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Bajo la estela del correísmo, Noboa inicia gobierno en Ecuador

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La inseguridad, una economía débil y la falta de experiencia en política: así comenzará este jueves la legislatura de Noboa en Ecuador. Un mandato de tan solo 16 meses en el que también habrá lugar para el correísmo.El próximo 23 de noviembre, Daniel Noboa asumirá formalmente la presidencia de Ecuador. Un cargo con el que deberá hacer frente a la escalada de violencia sin precedentes en el país, agravada durante el mandato de su predecesor, Guillermo Lasso, y a dificultades económicas mayúsculas, especialmente tras el cierre de la actividad petrolera del bloque ITT, en el Parque Nacional Yasuní. La legislatura, no obstante, de tan solo año y medio, y la necesidad de acuerdos para lograr una mínima gobernabilidad -con la fuerte presencia del «correísmo» en la Asamblea-, limitan las posibilidades que se produzca un cambio real a tiempo, según los expertos.

«Daniel Noboa necesita entregar cosas concretas y rápidas», dice a DW Pablo Medina, coordinador de Ciencia Política de la Universidad San Francisco de Quito. «Si quiere reelegirse en el 2025 teniendo dieciséis meses de gobierno necesita bajar la percepción de inseguridad y que haya una sensación de recuperación económica», sostiene.

Violencia e inseguridad marcan la agenda

El asesinato de Fernando Villavicencio, el pasado 10 de agosto, aspirante presidencial mientras se encontraba en un mitín de campaña en Quito, puso sobre la mesa los altos índices de violencia que sufre el país andino. Según el portal InSight Crime, a lo largo de 2022, Ecuador registró 4.603 asesinatos, con una tasa de homicidios de 25,9 por cada 100.000 habitantes, la cuarta tasa más alta de toda Latinoamérica. Unas cifras que, según los expertos, forman parte de elementos estructurales relacionados con la infiltración del narcotráfico en instituciones y la violencia que se deriva de ello. En Ecuador, además, varía en función de la provincia, siendo las zonas costeras más inseguras que las que carecen de puertos.

«La situación de violencia y de inseguridad del país sin duda va a marcar la agenda del presidente, tal y como ha marcado la agenda de las elecciones y el final de la presidencia de Lasso», comenta a DW Medina, a lo que añade que «lograr trabajar a esos distintos niveles que exige cada una de las delincuencias va a ser un desafío».

Economía precaria

El frágil escenario de inseguridad se combina con un panorama económico que no ha vuelto al nivel previo a la pandemia de COVID-19, con una deuda pública del 62% del PIB y con el 60% de la población activa desarrollando un empleo inadecuado, la mayoría, en la informalidad, según destaca a DW Ximena Zapata, investigadora del Instituto para Estudios Latinoamericanos (GIGA) en Alemania.

Uno de los mayores golpes a las arcas del Estado fue, el pasado mes de agosto, la decisión de la población ecuatoriana, en un referéndum, de abandonar la explotación de las reservas de petróleo del Parque Nacional Yasuní, en la zona nororiental del país, para salvarlo. Una decisión que priva al futuro Gobierno de una fuente de ingresos de entre 1.500 a 2.000 millones de dólares estadounidenses, según Gonzalo Ordóñez, investigador del Área de Comunicación de la Universidad Andina Simón Bolívar. «No es solo dejar el petróleo bajo tierra, sino que el Estado necesita recursos para mantener a la naturaleza», alerta en entrevista con DW.

En este contexto, también se suma el otro gran aspecto: «La crisis energética, por la disminución de la producción de electricidad, ha llevado a que los ecuatorianos tengan cortes de luz de hasta cuatro horas al día», subraya Zapata.

Su gestión y perfil, en el punto de mira

Daniel Noboa, hijo del magnate Álvaro Noboa, tiene por delante un año y medio para apuntalar su programa de gobierno, que, ha anunciado, centrará en reducir la criminalidad, la desocupación juvenil y la pobreza. Pero por encima de estos desafíos, el futuro presidente necesitará de acciones rápidas y un equipo que pueda ejecutarlas. De hecho, Medina apunta a que Noboa no sólo va a depender de entregar «resultados visibles e inmediatos», sino de rodearse de «grandes ejecutores».

«El hecho de que sea el presidente más joven en la historia del Ecuador no significa que se viene una bocanada de aire fresco», indica Zapata. «El triunfo de Noboa representa el traspaso de poder de una derecha neoliberal ‘banquera’ a una derecha neoliberal ‘bananera'». Un perfil, añade, que «dista de la mayor parte de la sociedad ecuatoriana, que ha votado más contra la propuesta del expresidente Rafael Correa que por convicción en Noboa».

En el plano puramente político, una alianza entre el correísmo -representado por el Movimiento Revolución Ciudadana- y Acción Democrática Nacional (ADN), la alianza de Noboa y el Partido Social Cristiano (PSC), tampoco garantizan la gobernabilidad debido a la «incompatibilidad ideológica entre el correísmo de izquierda conservadora y las otras dos fuerzas de derecha neoliberal», destaca Zapata, lo que complica la relación de Noboa con la Asamblea para la aplicación de sus propuestas.

¿Final del «correísmo»?

Las elecciones del pasado 15 de octubre en Ecuador, de las que el expresidente Rafael Correa -actualmente exiliado en Bélgica- esperaban que resultaran en la vuelta de su partido al poder, dejó al correísmo un tanto en la bancada contraria. No obstante, expertos señalan que el movimiento populista que él encabeza no ha quedado relegado. Tendrá un peso importante en la Asamblea, y, a pesar de no llegar a una mayoría absoluta, «sigue siendo una fuerza política relevante», señala Ximena Zapata.

«El triunfo de Noboa deja debilitado al correísmo, que, por segunda vez, no ha podido ganar las elecciones presidenciales. No ha tenido la voluntad ni capacidad para establecer alianzas con actores importantes de izquierda: movimiento indígena, ambientalistas, feministas», concluye la experta.

(cp)

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