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Testimonios de habitantes de la ciudad rusa de Belgorod, que lleva casi dos semanas siendo bombardeada por el Ejército ucraniano, en respuesta al aumento de los ataques rusos en Ucrania.Las autoridades rusas han evacuado a los primeros 300 habitantes de Belgorod a ciudades vecinas después de que la ciudad fuera bombardeada repetidamente por Ucrania. La localidad, de unos 350.000 habitantes y situada en la frontera ruso-ucraniana, lleva unas dos semanas siendo objeto de ataques ucranianos casi diarios, en respuesta al aumento de los ataques rusos en Ucrania.
El disparo de cohetes más intenso hasta la fecha se produjo el 30 de diciembre de 2023, sobre el centro de la ciudad de Belgorod. Murieron 25 personas; entre ellas, cuatro niños. Más de 100 personas resultaron heridas. Moscú insiste en que no había objetos militares en el centro de Belgorod y que se trató de un ataque selectivo contra infraestructuras civiles.
Según medios de comunicación, los militares ucranianos, por su parte, habrían declarado extraoficialmente que el ataque iba dirigido contra instalaciones militares rusas, pero que la metralla cayó en el centro de Belgorod debido a un «error fatal» en el funcionamiento del sistema ruso de defensa antiaérea.
La población fue sorprendida
Un día antes, el 29 de diciembre de 2023, diez regiones de Ucrania fueron objeto de un ataque masivo con misiles desde Rusia. Según las autoridades ucranianas, más de 40 personas murieron y al menos 150 resultaron heridas. Desde el comienzo de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, las ciudades ucranianas han sido atacadas casi a diario con artillería, misiles y aviones no tripulados.
El bombardeo de Belgorod por el Ejército ucraniano sorprendió por completo a muchos habitantes de la ciudad, cuenta a DW una residente de 24 años. La llamamos Cristina. Prefiere no dar su nombre real.
Antes del ataque del 30 de diciembre de 2023, solo se habían visto golpeadas las afueras de la capital regional del óblast del mismo nombre, recuerda Christina. Su apartamento está en el centro de la ciudad, pero su casa se salvó el 30 de diciembre, a diferencia de la casa vecina, que fue alcanzada por la metralla.
Desde entonces, su ciudad natal ha sido bombardeada casi a diario desde Ucrania, lamenta la mujer de Belgorod. Aunque los proyectiles y la metralla se dirigen a otras partes de la ciudad, en su piso también se oyen explosiones. En esos momentos, se esconde en el cuarto de baño con su madre y su hermana pequeña.
«Silencio lúgubre»
«La ciudad está sumida en un silencio lúgubre», dice Cristina, describiendo el ambiente en Belgorod. «Las calles no están precisamente abarrotadas. Los tres centros comerciales más grandes ya no funcionan. Hay menos transporte público que antes. Se han cancelado todos los eventos». En cambio, los cursos de primeros auxilios están muy concurridos.
Roman Yefimov, estudiante de 20 años, ayuda como voluntario a las víctimas de los bombardeos ucranianos. Roman clasifica y entrega suministros de socorro. Rara vez se atreve a salir por motivos personales a la calle, dice a DW. Sin embargo, no abandonará Belgorod porque «no hay adonde ir». La familia de Christina también se queda en la ciudad para cuidar de su anciana abuela: «Ella no irá a ninguna parte. No podemos dejarla aquí sola».
Las razones del bombardeo de la ciudad por Ucrania se debaten en las redes sociales. En un grupo llamado «En Belgorod» de la red rusa VKontakte, algunos usuarios piden el fin de la llamada operación militar especial, como se conoce oficialmente la guerra en Rusia. Otros, sin embargo, critican al Kremlin por no declarar luto nacional tras el ataque del 30 de diciembre.
Llamados a tomar represalias
Con más frecuencia, sin embargo, se piden «represalias», la «toma de Járkov» y el bombardeo de ciudades ucranianas como respuesta. «¡Vamos a Kiev!», escribe un usuario en el chat. «Eso es lo que recibe ahora Belgorod en respuesta a las seis ciudades ucranianas bombardeadas el 29 de diciembre», contradice otro.
Cristina, de Belgorod, cuenta que uno de sus conocidos le envió una foto desde el frente. En ella se ve a los militares rusos firmando granadas con las palabras «Para Viktoria Potryasayeva» (madre de dos niños pequeños que murieron en el bombardeo de Belgorod). Cristina percibe amargura en ambos bandos, tanto entre rusos como entre ucranianos: «Tenía amigos muy simpáticos y de mentalidad liberal. Pero incluso entre ellos hay algunos que acaban diciendo: bombardéenlos para que no nos disparen. Eso es muy doloroso, amargo e hiriente», admite la joven.
(gg/rml)