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En el sur la gente habla más alto que en el norte: los idiomas de los países más cercanos al trópico son más ruidosos. La temperatura del aire influye en el volumen del habla, según un estudio lingüístico.Según un nuevo estudio lingüístico, hay una relación entre el clima y el desarrollo del idioma. Las temperaturas del entorno influyen en el volumen de ciertos fonemas. Por eso, las lenguas de los países más cercanos a los trópicos suenan a menudo más alto que los de las personas en los países donde el aire es más frío, informa la revista especializada PNAS Nexus.
«Dicho de manera simple, los idiomas en las regiones más cálidas del globo suenan con más volumen que en las regiones más frías», explica el lingüista Søren Wichmann, de la Universidad Christian Albrecht, de Kiel, en el norte de Alemania, quien llevó a cabo el estudio junto con tres colegas de la Universidad Nankai, en la ciudad china de Tianjin.
Las cuerdas vocales vibran menos en el frío
El efecto se puede explicar así: las palabras se transmiten a través del aire como ondas de sonido. Las características físicas del aire influyen en la facilidad con que se emite o puede ser escuchado el habla.
Los sonidos sordos, como «p», «t» y «s» se producen sin vibración de las cuerdas vocales. Los sonidos sonoros, como «b», «d» y «z», por el contrario, se crean mediante vibraciones de las cuerdas vocales.
En el aire frío y seco, las cuerdas vocales tienden a secarse, y les resulta más difícil producir la vibración necesaria para los sonidos sonoros. Esto hace que el sonido sea más apagado o menos claro. Sin embargo, en el aire cálido, la energía de alta frecuencia de los sonidos sordos se absorbe con más fuerza porque las moléculas vibran más rápido.
5.293 idiomas evaluados
Para determinar la sonoridad de las palabras, los investigadores utilizaron una escala que iba desde 1, para los sonidos sordos, hasta 17, para las vocales abiertas, como la «a». Con esta metodología, se estudiaron en total 5.293 lenguas, cuyo vocabulario básico está registrado en la base de datos del Automated Similarity Judgment Program, clasificándolas como ruidosas o silenciosas.
Luego se compararon los idiomas con los datos de las temperaturas promedio del respectivo lugar de origen. Así surgió una conexión estadística clara: la sonoridad promedio es más alta alrededor del ecuador, es decir, las lenguas allí son más ruidosas, según la revista Nature.
Relación entre vocales y consonantes influye en el volumen del habla
Que un idioma sea más ruidoso o más silencioso depende, además, de la relación entre las vocales y las consonantes. Especialmente «silenciosas» son consideradas las lenguas salishanas, o salish de la costa, que se hablan en el suroeste de Canadá y en el noroeste de Estados Unidos, en la costa del Pacífico. En ellas, faltan a menudo las vocales: «płt» significa «grueso» y «pk’m» significa «mosquito».
Por el contrario, los idiomas hablados en los trópicos presentan frecuentemente una relación equilibrada entre vocales y consonantes: en las palabras se alternan a menudo las consonantes y las vocales.
Por ejemplo, en hawaiano, «wehewehe» significa «explicar», y «edo okuta» significa «piedra».
Según el estudio, las lenguas de Oceanía o de África occidental suenan especialmente «ruidosas». Por ejemplo, el nombre de una mariposa en yoruba, que se habla en el suroeste de Nigeria, es «labalábá».
Por supuesto, hay algunas excepciones: en algunas regiones de América Central y en el sudeste asiático continental hay lenguas con una sonoridad bastante baja, a pesar del clima cálido que prevalece allí.
Según Wichmann, estas excepciones muestran que los efectos de la temperatura sobre la sonoridad se desarrollan lentamente y moldean los sonidos de una lengua a lo largo de siglos, e incluso milenios.
¿Se adapta el lenguaje al entorno?
Según los autores del estudio, mucho indica que el entorno ha dado forma al idioma. «Durante mucho tiempo, la investigación partió de que las estructuras lingüísticas eran autónomas y no estaban influenciadas de ninguna manera por el entorno social o natural. Estudios más recientes, incluido el nuestro, comienzan a cuestionar esto», dice el lingüista Wichmann.
(cp/rml)