. Del otro, colores caleidoscópicos que son el sello del muralista brasileño, con sus manos rehaciendo un jarrón con los colores de la bandera ucraniana.

«Hice una investigación sobre la historia de Ucrania y vi esa pieza típica que está en varias casas ucranianas: un jarrón que representa al país, y coloqué los colores de Ucrania sobre el trabajo del alfarero», explica Eduardo Kobra. «El alfarero es aquel que trabaja, que construye el jarrón, y estas cuatro manos que están ahí representan al pueblo ucraniano, que está allí con su resiliencia, reconstruyendo este jarrón que hoy está agrietado, destrozado», señala.

Para el artista brasileño, todas las guerras que ocurren hoy en el mundo son injustificables, debido al gigantesco número de muertes, tanto de civiles como de militares. «He estado llevando estos llamamientos a través de la obra, hablando de paz, de tolerancia, de respeto, de convivencia. Al final de cuentas, la gente ve tantas guerras en el mundo en nombre de Dios», critica.

«Y ahora, Sasha viene de Ucrania con esta autorización especial del Gobierno; es un honor estar con él aquí pintando; me contó historias difíciles, algunas historias pesadas de amigos, de familiares que murieron, y creo que estamos aquí luchando también, pero de otra manera», afirma.

Pinceles como armas

Desde el 24 de febrero de 2022, cuando las tropas rusas invadieron Ucrania, a los hombres de 18 a 60 años se les prohibió salir del país en virtud de una ley marcial, que está en vigor desde entonces. Las actividades como artista, con trabajos para apoyar a niños huérfanos en la región de Zaporiyia, han permitido hasta ahora Korban permaneciera lejos del frente, y que pudiera salir ahora de Ucrania por un tiempo.

Durante una semana, Korban pretende trabajar en el mural. Parte del importe que recibirá por la obra será donado a acciones con soldados mutilados por el conflicto. «Tuve una adolescencia dura, mi madre murió cuando yo tenía 15 años, mi hermano mayor, en prisión, y el arte me salvó mientras trabajaba en las minas», dice, riéndose hoy de la poca atención que le prestaban entonces sus compañeros mineros, que se compraban coches, mientras él compraba pinceles.

«Perdí a mis padres cuando era adolescente y entiendo los sentimientos de estos niños que perdieron a sus seres queridos; yo mismo tuve un amigo que murió en la fábrica donde trabajaba, que fue atacada en 2022», lamenta.

El arte que lo salvó en su adolescencia le abre hoy las puertas para que una obra suya, de aproximadamente 300 metros cuadrados, esté presente en la ciudad más grande del hemisferio sur. El mural, inaugurado el miércoles y en el cual Korban trabajará hasta el sábado, es la primera iniciativa de este tipo del Instituto Ucraniano en Brasil.

Desastre humanitario y ambiental

Según el último informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 10.582 civiles fueron asesinados en Ucrania en los últimos dos años. La región más afectada es precisamente el antiguo hogar del grafitero. Además de las víctimas, Ucrania ya ha perdido a más del 15 por ciento de su población, personas que emigraron como refugiados, la gran mayoría, a países europeos.

Además de las vidas que se perdieron, el impacto de la guerra en el medioambiente también ha sido enorme. Millones de hectáreas se convirtieron en campos minados de proyectiles y sustancias tóxicas. La ruptura de la represa de Nova Kajovka, en el río Dnipro, inundó y volvió improductivas a millones de otras hectáreas en el sur del país, afectando el abastecimiento de agua.

Para el director general del Instituto Ucraniano, Alim Aliev, el impacto ambiental de la guerra todavía es un tema poco abordado. «Los daños medioambientales se estiman en cerca de 50.000 millones de euros», afirma, destacando que hay proyectos de colaboración con otros países para recuperar la flora y la fauna del país.

(cp/ers)

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