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Guerras y catástrofes naturales suelen también afectar a antiguos monumentos culturales, como sucede ahora en Marruecos. ¿Cómo afecta la destrucción del patrimonio cultural a personas que ya lo han perdido todo?La información sobre el alcance real de la destrucción causada por el terremoto en Marruecos sigue siendo inexacta. Mientras aumenta el número de muertos y disminuye la esperanza de encontrar sobrevivientes, se van realizado, de forma cautelosa, los primeros inventarios.
Según la UNESCO, varios de los nueve lugares declarados Patrimonio de la Humanidad en Marruecos han sufrido graves daños. Entre ellos se encuentran partes de la medina de Marrakech, de casi 1.000 años de antigüedad (Patrimonio de la UNESCO desde 1985).
El monumento más importante de la ciudad, la mezquita Koutoubia, del siglo XII, llamada la «cima de Marrakech», también resultó gravemente dañada. El alminar de la mezquita Kharbouch se ha derrumbado y el barrio judío «Mellah» está en ruinas. Además, la famosa muralla histórica de piedra roja de la ciudad tiene numerosas grietas y agujeros.
Mientras que en Marrakech hace días comenzaron con los trabajos de limpieza y ya se han abierto los primeros cafés, fuera de la ciudad la situación está mucho peor. El epicentro del terremoto se sitúa en la provincia de Al Haouz, en las montañas del Alto Atlas. Numerosos pueblos han quedado allí sepultados, y es en ese lugar donde se llora a la mayoría de las víctimas.
Primero la gente, luego la cultura
«Después de un desastre como este, lo más importante es salvar vidas», declaró a la revista The Art Newspaper Eric Falt, director regional de la Oficina de la UNESCO para el Magreb. Sin embargo, Falt también subrayó la importancia de evaluar los daños y restaurar el patrimonio cultural material e inmaterial.
Si nos fijamos en las numerosas imágenes del antes y después publicadas en «X» (antes Twitter), entre los edificios destruidos se encuentra la mezquita de Tinmal en las montañas del Atlas, uno de los edificios históricos más importantes del país. «Es un lugar simbólico en la historia de Marruecos», dijo Falt. Su destrucción representa una pérdida inestimable para el patrimonio nacional de Marruecos. La mezquita de Tinmal era candidata al título de Patrimonio de la Humanidad.
«La gente tiene derechos culturales»
Representantes de la UNESCO llevan días en el lugar para hacerse una idea de los monumentos culturales dañados. Porque estos tienen a menudo un gran significado, no solo para turistas e historiadores, sino también para la población local afectada, según Susann Harder, presidenta de la organización internacional de protección de bienes culturales Escudo Azul.
«La gente tiene derechos culturales. Eso no significa que deban ir ahora al museo entre escombros y muerte. Pero es importante que puedan seguir prácticas rituales en los funerales o que puedan buscar espacios de oración fuera de las mezquitas históricas destruidas, especialmente en este momento», explica Harder, en entrevista con DW. Los rituales y celebraciones, en los que la gente experimenta el estar la comunidad, pueden dar estabilidad a las personas en tiempos difíciles.
La cultura es, por tanto, enormemente importante para las personas que acaban de perderlo todo, reitera Harder. Obviamente, después de una catástrofe, primero hay que priorizar las necesidades: si se puede aún rescatar gente, si hay suficiente comida y agua potable o si hay un refugio seguro. Pero después también hay que tener en cuenta el patrimonio cultural.
La identidad cultural crece con el tiempo
En Marruecos, son sobre todo las ciudades antiguas las que se han ganado el título de Patrimonio de la Humanidad, como la ciudad vieja de Marrakech. Si algo así desaparece, la gente pierde parte de su identidad cultural.
«Estos lugares no solo son importantes para el turismo. Son, sobre todo, espacios vitales», sostiene Harder. «Estas estructuras se han desarrollado a lo largo de siglos con la convivencia diaria, como la vida cotidiana, viviendo, comprando o trabajando».
Si resultan dañadas por catástrofes naturales o guerras, la gente no solo pierde un ancla importante, sino también parte de su memoria cultural. Y así lo confirma también un residente de Marrakech a un periodista del diario The National: «Es un shock. Nuestra identidad está definida por estos lugares».
(ct/ms)